La Cámara de la Industria Automotriz Ecuatoriana (Cinae) representa a las em[1]presas ensambladoras de vehículos y a fabricantes de autopartes que se incorporan en el vehículo. Este gremio tiene cerca de 35 afiliadas, de las cuales tres son plantas ensambladoras (Omnibus BB, Aymesa y Ciauto).
David Molina, director ejecutivo de la Cinae, revisa el actual momento de este sector productivo, en el que el 14,22 % de las ventas correspondió en 2023 a vehículos ensamblados en el país. Con datos, este vocero detalla cómo se mueve una industria en una coyuntura económica y social bastante particular.
¿Cómo fue 2023 para la industria automotriz ecuatoriana?
Hay que mirar cómo se comportó el mercado en general, tanto en vehículos importados como los nacionales. Recordemos que en 2022 se vendieron 134.309 unidades entre importados y nacionales. En 2023 la cifra se redujo a 132.979. En los últimos meses de estos años las ventas de vehículos tendieron a decrecer, pero podemos decir que 2023 fue un año muy parecido a 2022. Las expectativas eran mayores, las proyecciones eran más grandes, pero ahora vemos una tendencia decreciente, se había proyectado cerrar con 137.000 unidades vendidas.
¿Se esperaba un año récord?
No. En 2011 se vendieron alrededor de 141.000 unidades. Desde 2012 y 2013 tuvimos los cupos para las importaciones y allí hubo un descenso. Pero luego las cifras subieron a 135.000 y después vino otro freno con el Covid.
Dentro de esas cifras, ¿qué porcentaje tienen los vehículos ensamblados en el país?
El 2022 fue un año crítico y captamos apenas el 11 % del mercado. Un año antes fue 14 % y años atrás llegamos a tener más del 30 % del mercado. En 2023 vimos recuperación sobre todo en el primer semestre y cerramos con una participación del 14,22 %, cifra superior al 11,27 % de 2022. También hay que anotar la crisis global de contenedores vivida entre 2021 y 2022, además los costos se elevaron y afectaron al negocio. Los vehículos armados no vienen en contenedores, sino en barcos y el incremento del flete del 500 % hizo que ensamblar no sea viable y las empresas empezaron a traer vehículos armados. Se descontinuó el ensamblaje, aunque la crisis de la logística hoy está solucionada. El crecimiento obedece a que las empresas volvieron a ensamblar, pero lo preocupante es la caída registrada en los últimos meses de 2023. También hay que anotar que las empresas están desarrollando nuevos proyectos de ensamblaje en el país.
¿Hay optimismo?
Sí, estamos conscientes de que, por ejemplo, la Policía necesita camionetas, vehículos de patrullaje y allí la industria nacional tiene un peso importante en la compra pública. Eso puede rentabilizar un poco, el problema es la falta de liquidez del Gobierno para hacer esas compras. Está claro que la industria puede proveer, aunque pueden ocurrir atrasos en los cobros y eso alteraría la cadena de producción. Frente a eso, en 2023 la proyección fue cerrar con 18.931 vehículos ensamblados.
¿Y para este año?
Proyectar 2024 es muy complejo. No sabemos con claridad si la caída en los últimos meses de 2023 fue estructural o coyuntural; coyuntural en la medida en que con el nuevo Gobierno mucha gente espera, sobre todo la gente del sector público. Un vehículo implica endeudarse y muy pocos compran al contado. La mayoría de gente financia y para eso se necesita garantizar un flujo de dinero. La gente se pregunta si se endeuda o no. Otra parte (de la caída) se ex[1]plica por la falta de liquidez de la economía anunció el Gobierno semanas atrás. El sector automotor es uno de los termómetros de la economía, si se mueve significa que hay liquidez, además se puede medir mes por mes…
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