Erick Dreyer es un apasionado chef que ha dedicado dos décadas a la creación gastronómica. Su historia comienza en la Universidad San Francisco de Quito donde se graduó de chef. 

Trabajó algunos años en España y realizó cursos en las escuelas de cocina Hofmann y Espai Sucre. En 2010 abrió, con un socio, su propio restaurante en Barcelona que funciona hasta ahora. Su sueño era volver a cocinar a Ecuador y lo materializó al abrir Patarito en el valle de Cumbayá, a 10 minutos de Quito, un pequeño rincón con cinco mesas donde la pasta era la protagonista.

El siguiente capítulo de su historia se llama Ciré, que surgió hace 11 años con la intención de aplicar todas las vivencias acumuladas y dejar salir su creatividad e innovación. El nombre del negocio es un juego: Erick al revés.

Luego, en plena pandemia, abrió Ciré-Capital, del diseño y la decoración se encargó su esposa María Gabriela Crespo.

“2023 fue un año difícil por la inseguridad y la delincuencia. Hoy, sí o sí, tenemos que contar con valet parking y parqueadero privado para tranquilidad de nuestros clientes”.

Para Dreyer, la clave del éxito radica en su constante renovación, abierto siempre a vivir nuevas experiencias. Para el segundo semestre de este año alista una nueva propuesta con la que está dispuesto a romper todos los esquemas. El concepto será de un restaurante de comida ecuatoriana con precios más accesibles. Este proyecto busca rescatar recetas clásicas, presentándolas de manera entretenida y casual a precios más accesibles. (I)

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