Recuerda con precisión cada fecha importante de su vida. En enero de 1979 llegó a Venezuela y en mayo de 1980, a Ecuador. En 1986 y en 1991 deshizo dos de las sociedades que creó como empresario. Y en 2009 se instaló en Machachi, en donde fundó su empresa de quesos que crece en medio de la tranquilidad del campo.
El italiano Maurizio Rossi es un experto en la producción de quesos y su fuerte es el mozarella. Su trayectoria inició una vez que culminó sus estudios en una escuela técnica de lácteos y empezó a trabajar en Cerri, una firma de la industria láctea del país europeo, cerca de Turín. Nacido en Crema, en los alrededores de Milán, en el norte de Italia, Rossi tenía 24 años cuando decidió cruzar el Atlántico para trabajar en Caracas, Venezuela. “Me dije basta de neblina y vine para Sudamérica, con el espíritu aventurero de cualquier joven”, cuenta en una típica mañana soleada y ventosa de Machachi. Empezaba 1979 y llegó a la capital venezolana para trabajar en una firma de lácteos.
Rossi se emociona cuando rememora su trayectoria, su mirada y sus gestos dejan ver que ama lo que hace. En enero de 1980 llegó por primera vez a Ecuador por un viaje de negocios; en tres días supo que había una gran oportunidad para la industria de lácteos y, en especial, con los quesos. Cuatro meses después, en mayo de 1980 llegó al país. Se instaló en Cayambe, en el norte de Pichincha. “Así empieza mi estadía en este país que me encantó, me encanta la libertad, me gusta el páramo. Mi esposa es cayambeña, mis hijos nacieron aquí”, cuenta con una sonrisa sincera.
El origen italiano se nota en su hablar, aunque utiliza muy bien ciertos términos muy ecuatorianos. Rossi se hizo cargo de La Campiña a inicios de agosto de 1980, con apoyo de un socio italiano, siciliano para ser precisos. Así empezaba un amor incondicional por el campo, por los lácteos, por el Ecuador. Entre los recuerdos que tiene de esos años, cuenta que la gente siempre fue muy hospitalaria y amable. El tiempo pasaba y este italiano se sentía cada vez más cómodo en los Andes ecuatorianos. Tanto que en diciembre de 1980 se casó.
Sin embargo, por temas de negocios tuvo que regresar a Venezuela con su esposa y su primer hijo. En 1984 retornó a Ecuador con la idea de poner un negocio propio: “Vine con algo de dinero, no era para poner una fábrica. Entonces empecé a trabajar en la Industria Lechera Carchi, en Tulcán. Era técnico de la planta, con un sueldo mensual”. En junio de 1986 dejó su trabajo con la meta de montar su planta de lácteos. Hizo una sociedad que duró hasta 1991. “Como toda sociedad nos separamos”. Rossi siguió adelante y tiempo después su hijo Gean tuvo la idea de hacer mozarella en casa “igual a la italiana, conservada en su agua de gobierno. Logramos un sabor mejor que la mozarella italiana gracias a la calidad de la leche, la altura, el ambiente, etc.”.
Ese experimento casero fue el inicio de los nuevos proyectos de este europeo que disfruta de la conversación. En 2001 'la mozarella' se vendía en restaurantes italianos de Quito. Entonces Rossi conformó otra sociedad que duró hasta 2009. “Pero el socio vendió la compañía que habíamos formado. Y finalmente, dando gracias a Dios, en ese año empezamos lo que hoy es Grupo Rossi”. En principio este italiano arrendó el terreno y la planta; y en 2013 adquirió los 8.000 metros cuadrados y la planta que hoy, con algunas ampliaciones, ocupa cerca de 800 metros cuadrados. Allí genera 22 empleos directos.
Grupo Rossi produce mozarella para pizzerías y cocina de mesa; procesa un promedio de 5.000 litros de leche cada día, tiene ingresos por cerca de US$ 1,2 millones anuales y la meta en 2024 es exportar su queso a Canadá. “Estamos muy cerca de eso”, cuenta Rossi, mientras comparte un café y algunos de sus quesos con el equipo de Forbes Ecuador.
¿Cómo se siente tras vivir 43 años en Ecuador? “Me siento más ecuatoriano que italiano, he perdido la mentalidad italiana. Ecuador me ha dado mucho, he recibido mucho cariño. Me dio de vivir, me abrió las puertas”, cuenta con entusiasmo mientras se alista para posar para la cámara. Además se permite dar un consejo a los emprendedores: “si tienen un sueño, busquen la manera de realizarlo, así sea en una olla de 100 litros en la cocina de la casa. Hoy es una olla, mañana serán dos y pasado mañana serán tres”.
Este trabajador incansable también dice que hay que ser agradecido con el Ecuador. “Es un país para vivir bien, eso sí hay que ser constantes”. (I)