Con pantaloneta y camiseta de entrenamiento, Antonio Valencia corre de igual a igual con los jugadores del equipo AV 25, que entrena en una cancha de Puembo, en Quito. Allí, el excapitán de la selección ecuatoriana de fútbol ríe, se le ve contento mientras juegan al torito. La mañana está nublada y los ejercicios son intensos. Valencia deja de entrenar y se prepara para conversar con Forbes Ecuador. Tímido en principio, se relaja mientras la entrevista avanza y habla sobre los sueños que se van cumpliendo, lo aprendido en Manchester, las enseñanzas que deja el fútbol y la importancia de trabajar en equipo.
Usted y Christian Benítez tuvieron un sueño hace muchos años. ¿De qué se trataba y cómo se concretó?
Con Christian compartimos muchos espacios en las selecciones Sub-18, en la Sub-20 y luego en la selección de mayores, en el primer equipo. Esos momentos fueron una bendición y en las concentraciones siempre hablábamos de ayudar a los chicos. Ni para él ni para mí fue tan fácil llegar al fútbol profesional, sufrimos un montón. Entonces hablábamos de crear un complejo en Esmeraldas, porque más del 70 % de los jugadores del país proviene de esa provincia. Queríamos ayudar a que los chicos tuvieran otra mentalidad. Lamentablemente Christian ya no está entre nosotros, pero seguimos con el sueño y se hizo realidad. Hoy tenemos un equipo que participa en la segunda categoría; ahora viene el trabajo para montar un complejo, estamos luchando para eso. El equipo AV 25 es una primera parte del sueño y el complejo para entrenamientos y formación, la segunda. Para el equipo ha sido complicado tener una cancha de entrenamiento, durante siete meses hemos cambiado mucho de lugar y ahora tenemos una cancha en Puembo.
¿Qué tan difícil es cumplir ese sueño?
El sueño se ha concretado con trabajo. Tengo, gracias a Dios, a mi esposa que ha sido fundamental. Lo mío es la cancha, el entrenamiento. Al principio teníamos pocos implementos para los chicos. Poco a poco hemos ido creciendo.
¿Cuándo empezaron?
El 22 de enero de este año, es un sueño que está fresco. Todo lo que pensamos con Christian se ha ido materializando poco a poco, con tiempo. Hay que invertir dinero, pero lo importante es que este equipo conformado por ocho personas en el cuerpo técnico y más de 30 chicos está creciendo. Por ahora Mangahuantag, en Puembo, es nuestra casa y tenemos el apoyo de la comunidad. Al inicio esto era más un potrero y lo hemos ido mejorando para poder entrenar en buenas condiciones.
¿Y la segunda parte de ese sueño?
Es construir un complejo, una casa club. Ya tenemos un terreno e instalaciones en Pifo, donde ya viven 17 chicos. Faltan canchas, falta mejorar la infraestructura, contar con computadoras. No todo es fútbol, también hay que darle vitaminas a la cabeza. Los chicos deben estudiar para ser parte del club y para eso dos colegios de Puembo nos ayudan. Queremos que estudien y tengan una profesión para cuando se acabe el fútbol.
¿Ustedes piensan hacer algo similar a lo que ha hecho Independiente del Valle?
Cuando jugaba, mi espejo eran jugadores como Ulises de la Cruz o Edison Méndez. Ahora, como directivo y entrenador recién graduado, el espejo es Independiente, un espejo bonito. Ellos están haciendo grandes cosas y están salvando vidas. Queremos seguir su camino.
¿Qué aprendió de su experiencia en Manchester United, más allá de lo futbolístico?
Primero debo decir que Alex Ferguson fue un profesor en todos los sentidos. De él aprendí que en la vida todo hay que hacerlo con pasión y con amor. También aprendí el valor de la disciplina. Cuando llegué a Europa me costó mucho ser parte de una nueva cultura y al regresar al Ecuador también me chocaron algunas cosas. Lo importante es siempre ir mejorando, compartir lo aprendido con los chicos y con la sociedad en general.
¿Cuál era la visión del Manchester United? ¿De qué se hablaba como institución?
Los directivos tenían una visión y mentalidad empresarial. Pero también se sentía la pasión y el amor al equipo. Los directivos no solo pensaban en el dinero o en los negocios, también se preocupaban por lo que ocurría en la ciudad, con la gente, con los hinchas. Era muy bonito ver ese cariño mutuo.
¿Extraña algo de Manchester?
Allá estuve 10 años, tuve muchos amigos a los que dejé al volver a Ecuador. Hubo muchas vivencias que se extrañan, pero acá estoy feliz, tengo cerca a mi familia.
¿Cree que el fútbol ecuatoriano y sudamericano están aprendiendo los conceptos que tienen la liga inglesa y el fútbol europeo en general?
Estamos muy atrasados. El directivo a veces entra a un equipo para hacerse conocer y luego ser candidato a alcalde o a otro cargo público, para hacer una carrera política. No tiene que ser así, el fútbol es una profesión muy linda y muy noble. Si uno entra a un equipo, la visión debe ser ayudar a la juventud, no hacer dinero. También creo que hemos mejorado en algunos casos.
¿Se considera un directivo? ¿Se ve haciendo carrera como dirigente deportivo?
El equipo tiene su presidente, que es Wilson Villarreal, y el gerente deportivo, que es Pedro Romero. Yo soy parte del cuerpo técnico. Intento ayudar a los directivos cuando se puede.
¿Cómo se mira en cinco años? ¿Seguirá en el equipo, será dirigente?
No me he puesto a pensar en los próximos cinco años. Mi interés es terminar el complejo, que sea maravilloso, que los chicos puedan estudiar, alimentarse, descansar. Queremos subir de categoría y ayudar a los chicos. El complejo se levanta en un terreno de casi 10 hectáreas en Pifo. La idea es que en 2023 ya esté un 30 % avanzado.
El deporte es una escuela de vida. ¿Con su experiencia qué puede decirle a los emprendedores y empresarios que se tropiezan y se levantan?
Hablo desde lo futbolístico y desde lo personal. Lo importante es levantarse, yo tuve siete lesiones fuertes como futbolista y me levanté con más fuerza. Si un negocio no funciona o no sale como estaba planeado, hay que aprender de lo malo o de lo bueno para que el siguiente negocio sea mejor. Siempre hay que poner mucho corazón y mucha pasión.
Un tema del que siempre se habla es la corta carrera del futbolista. Usted fue profesional durante 18 años. ¿Cómo aprovechar el tiempo, las ganancias y sentar bases para un futuro luego del fútbol?
Hay que rodearse de buenos amigos, amigos que ayuden a pensar, que ayuden a invertir bien lo ganado. El tema de los lujos es solo una moda y hay que pensar bien qué hacer tras retirarse. Por lo general, nos quedan 50 o algo más de años de vida luego del retiro y muchas veces vemos a jugadores buenos que por gastar en lujos o por las malas juntas, las malas compañías, la pasan mal. Hay que invertir bien y tener gente capaz cerca.
¿Usted en algún momento sintió que estaba desviándose?
No, mis padres me enseñaron muchos valores y nunca se me pasó por la cabeza malgastar lo ganado en el fútbol.
¿En qué ha invertido sus ganancias?
Tengo buenos amigos que me han asesorado y he invertido en propiedades. Estoy bien gracias a Dios.
¿Qué les aconseja a los chicos en los entrenamientos?
A ellos les decimos 'mucho ojo'. Uno viene del barrio, pero solo uno decide si sigue en el barrio o sale del barrio. Está bien tener las raíces, pero no por eso hay que dejar la vida en el barrio. Siempre hablamos de eso con los chicos, es fuerte dejar el barrio, el barrio le hala a uno. Nuestros chicos son inteligentes y lo están haciendo bien.
¿Cómo mantenerse centrado en un medio como el fútbol?
Cuando la estoy pasando mal recuerdo de dónde vengo. Recuerdo que a los 15 años salí de mi casa sin saber dónde iba a dormir o si iba a comer. Eso me ayuda y evita que me desvíe.
¿Se equivoca mucho?
Sí, pero aprendo de esa equivocación. Soy humano y me he equivocado.
Usted jugó dos mundiales: Alemania 2006 y Brasil 2014. ¿Cuál es el secreto de un equipo en lo deportivo y en la vida en general?
El secreto es permanecer unido, que se haga fuerte, que los integrantes del equipo se concentren. Hay que escuchar los consejos de los más experimentados. En el Mundial ojalá los chicos abran su cabeza y escuchen los consejos. Hay que disfrutar de lo que se hace. (I)