'Los ecuatorianos deben valorar lo que tienen'
Maricela Parra es una colombiana que llegó a Ecuador en 2005 en busca de nuevos horizontes. Al poco tiempo se enroló en Hias, una organización judía estadounidense sin fines de lucro que brinda ayuda humanitaria a los refugiados. En Ecuador Hias ha atendido a 900.000 personas.

Maricela Parra lleva 18 años trabajando en Hias Ecuador y desde 2021 asumió la dirección nacional de esta organización que brinda ayuda humanitaria a los refugiados. La ONG está presente en 16 países y ha ayudado a reasentar en el mundo a más de cinco millones de personas; este trabajo se logra gracias a donaciones y apoyo de organizaciones como  Naciones Unidas, Unicef, voluntarios y gobiernos aliados.

En Ecuador tiene oficinas en Ambato, Cuenca, Esmeraldas, Guayaquil, Huaquillas, Ibarra, Lago Agrio, Machala, Manta, Quito, San Lorenzo, Santo Domingo y Tulcán. En este camino Parra es una pieza clave. Ella empezó su carrera como psicóloga a tiempo parcial, cuando decidió visitar a sus tíos en Ibarra, tras la muerte de sus padres. Sólo cuatro kilómetros de distancia impidieron que Parra nazca en Ecuador.

Entre risas cuenta que su mamá embarazada de siete meses se encontraba visitando a un familiar en Guayaquil. Un día su madre despertó con malestares y contracciones; se asustó y decidió viajar por tierra a su casa en Pereira, pero llegó hasta Ipiales, en la frontera. 

Graduada de psicología en la Universidad Católica de Pereira, cuando sus padres fallecieron optó por venir a Ibarra, Imbabura a visitar a unos tíos por unos meses. “Estaba un poco perdida por el dolor. Mis tíos me empujaron  a regularizar mis papeles, en eso me enteré que una organización internacional trabajaba con refugiados colombianos y había abierta una posición en el área de psicología. Sin muchas expectativas dejé mi hoja de vida, días después me llamaron a una entrevista y me dieron el puesto a medio tiempo”. 

Por su trabajo debía viajar mucho a San Lorenzo, Esmeraldas. El presupuesto de Hias  en ese entonces bordeaba el US$ 1 millón y atendía a unos 700 refugiados. Recuerda que en eso años fue víctima de discriminación, porque en Ibarra nadie le quería arrendar un departamento por ser colombiana.

En 2007 se mudó a Lago Agrio y esa experiencia le permitió ver y compartir historias desgarradoras. “Fue una época muy dura, pero al mismo tiempo gratificante. Yo recibía de primera mano a las personas que buscaban protección internacional. Casos extremadamente desgarradores, mujeres sobrevivientes y víctimas de torturas, de secuestros, de violaciones, había niños que llegaban solos. Venían en condiciones emocionales muy difíciles y mi responsabilidad era dartes el soporte que necesitaban. Cuando vives en la frontera con limitaciones entiendes de verdad esta realidad”.

Seis meses después, recibió la propuesta de abrir oficinas en Venezuela. No dudó en aceptar el nuevo reto, tenía 28 años y sentía  que podía comerse el mundo. “Llegué a Caracas con un presupuesto de US$ 300.000. La idea era estar máximo siete meses y me quedé nueve años. Las condiciones fueron difíciles, aprendí a valorar las pequeñas cosas que tienen importancia. No había ni pasta de dientes,  te arrebataban la comida, la gente recogía los desechos de la basura, en la calle convulsionaban porque no había medicamentos, con eso te describo el panorama. Llegamos a tender unas 200.000 personas en vulnerabilidad.”

En eso años conoció a su esposo Pablo Machado, quien trabajaba en  la embajada de Ecuador. En 2016 Parra solicitó volver al país porque se sentía emocionalmente muy afectada. Regresó a la posición de Dirección de programas.

A sus 46 años asegura sentirse toda una ecuatoriana, incluso adoptó la nacionalidad. Cuando se enfrentan las dos selecciones de fútbol, como el pasado martes, prefiere decir que gane la mejor.  “Por la llegada masiva de venezolanos el presupuesto de Hias en esa época llegó a US$ 20 millones. Trabajabamos de lunes a lunes ofreciéndoles hospedaje, buscando albergues, alimentación, transporte. Llegaron unos dos millones, la mayoría siguió camino a Perú y Chile. Aquí se quedaron unos 500.000”.

Asegura que Ecuador es un país mágico, Los Andes le dan una riqueza única. Viaja mucho por trabajo. “La zona norte me encanta, bajas al valle del Chota y tienes calorcito, llegas a Tulcán y tienes frío. El bosque de Los Frailejones es maravilloso. Los ecuatorianos deben valorar lo que tienen”.

En 2021 asumió la dirección general en Ecuador. Hias ha atendido a cerca 900.000 de personas en estado de vulnerablidad. En 2023 la disponibilidad de  fondos es de más o menos unos US$ 10 millones. Su trabajo es su pasión y ha sacado su mejor vesión. El locro de papa y el mote con chicharrón son sus platos favoritos y con nostalgia dice que Ecuador era un referente de paz en la región por lo que ve con preocupación la inseguridad y la violencia actual.

En su tiempo libre disfruta hacer el jardín porque le encantan las plantas. Una Golden Retriever es su compañera de caminatas los fines de semana. Al finalizar le preguntamos qué extraña de su país y la respuesta fue el silencio. Ríe y con picardía dice que en Quito hay muy buenos restaurantes de comida colombiana. (I)