En las librerías de países como Argentina y México se encuentran bastantes libros escritos por políticos relevantes y expresidentes. En general, los miembros de las elites de países con clases políticas más sofisticadas como México, Colombia, Chile, Uruguay y Argentina publican libros interesantes, que no por eso son objetivos.
Entre esos textos, vale ante todo distinguir entre los escritos por quienes aparecen como autores y libros redactados por escritores fantasmas contratados, algo que está de moda en la era de la internet. Muchos lectores comunes no distinguen unos de otros, pero quienes nos dedicamos a las letras los identificamos rápidamente.
Los estudios de la psicología behaviorista coinciden en que todos los seres humanos tenemos una memoria poco objetiva. Recogemos datos de nuestro pasado y guardamos en nuestra mente una biografía que tiene que ver con lo que pretendemos ser, más que con lo que nos ocurrió a lo largo de la vida. Este es un proceso inconsciente, no supone que tenemos la intención de mentir a los otros ni a nosotros mismos.
Nuestra memoria es selectiva, tiende a borrar los recuerdos que contrarían la imagen que tenemos de nosotros mismos. El porcentaje de recuerdos engañosos, que en las personas comunes llega a un 60%, se incrementa en el caso de los políticos. Lo que dicen los libros de quienes se dedican a la política, y más si llegan a ocupar altos cargos en el Estado, suele estar más sesgada.
La labor del político es dura, la traición es frecuente. Los mandatarios envejecen cinco años por cada año de gobierno, viven en permanente tensión, casi inevitablemente son víctimas del síndrome de Hubrys, alentado por cortes de incondicionales que les ayudan a inventar un relato. En el extremo hay libros de expresidentes que cuentan experiencias que no tienen nada que ver con lo que pasó.
Cuando dejan el poder les pasa lo que a la Cenicienta en el cuento: los caballos y los guardaespaldas de pronto se convierten en ratones, los acólitos se esfuman, algunos pasan a servir a los adversarios y les atacan con el mismo entusiasmo con que les alababan. Como dice T.S. Eliot en “El viejo Estadista”, el mandatario que se retira recibe como regalo una bandeja para poner tarjetas de visita de fantasmas. Desde esa fecha pocos le visitan. Pasan al sector privado: privados de coche, chofer, adulos, aplausos, invitaciones a los medios. Otros son los que ocupan el lugar estelar en las noticias.
Eso provoca un cierto enojo. La mayoría de los que dejan el poder se sienten mal. Hacen un balance de lo que vivieron y culpan a alguien de lo que salió mal. No cultivan la autocrítica. Es entonces cuando más tienden a escribir libros, que no buscan averiguar lo que pasó, sino que buscan proyectar la imagen que imaginan de sí mismos y dar su versión de lo que han vivido. Es natural que sean libros cargados de sentimientos.
Mi selección
Más allá de eso, hay textos interesantes. En su momento, fue muy interesante la autobiografía de Marina Silva, candidata a la presidencia del Brasil por el Partido Verde en 2010, “Marina, A vida por uma causa”, en el que cuenta su apasionante historia.
Un presidente que ha publicado mucho es el mexicano Andrés Manuel López Obrador, con más de 20 textos sobre su vida y sus ideas. En el mismo país, vale la pena leer “El Camino de México”, libro de Marcelo Ebrard, precandidato a la presidencia de México por MORENA.
En Argentina se han publicado textos interesantes que sirven para conocer a sus autores. Cristina Kirchner es la que ha vendido más ejemplares de su libro “Sinceramente”.
Martín Lousteau publicó varios textos interesantes, entre los que sobresale “Bajo del agua”. En esta misma Feria del Libro se lanzó el texto de Marcos Peña “El arte de subir (y bajar) la montaña: cosas que aprendí sobre la dimensión humana del liderazgo” con reflexiones interesantes acerca de la experiencia del ejercicio del poder. Javier Milei lanza ahora un nuevo texto que, como los otros, será indudablemente escrito por él.