Su primer relacionamiento con ecuatorianos se dio en 1976, cuando hacía el servicio militar en la armada española. Un grupo de marinos ecuatorianos había llegado a España para llevar al Ecuador el buque Escuela Guayas, que estaba a punto de acabar su construcción. Yo no sabía ni dónde quedaba ese país, pero tuve la oportunidad de tratar con los marinos y me llamó la atención su simpatía.
La segunda vez que se topó con otro ecuatoriano fue en 1978. Una joven ecuatoriana con quien compartía y había finalizado los estudios superiores en Informática en la Politécnica de Madrid, le invitó a pasar el verano en su casa en Machala, El Oro. Y él, obviamente, aceptó. Visitaron Quito, Guayaquil y, mientras vacacionaban en Machala, asistió al cierre de la campaña presidencial de Jaime Roldós, invitado por el padre de ella. Yo tenía 26 años y muchas ganas de comerme el mundo. Tuve en ese momento la oportunidad de conocer gente importante e influyente en Ecuador. Me impactó la posibilidad de hacer negocios. Fueron 15 días muy productivos, sabía que volvería pronto.
Y en efecto, Rafael Roldán, nacido en Albacete, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, el segundo de ocho hermanos, casi de inmediato volvió a Ecuador. Era noviembre de 1978, llegaba cargado de ilusión para probar suerte en los negocios y estudios de factibilidad sobre venta de computadores. Apenas llegué a Quito, llamé a los contactos que había hecho en agosto, ellos me conectaron con personas relacionadas con la informática. Me informaron que habría un congreso de automatización bancaria en enero de 1979. Volví a Madrid con el bichito adentro de que Ecuador me daría oportunidades que no lograría en España.
Durante diciembre de 1978, Roldán ocupó todo su tiempo en preparar una revista tecnológica para regalar en el congreso. Imprimió 1.000 ejemplares y se embarcó nuevamente. En esta ocasión, el viaje tuvo un contratiempo. Al llegar al aeropuerto de Quito, la caja con las revistas fue retenida en aduanas por no contar con los requerimientos exigidos para su ingreso. Tras varios intentos, y con la ayuda de amigos, logró desaduanizarlas. Así pudo repartirlas entre los asistentes al congreso. Era el número cero, como él lo llama, de su revista Iberoamericana de Computación.
La decisión de quedarse en Ecuador era firme, por lo que voló a Madrid a recoger sus cosas y migrar a Ecuador. Dos meses después, fundó Ecuatoriana de Sistemas Mecanizados (Ecuasistem S.A.), para lo cual invirtió, en sucres, el equivalente a US$ 1.000. Tuve que hacer mil trámites para conseguir la visa de trabajo, casi me desanimo por la cantidad de papeleo y burocracia, tuve que volver a España y recién a mediados de junio estaba con todo en orden para empezar mi vida en Quito.
Pese a que conoció el Ecuador, de cierto modo, por amor, al poco tiempo de llegar la relación no funcionó y cada uno tomó su camino. Roldán trabajaba de sol a sol para conseguir clientes, para la revista número uno, que circuló en septiembre de 1979. Por treinta años fue editor de la revista PC World y Computer World Ecuador. Además, se dedicó a la consultoría y a dictar cursos de análisis de sistemas y programación. En octubre de 1982 organizó y realizó la primera feria informática, 'Compu 82', que se convirtió en una tradición anual hasta 2019. Yo era el único especializado en informática en este país, por eso cada vez que había la presentación de un producto estaba presente. En los noventa, eso me permitió conocer gente del nivel de Bill Gates y Steve Jobes. Antes no había una cultura de ferias. Hasta un año previo a la pandemia hicimos cinco ediciones del 'Campus Party', considerado uno de los eventos más grandes de tecnología, innovación creatividad y emprendimiento en el mundo digital.
En estas cuatro décadas Roldán ha sido testigo de múltiples crisis económicas, políticas y sociales. La más fuerte, la de 1999, con el feriado bancario, la desaparición del sucre y la llegada de la dolarización. La crisis llevó al cierre de Cemexpo. Allí invertimos US$ 5 millones, aunque veinte años después lo vendimos en US$ 7 millones. Sólo en liquidación de personal se gastó más de US$ 250.000.
¿Cómo le afectó a su empresa la situación ese momento? Debido al giro de su negocio, pudo experimentar lo que era la hiperinflación. Un amigo suyo en Argentina fue clave para pensar en ello, así que, cuando la crisis inflacionaria se instaló en Ecuador, él siguió sus consejos. Por allá, por los años 80, me recomendó que acordara con el banco con el que yo trabajaba, tener una cuenta en dólares. Así que todo el dinero que ahorraba estaba en dólares, Incluso, ponía el precio de las ferias en esa moneda, a US$ 100 el metro cuadrado. La gente me entendía porque eran importadores y se adaptaban a las situaciones. Cuando llegó el gran problema de 2000, en el que pasamos de un dólar de 7.000 sucres a uno 25.000, sólo me afectó un mes, porque mis reservas estaban en dólares. Los fondos estuvieron bloqueados muy pocos días.
Mirando hacia atrás, defiendo que la mejor decisión fue la dolarización, se acabó la incertidumbre al saber que lo que ganabas era lo que valía. No más devaluaciones. Una cosa buena para Ecuador fue que el sucre muriera de una.
Este empresario, que acaba de cumplir 71 años, se casó con una ecuatoriana en 1986, tiene tres hijos, los dos mayores están en Reino Unido y el menor, de 25 años, vive en Quito. Con orgullo, cuenta que acaba de entrar al 'Club de los abuelos', hace un mes nació Óscar. A lo largo de 30 años ha sido parte de la Cámara Oficial Española de Comercio e Industria de Quito, presidente de la Federación de Cámaras Oficiales Españolas de Comercio en América y presidente de Cámaras de Comercio Binacionales de Ecuador. Cargos que, como él afirma, los pudo ejercer por estar en este país. Y tampoco se puede olvidar que fue parte de la organización de Miss Universo en el país, en junio de 2004. Cemexpo, lugar donde se realizó la elección y del cual Roldán era socio-propietario firmó un contrato por US$ 510.000, según los organizadores.
Ecuador me permitió perder el miedo, hacer las cosas, alejarme de ese complejo de que estamos en segunda división. Gracias a lo que logré aquí, mantengo magnificas relaciones en Europa. Llegué a ser cabeza de ratón y no cola de León. Mi filosofía es adaptarme al gobierno de turno, no importa el que sea, porque soy un técnico.
Asegura que el empresario ecuatoriano no es abusivo, que los gremios están a la vanguardia, pero que es imprescindible mejorar la relación pública-privada. Lamentablemente, eso no llega a concretarse por priorizar los intereses particulares por sobre los generales. Si las normas fuesen claras, la inversión nacional sería fantástica y, por ende, se incrementaría el flujo de capitales extranjeros. Sin embargo, no hay seguridad jurídica y cada vez es más ingobernable el país. Las leyes en Ecuador no son claras, la ley laboral está obsoleta, impide la generación de empleo. La única manera para que la sociedad camine es generar puestos de trabajo y que haya una mejor redistribución de la riqueza.
¿Qué hacer? Para Roldán, el sistema democrático actual ya no sirve, hay que cambiarlo. Cómo y por dónde, no sé todavía. Ecuador debería ver las experiencias de otros países cercanos y tratar de adaptarlos a su realidad. Porque si no funciona bien lo jurídico es imposible avanzar. Detienen a personas consideradas peligrosas y luego llega un juez y los libera, eso lo estamos viviendo todos los días.
Hace 10 años sufrió un infarto y su filosofía de vida se volvió más relajada. Roldán es un ecuatoriano más, obtuvo su nacionalidad luego de largos y tortuosos trámites burocráticos. Pese a estar jubilado, en su cabeza ya maquina realizar una nueva feria en junio de este año. Está empeñado en digitalizar unas 500 revistas que recopilan la historia de la informática en el Ecuador y donarlo a colegios y universidades. Disfruta de jugar golf con sus amigos y de la lectura de un buen libro. Hincha del independiente del Valle, equipo que el 28 de febrero le tuvo con los nervios de punta al lograr el campeonato de la Recopa Sudamericana por penales, dice no extrañar nada de España. El locro es igual o más rico que una paella. (I)