Imposible no conmoverse hasta las lágrimas. Durante casi una hora, en nuestro espacio de podcast Now, conversamos con la arquitecta quiteña Ana María Durán acerca de la titánica, pero amorosa tarea, que conjuntó a una serie de actores para llevar la obra de las mujeres Waorani, de la Amazonía ecuatoriana a exponer en uno de los espacios más importantes para la arquitectura mundial: la Bienal de Venecia.
Este vínculo entre las mujeres amazónicas y la arquitectura parece un poco salido de una película de ciencia ficción. Y es muy interesante, muy bonita. La verdad, todo este proceso ha sido mágico. Hace más o menos dos años estaba en la Academia de las Ciencias de El Vaticano. Y en una ocasión, en Roma, conecté con una de las curadoras de la Bienal de Arquitectura de Venecia, Lesley Lokko. Me invitó a participar. Y ahí empezó la historia…
Una historia a la que invitamos a escucharla a través de nuestros canales, porque está cargada de anécdotas, datos y una serie de experiencias que se van hilvanando como las redes de chambira que tejieron las mujeres amazónicas con sus manos, su corazón y la energía de la naturaleza que es el ADN de todo. Ha sido una maravilla. Y un aprendizaje. Todo sale mucho mejor cuando dejas ir el ego. Todo se potencia en las mingas, o sea la inteligencia colectiva es muy superior a la inteligencia individual.
Una minga que la conformaron, principalmente, las artesanas, artistas, familias enteras de las comunidades de Tiguino y Tepapare, que con su trabajo silencioso, atraen la mirada de muchos visitantes a Ecuador, a la Amazonia, al territorio Waorani. (I)