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Canción para mi muerte

Desde que el primer ser humano caminó sobre la Tierra, más de 100.000 millones de personas han muerto. Reyes y mendigos, genios y desconocidos, todos cruzaron el mismo umbral. Pero por primera vez en la historia, algo cambió: estamos viviendo más años y teniendo menos hijos. La muerte sigue siendo inevitable, pero la ciencia logró retrasarla. La esperanza de vida se duplicó en el último siglo y algunos científicos creen que los niños nacidos hoy podrían vivir más de 120 años. Sin embargo, mientras nos aferramos más a la vida, elegimos traer menos vida al mundo. En Japón, por cada 100 personas que mueren, solo nacen 66. En Corea del Sur, el índice de fertilidad cayó por debajo de 0,8 hijos por mujer. En China, la población ya está en declive. En Ecuador, las familias numerosas son cada vez más raras. Y, mientras el mundo envejece, surge una pregunta fundamental: si el tiempo es nuestro único recurso no renovable, ¿cómo lo estamos usando?

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