La comida entra por los ojos es la frase cliché en el mundo de la gastronomía. Pero ¿y si tiene la forma de un pipí?
Bueno, ese el 'formato' o 'emplatado' que utiliza una idea de negocio que surgió en España y que se replica en México, Puerto Rico, Perú y, claro está, Ecuador. Si hasta este momento de la lectura cree que este artículo es una inocentada o una broma estrafalaria, lea lo siguiente.
Corría el 2019 cuando Pedro Bauerbaum, nacido en Tenerife y radicado en Madrid, España, abrió un negocio de comida en el que la oferta eran unos waffles en forma de pene y de tamaño extragrande. Tal como lo lee.
El negocio se llama La Pollería y allí lo común resultó escuchar pedidos como “Hola, vengo a por una polla”. La idea fue calificada como la última provocación culinaria. El emprendimiento se hizo conocido y los usuarios de las redes sociales se encargaron de las relaciones públicas.
También aparecieron los opositores que intentaron boicotear la idea “por sexualizar al hombre”, con campañas y hashtags en medios digitales, tal como sucedió en San Juan, la capital puertorriqueña.
Los pipí waffles siguieron cruzando fronteras y desde noviembre del 2020 Quito se sumó a la lista de ciudades en donde se los oferta a todos los que se animen a probarlos. Esto ocurrió gracias a una emprendedora, Yolanda Rosero, quien junto con su esposo Diego Terán, se enteraron de los waffles en forma de pene y decidieron abrir una isla en un centro comercial del sur de Quito.
Lo primero fue importar los moldes para los waffles, aprender a hacerlos y contratar una persona para atender el local. La inversión en las dos waffleras fue de USD 1.300 y permite elaborar cuatro 'pipís' a la vez, en cada una. “Al principio hubo cierta resistencia, en especial entre las personas de más edad. A los jóvenes, en cambio, les llamó la atención y se convirtieron en "clientes fijos”.
Con el impulso del primer local, Rosero y Terán abrieron un segundo, en el sector de La Vicentina, en mayo de este año. “Acá la mayoría es chicas que vienen a pasar un rato entre amigas. Se ríen, se hacen selfies y publican sus historias en las redes sociales”. Pero también llegan familias, añade Rosero.
En el menú se encuentran sabores de nutella, frutilla, chocolate y banano. También hay los triples y los felices. Y para 'equilibrar' la oferta, desde hace un mes y medio también se cocinan las 'pussy waffles'. Con esta idea Rosero genera dos empleos, vende hasta 80 waffles los fines de semana y unos 50 de lunes a jueves; los precios, entre US$ y 4, según las características del postre que se desea degustar.
Con el eslogan 'Aquí el tamaño sí importa', este negocio se expande y ya alista la apertura de un nuevo local en el Valle de Los Chillos. Todo, gracias a una exótica idea culinaria.
Ahora vaya y pida su pipí en forma de waffle ¿o era al revés? (I)