Corría el año 2006 cuando José Luis Blanco, nacido en Puebla, trabajaba como asesor en el gobierno de Vicente Fox y una ecuatoriana se le cruzó en su camino. Ella trabajaba en el Instituto Nacional del Niño y la Familia y asistió a un congreso organizado por la esposa del mandatario mexicano.
Fue tan fuerte el flechazo que ella dejó todo atrás y se quedó con él esa misma semana del evento. De este romance y luego de un tiempo de estar juntos, nació su primera hija. “En 2007 ella decidió regresar a Ecuador y la pequeña se quedó conmigo. Pasaron dos años y decidí llevarla de vacaciones a Quito para que comparta unos días con su mamá. La conexión de las dos fue tan fuerte que no tuve corazón de separarlas. Tomé sólo el vuelo de regreso”.
Graduado de Comercio Internacional en la Universidad de Madero, en México, y con una maestría a distancia en Gestión de Recursos Humanos y Administración en Atlantic International University, comenta que Quito le impactó desde que miró por la ventana, minutos antes de aterrizar. Al salir del aeropuerto su mirada volteó al Cotopaxi y lo primera exclamación fue ¡wow, que chingón!.
Los siguientes tres años iba y venía desde México constantemente. La necesidad de estar junto a su hija le llevó a tomar al decisión de renunciar a su trabajo en PwC, hacer maletas y mudarse definitivamente a Ecuador. “En mi familia, me dijeron que estaba tan loco que debía estar en un psiquiátrico, no entendieron como podía botar una carrera profesional en una multinacional, para irme a ciegas sin tener nada en el horizonte”.
Ya en Quito conoció a Jaime Andrade, quién le invitó a una fiesta. “Llegamos a la González Suárez, 6:30 pm, llovía, había neblina, algo que en Puebla nunca había visto, me pareció una chulada. En eso una joven, Adrila Jaramillo saludó con mi amigo. Me impactó. Todo lanzado le pedí al barman que prepare un calimocho (vino tinto, Coca-cola, limón y una gota de ají) me acerqué, le dije mucho gusto, tú y yo nos vamos a casar el próximo año. Ella con picardía me respondió, 'siéntate, quiero ver con quién me voy a casar'.
Efectivamente Adrila y José se casaron un año más tarde. Amante del fútbol, comenta que su corazón debe partirse en dos cuando se enfrentan la Tri de Ecuador con el Tri de México. Por siete años fue director de Recursos Humanos para el grupo Mayflower. En enero de 2017, decidió lanzarse por algo propio y creó la consultora Expertos en Gente, que hoy cuenta con 170 clientes y 14 empleados. La facturación en 2022 fue de seis cifras altas. Blanco también es coach certificado, con más de 3.000 horas de trabajo y catedrático de la Universidad de las Américas.
Su esposa, Adrila Jaramillo, fundó hace 18 años la guardería PlayGroup, de la cual Blanco es asesor director.
A sus 47 años y con dos hijas asegura sentirse feliz en este país, tanto que cuenta con un departamento en la playa Casa Blanca, Esmeraldas, a donde van muy seguido, porque sólo les toma cuatro horas llegar. “Ecuador es chingón, con una diversidad única. Sólo me falta conocer Galápagos y Loja. Una vez fui a Selva lodge, en la Amazonía, nadamos con pirañas y vimos cocodrilos cuando ibamos por la noche en una barquita”.
Los temas de inseguridad le preocupan, pero no tanto comparado con las zonas calientes de México y añade que si no se toman acciones puntuales a corto plazo, el panorama es poco alentador. “La situación política es volátil y polarizada. No podemos ser inmovilizados por el miedo”.
Cada dos años viaja con su familia a Puebla de vacaciones, entre risas confiesa que sólo sabe preparar dos platos mexicanos: chilaquiles y mollejas. Cuenta que disfruta de la comida ecuatoriana con mucho ají y picante. “La gente es maravillosa, emprendedora, amable y de mucho ñeque. Los ecuatorianos estan sentados sobre un cofre lleno de monedas de oro y no se dan cuenta. ¡Este país es una chulada! (I)