César Bettencourt tiene ascendencia portuguesa, su abuelo paterno nació en ese país europeo hasta que emigró a Venezuela y llegó con su padre pequeño, quien apenas tenía cinco años. Bromea que su apellido se escribe igual que el de madame Liliane Bettencourt, una emprendedora y empresaria francesa, y una de las principales accionistas de la famosa marca de cosméticos L'Oréal.
No sé si hay relación, esa es la versión que siempre cuento, cuando me preguntan sobre el origen de mi apellido, dice sonriendo este venezolano de 43 años. Está radicado desde 2011 en Ecuador. Una vez al mes viaja entre Quito y Caracas por temas empresariales y despacha durante cinco días desde la capital venezolana. Es CEO de Publicis Groupe de Ecuador y Venezuela, una empresa multinacional de marketing y publicidad.
Esa mezcla de raíces portuguesas y venezolanas lo perfila no solo como un líder de la nueva era, sino que también está redibujando su propia historia. Traspasó las fronteras como su abuelo, quien fue un visionario audaz, para abrir negocios en Ecuador y sentar las raíces de su familia. Tiene más de 20 años liderando equipos y aportando innovación estratégica al mundo del mercadeo. Cada momento ha sido una oportunidad en su carrera para apoyar a las marcas en su transformación.
Arrancamos como una empresa familiar en 1967. Mi abuelo decidió fundar su agencia 67 Publicidad. Era un portugués que sabía de comercio y no tenía experiencia en publicidad, pero se arriesgó y decidió crear la empresa con unos socios amigos que había conocido en la Isla de Margarita, en Venezuela. En 1998, Publicis Groupe, un grupo francés, decidió comprar una participación en la agencia y cambiamos de nombre.
Eso marcó un nuevo momento para la empresa. César, quien se unió al grupo en 1999, heredó el espíritu intrépido de su ancestro. La operación de la empresa en Venezuela la tomó mi padre tras el retiro de mi abuelo, yo ya trabajaba en la agencia y se presentó la oportunidad de abrir una operación propia en Ecuador. Así que me mandaron desde la oficina de Venezuela, en 2011.
Hace cinco años falleció su padre y también le tocó asumir el liderazgo de la operación de Venezuela. César tiene un título de publicista en el Instituto Universitario de Nuevas Profesiones de Venezuela-IUNP, además, estudios en McGill University y Miami Ad School; y una maestría en psicocreatividad y publicidad por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Llegó con su esposa y su hijo de un año, ahora tiene tres, los dos últimos nacieron acá. Siempre digo que cuando uno tiene hijos en un país, un pedacito de uno pertenece a ese lugar. El primero aprendió a hablar a lo ecuatoriano, ya usa las efes. Los dos últimos son ecuatorianos y nos da un poco de pertenencia.
Si algo rescatamos de Ecuador es que es un país muy lindo para hacer familia y criar a los hijos, sobre todo por la situación que ha pasado Venezuela. Voy y vengo, voy un lunes y vuelvo el viernes, una vez al mes.
La oficina de Quito tiene entre 30 y 60 empleados, dependiendo las épocas del año y los proyectos en marcha. Tiene una facturación por servicios de comunicación y marketing que fluctúa entre US$ 2,5 millones y US$ 5 millones anuales. En Venezuela hay 90 empleados en promedio, también varía según las temporadas y factura entre US$ 1,5 y US$ 2 millones anuales. Los planes son, el próximo año, igualar los niveles de venta de la agencia en Ecuador.
Publicis Groupe es el segundo conglomerado de comunicación más grande a escala global. Tiene 98.000 empleados, cerca de 300 oficinas y presencia en más de 110 países. Señala que es una empresa que brinda a sus clientes servicios de marketing especializado. La filosofía del grupo está en convertirnos en el socio preferido de nuestros clientes en su transformación de marketing. En un mundo donde el marketing tradicional ya no existe, la innovación y la adaptación son clave.
Para César, Ecuador es un país de posibilidades, donde todavía hay mucho por hacer. Enfrentar una economía diferente ha sido uno de sus retos, pero asumió los desafíos. Es un país muy rico en lo cultural y me tocó conocer un mercado distinto, la dolarización genera estabilidad, pero también cada punto de marketing, cada dólar adicional de facturación cuesta un mundo porque no hay efectos inflacionarios, a diferencia de mi país donde es fácil crecer.
Rescata la comida de la Costa, que le resulta más cercana por su origen venezolano, pero también gusta de los platos de la Sierra. Aunque por suerte" tenemos harina pan para las arepas, ya que se la ve en todos los supermercados. (I)