Johannes Ritz llegó a Ecuador por primera vez en 2006. Había culminado sus estudios de pregrado en Alemania y estaba dispuesto a viajar por América Latina. Además de vivir nuevas experiencias, quería perfeccionar su español e ingresó a un programa de verano en Costa Rica. No había previsto que en aquel país la gente habla muy rápido y tuvo que buscar nuevas opciones. Quito, según comenta, tenía fama de ser un buen lugar para aprender el idioma y decidió mudarse por tres meses. Después, regresó a su país natal para estudiar una maestría y aplicó en el Servicio Diplomático para hacer sus pasantías. En 2008, lo enviaron a Quito, sin pensar que este viaje cambiaría su vida: conoció a quien sería su esposa, dos años más tarde.
Tiene 38 años, dos hijos y uno más en camino. Entre risas, comenta que su esposa fue la culpable de quedarse en Ecuador, pero -en el fondo- no solo se enamoró de ella, sino de las maravillas y las oportunidades que le ofreció nuestro país. En 2008, también comenzó su segunda maestría en la Universidad de Florida (EE.UU.) en Negocios Internacionales y a su regreso se vinculó profesionalmente con la Cámara de Industrias y Comercio Ecuatoriano Alemana. Me casé y teníamos pensado que nuestro primer hijo naciera en Alemania, pero las cosas se adelantaron y llegó prematuro. Fue un tiempo complicado y nos enseñamos a vivir en Ecuador. En ese entonces, también me vinculé con la consultora Courage Partners Group, con quienes trabajo desde 2013 y hoy soy el director para Latinoamérica.
¿Por qué decidió estudiar Negocios Internacionales?
El tema del emprendimiento siempre me gustó y -en esa época- Alemania cambió su modelo de estudio y apareció esta carrera, que era nueva y muy interesante. Además, me brindaba la oportunidad de salir y conocer el mundo. Me había picado el bichito por viajar, vivir nuevas experiencias y América Latina fui mi destino principal.
¿En qué consiste el trabajo que realiza en Ecuador y en la región?
Trabajo para una consultora de origen alemán (Courage Partners Group) que asesora a familias empresarias. La oficina central está en Singapur porque nos centramos en los mercados emergentes. Lo que hacemos, básicamente, es compartir el conocimiento que tenemos sobre las empresas alemanas que han llegado a una novena o décima generación. Por ejemplo, en Ecuador tenemos familias empresarias que están entre la segunda y la tercera generación, donde ya se complica la gestión porque son 20 primos los que deben ponerse de acuerdo.
¿Por qué las empresas familiares tienen más problemas en los mercados emergentes?
Las familias son muy grandes todavía. En Alemania, tenemos en promedio 1,3 hijos, pero aquí es muy distinto. Recuerdo que fue un shock para mí conocer a los ocho hermanos de mi suegro (dice entre risas). Eso pasa con las familias empresarias porque parten de cuatro o cinco hermanos, quienes tienen dos o tres hijos y la tercera generación ya está conformada por más de 20 personas. Normalmente, hay que alimentar a mucha gente, existe una excesiva presión sobre el crecimiento de la compañía y la toma de decisiones de vuelve complicada.
¿Qué pasa con las empresas que no pueden sobrellevar los temas familiares?
Si vemos las estadísticas (en estos mercados) solo un 30 % llega de la primera a la segunda generación; un 10 % de la segunda a la tercera; y un 3 % más allá de la tercera. Muchas empresas exitosas han quebrado o han sido vendidas porque ya no abastecen lo suficiente o existen peleas por la dirección. Esto pasa en todos los países, pero las familias más antiguas han aprendido a organizarse y ser resilientes.
¿Qué deben hacer para no caer en estos problemas?
Se debe trabajar en la comunicación con la familia, entender los diversos roles que existen, establecer las competencias de todos los miembros y tratar los problemas a tiempo. Es necesario que sepan manejar los conflictos y saber en qué momento llevar el sombrero de hijo o de empleado. También, deben crear una estrategia sobre qué quieren hacer juntos y a dónde buscan llegar. Luego vienen las reglas del juego o los protocolos familiares sobre quién puede trabajar y en qué condiciones, quién va a ser la cabeza, cuáles son las normas de transferencia de una generación a otra... Se debe conformar un gobierno corporativo, un gobierno familiar y un directorio para saber a dónde van y bajo qué reglas.
¿Las empresas ecuatorianas son receptivas a estas estrategias?
Sí. No importa si son grandes o pequeñas porque todas tienen los mismos dolores: cómo planificar una sucesión, qué hacer cuando un fundador no sabe en qué momento retirarse… En general, están abiertas a aprender sobre este tema y podemos tomar algunas prácticas que se aplican con éxito en países como India o Alemania.
¿Hay casos de éxito en Ecuador?
Sí, uno de los más emblemáticos es el de Corporación Favorita, con la familia Wright. Hay otros casos que se pueden destacar, pero si vemos el tejido empresarial ecuatoriano la mayoría está entre la primera, la segunda o la tercera generación. A nivel mundial, las empresas más antiguas son familiares. Un caso interesante es Walmart, en Estados Unidos.
¿Qué vinculación tienen con la Cámara de Industrias y Comercio Ecuatoriano Alemana?
Soy parte del Directorio y -de manera personal- buscamos difundir más sobre este tema. Realizamos algunos eventos y charlas para aportar conocimientos desde la experiencia alemana. Queremos ayudar a las empresas familiares, que crean empleo y aportan a la economía del país, para que no desaparezcan por estos inconvenientes.
¿Qué diferencias hay entre Ecuador y Alemania, en el ámbito laboral?
Una buena pregunta (dice entre risas). Hay una diferencia cultural muy marcada, desde temas de formalidad y puntualidad. Pero, venir desde Alemania es muy grato, somos bien recibidos. El Made in Germany tiene un buen nombre y lo mismo pasa con los profesionales, tenemos una connotación positiva.
¿Hay algo que le costó aceptar o acostumbrarse?
A parte del tráfico, el tema de planificar. Cuando vine acá yo tenía planificado todo mi año, hasta los fines de semana. Hasta en el ámbito personal, con mi familia política, ha sido difícil. Siempre pregunto qué vamos a hacer el fin de semana y la respuesta es: no sé, ahí vemos. Como experiencia, no puedo luchar contra eso si quiero tener una vida feliz.
¿Y lo positivo de Ecuador?
Hay muchas cosas. La gente es muy cálida y alegre. Solo debes manejar dos horas para encontrar un mundo totalmente diferente. ¡Es un país lleno de variedad! Si vamos por el lado profesional, hay bastante resiliencia. Las empresas ecuatorianas están acostumbradas a un entorno muy cambiante; lastimosamente, hay tantas crisis, cambios de gobierno, terremotos, volcanes… y estas saben adaptarse con flexibilidad.
¿Qué espera del futuro?
El plan es estar aquí. Todavía hay mucho que hacer en Ecuador. Nosotros, al año, apoyamos de manera directa a entre 10 y 15 familias empresarias. Sin embargo, con todas las charlas y las capacitaciones podemos llegar a más personas. Debemos saber que esto tiene un gran impacto, ya que el cierre de un negocio, que tiene entre 1.000 y 2.000 empleados, definitivamente afecta a toda la sociedad. (I)