Emigró, fue empleado y fundó una startup; la historia del venezolano que se enamoró del dólar
Llegó desde Venezuela hace una década, pasó de ser empleado a emprendedor. Hoy su startup Tesis Time está lista para levantar fondos de financiamiento y tiene más de 30.000 descargas en la región. Johnniel Rojas Martínez conversó con Forbes sobre su trayectoria en Ecuador, un país que ya siente como su segundo hogar.

Johnniel Rojas Martínez está en Forbes Ecuador no solo por ser un nómades, sino porque su vida es un reflejo de lo que significa ser emprendedor, empresario y sobre todo visionario. Llegó a nuestro país hace nueve años desde Venezuela, un país que ha sufrido una grave crisis migratoria por temas políticos, sociales y económicos. Él, al igual que cerca de ocho millones de venezolanos, dejó su patria buscando protección y una mejor vida. Nuestro primer contacto fue a través de LinkedIn, después de unos cuantos mensajes, lo tuvimos en nuestras oficinas, con unos ejemplares de sus libros en las manos y con una gran actitud.

No pasó desapercibido, saludó a todo el equipo y se plantó frente a las cámaras. Después de algunas tomas y flashes, llegó mi turno. Comenzó nuestra entrevista que -en pocos minutos- se convirtió en una conversación donde pude conocer un “pedacito” de su vida. Nació hace 32 años en Guayana, una ciudad del estado Bolívar en Venezuela. El 14 de diciembre de 2014 arribó a Manta (Ecuador) con el deseo de dejar atrás la opresión que vivía en su tierra natal. Recién graduado de Comunicación Social no soportaba la represión y la falta de oportunidades que tenían los periodistas, de acuerdo con su relato, muchos terminaban en la cárcel. Él, decidió buscar otro camino. Ahora se cuestiona si fue cobarde al no quedarse a luchar, pero puso su futuro y su familia en primer lugar.

En 2012 visitó Ecuador y se sintió muy cómodo. Por esta razón no dudó dos veces al comprar los pasajes y embarcarse en esta aventura, que no dejaría que ninguno de sus hijos la repita. Estaba en sus veintes y se enamoró de la moneda y del clima. “Es riquísimo estar en el frío y tenemos una historia muy parecida, ese fue el primer match que hice con el país. El segundo fue el dólar. Aquí aprendí de economía porque estamos abiertos al mundo entero”. 

En Quito lo primero que hizo fue buscar un hostal donde pasó cerca de un mes. Fue difícil encontrar un departamento de arriendo porque no contaba con un trabajo fijo. “Dios nunca me abandonó en este proceso migratorio, conocí a dos personas con las que compartí gastos y siempre teníamos que enseñar la plata antes para que sepan que sí podíamos pagar”. Rojas, comenta que es un ahorrador extremo y vino con US$ 10.000, dinero suficiente para algunos escenarios, incluso regresar a su país.

Con el paso de los días comenzó a sentir el choque cultural. Le costó acostumbrarse a las “nuevas” palabras y sobre todo a bajar su tono de voz. “Las personas en Quito hablan bajito y son muy educadas, he aprendido mucho; pero lo que más me llevo en mi corazón es que celebran los cumpleaños dos semanas antes y dos semanas después. Es algo hermosísimo (risas)”. 

Con respecto al ámbito laboral, no se quedaba mucho tiempo en un trabajo si no le gustaba. Ingresó a Claro y aumentó sus ingresos. Tuvo la oportunidad de crear algunos negocios, que se fueron a la quiebra, pero que le permitieron generar fuentes de trabajo para otros compatriotas. Abrió una isla de accesorios para teléfonos en un centro comercial, dos restaurantes de comida venezolana y trabajó en Uber. “Era muy inmaduro. En esa época muchas personas se comenzaron a quejar de la situación económica, pero yo no vivía eso. Sí trabajas tienes dinero, si estudias tienes más posibilidades”. 

Rojas también cumplió una de sus metas e ingresó a cursar un máster en dirección de Marketing en el IEBS Business School. “Yo no vengo de una familia con poder adquisitivo, más bien somos humildes y la educación nos ha servido para superarnos”. En medio de la conversación, este empresario -que aspira obtener un PHD-  confiesa que en un punto tuvo problemas de autoestima. “Yo decía: 'oye, vengo de otra parte. ¿Merezco estar aquí o no? Es verdad lo que dicen los medios de comunicación y estoy quitando puestos de trabajo a los ecuatorianos'. Con mis negocios llegué a contratar hasta 22 personas y declaraba mis impuestos. Estaba haciendo algo y no tenía por qué sentirme mal”. 

Sus negocios se cerraron y la frustración se apoderó de él. “En un momento pensé que todo me pasaba porque era de otro país, emocionalmente estaba en el subsuelo. Un día vi un episodio de la serie 'En pocas palabras', de Netflix, y en 20 minutos mi vida cambió. Aprendí sobre los nuevos modelos de negocio y me quedó la idea de crear una aplicación, pero no sabía de qué. Por tres meses pensé qué hacer y me acordé lo complicado que fue terminar la tesis en Venezuela”. Tenía que solucionar las necesidades normales del ser humano y comenzó a ahorrar de nuevo. 

“Imagina lo que es llegar a la defensa de la tesis, con tus familiares bien vestidos, para que el jurado te repruebe. Yo pasé desde sexto semestre leyendo libros de metodología para que no me pase lo mismo. Mi tutor me dijo que estaba bien y ayudé a 17 compañeros a terminar sus tesis. Cuando vi ese episodio me acordé que era bueno para las metodologías y nació la idea de crear una aplicación para ayudar a las personas a terminar sus proyectos. Yo venía de fracasos y de vivir en una montaña rusa. Hacía todo a lo loco, sin iniciativa, sin educación y sin paz. Yo solo estaba persiguiendo el dinero, cuando dejé de hacerlo mi vida cambió”. Con sus ahorros inició este proyecto, contrató una agencia de Marketing y fue a terapia. Tenía un problema con el dinero y el emprendimiento.

Su aplicación es el resultado del trabajo en equipo de muchos expertos y profesionales. Lo primero fue crear expectativa en redes sociales, después hizo algunos cursos en Argentina y México para incubar su idea y dibujó, en papel, los primeros bocetos de su aplicativo móvil. Hizo algunas cotizaciones, que superaron los US$ 100.000, y sus profesores mexicanos aceptaron realizar el proyecto, inicialmente por US$ 20.000. Ahora, ellos se convirtieron en sus socios. Hasta el momento, ha invertido cerca de US$ 100.000, entre ideas, investigaciones, materiales educativos y otros. Una de sus propuestas de valor es el método de enseñanza que ha sido validado por expertos de Paraguay, Chile, Colombia, México y Venezuela.

Tesis Time, en su prueba piloto, tuvo 614 descargas en menos de 48 horas. Obtuvo valiosos comentarios de estas personas y Rojas descubrió que era un problema regional. “Muchos se quedan como egresados y no se titulan porque no culminan sus proyectos de grado (tesis, textos académicos, artículos científicos, protocolos de investigación…). Cuando los chicos acabaron la app me dijeron: 'en qué países la ponemos disponible' y les dije: 'en todos los que sea posible'. Nadie habla sobre este problema y hay patrones que se deben eliminar. Si los países invirtieran en educación cambiarían sus realidades y sobre todo el tema de la migración”. 

Muchas de las ideas surgieron de los mismos usuarios y el proceso de aprendizaje fue el eje central. “La aplicación tiene dos secciones. Una para jugar en ramificación y aprender la lógica de la metodología, basada en normas internacionales. La otra es el marketplace con más de 300 productos diseñados para todos los procesos de aprendizaje: audiolibros, infografías, plantillas o guías”. Por el momento, está disponible la aplicación y la plataforma web, donde puedes contratar clases grabadas, en vivo o personalizadas. Hace un año ya está en el mercado y actualmente se han descargado 31.206 personas, de las cuales 19.000 están activas. 

Esta startup, con 10 colaboradores, usa recursos digitales como inteligencia artificial y machine learning para formar estudiantes, docentes e investigadores que aporten conocimiento de valor. Rojas acaba de regresar de Silicon Valley, con la esperanza de armar su primera ronda de inversión. ¿Cómo monetiza? Explica que -al ser gratuita la aplicación- reciben aproximadamente US$ 10 por cada usuario por concepto de publicidad. En su primer año facturaron cerca de US$ 60.000. 

Rojas no deja de cuestionarse si ya es parte de este país, pero claramente nos está representando en el extranjero, con esta idea que es “made in Ecuador” y ha recolectado sus primeros reconocimientos. ¡Llegó el Tesis time! (I)