Rodrigo Artagaveytia: el uruguayo que se enamoró del Chaco paraguayo y conquista inversores hacia sus tierras
El empresario, director de la empresa ganadera Everdem y productor ganadero está radicado hace más de dos décadas en tierra guaraní y ha sido un nexo para la compra de campos de uruguayos en ese país

Se define como un "hombre de campo", "pasional", que adora "mucho la tradición del campo uruguayo", pero fue en el Chaco paraguayo donde pudo "cumplir su sueño" de dedicarse a la ganadería extensiva.  "Me fui a un país donde pude expresar lo que más me gusta y trabajar en lo que más me gusta como ganadero", dice en diálogo con Forbes Uruguay Rodrigo Artagaveytia durante una de sus tantas visitas que realiza a su país natal. Entre los aviones (es piloto) y los caballos, otro de sus hobbies, este uruguayo reivindica y ensalza el potencial de Paraguay para rentabilizar el capital.

El ingeniero agrónomo asegura que las potenciales "inseguridades" que pueden presentarse para invertir en tierras "son manejables", en campos que valen la mitad que el mercado uruguayo y producen el doble. ¿Cómo se dio su desembarcó en Paraguay? La compra de su primer campo hace 30 años con un grupo de amigos pagando US$ 12 por hectárea (ha), la ambición de perseguir su sueño o de sentirse Rambo cuando se instaló en el Chaco fueron algunos de los temas que abordó en su charla con Forbes Uruguay. 

Los inicios del sueño

Rodrigo Artagaveytia se crio en Cerro Largo, en un campo ganadero de su familia. Por "cuestiones de la vida", su padre vendió ese campo y adquirió otro campo "más chico" en Libertad ("La Rabida"). Este establecimiento no tenía un perfil ganadero, sino que el foco era la agricultura y la lechería. "Otra realidad diferente, productivamente, mucho más evolucionado que el otro", recuerda. Su padre también era ingeniero agrónomo y trabajó con él desde los 15 hasta los 37 años. "La realidad era que el campo era uno y como que no había muchos espacios para los dos", dice. 

Fue en ese entonces que comenzó a explorar opciones para hacer las cosas le movían la pasión por el campo. "Fue una decisión muy oportuna y conversaba con mi viejo de abrirme de la empresa. Ahí fue cuando resolví encaminar el sueño de ir por algo que también me atraía mucho", explica. Su padre también tenía campo en Corrientes, Argentina, y recuerda que un tío suyo —referente productivo— le hablaba mucho de la "exuberancia del trópico", de la braquiaria (gramínea forrajera) y lo que era Mato Grosso (Brasil). En ese contexto, un día surgió la posibilidad de ir a Paraguay por un negocio. Con otro grupo de uruguayos adquirió 64 mil hectáreas a un precio de US$/hectárea 12 en 1995. "Ahí comenzó la odisea. Pero eso era solo un campo. Después tenías que transformar eso en producción. Una costa es tener tierra, otra es ser estanciero", aclara.

Rodrigo Artagaveytia. Fotos: Nicolás Garrido

Durante ese proceso comenzó a descubrir el potencial de Paraguay. Por eso se embarcó en el armado de un proyecto de inversión, pero necesitaba capital. "Sabía que había plata en el mundo, pero tenía que encontrarla". Tanto a su padre como a su tío no los sedujo mucho en ese entonces la idea de invertir en Paraguay. "Era un país desconocido en este entonces y había inseguridades", recuerda. 

Fue así que decidió tomar un curso con Luis Romero Álvarez para amar proyectos de inversión. Y así diseñó un proyecto para desarrollar 16 mil ha en el Chaco paraguayo. "¿Quién me iba a dar US$ 3 millones para ir a desarrollar un campo al norte de Paraguay?", se preguntó. Ahí arrancó una ronda de contactos con amigos y referentes del agro uruguayo para ver si podía captar el capital que requería para darle el puntapié a su sueño de una ganadería extensiva en suelo paraguayo. Esa idea en el papel tuvo un final feliz cuando por conocido le recomendó que le presentará el proyecto a un tercero. "A ese empresario uruguayo le encantó el proyecto y rápidamente resolvió comprar el campo. Así arrancó mi vida en Paraguay", señala Artagaveytia

 

"El anzuelo para los inversores uruguayos es que las tierras del Chaco tienen una rentabilidad de 4%, 5% o 7%".

Antes se dio cuenta que "era imposible" desarrollar un campo en el Chaco paraguayo, a 900 kilómetros de Asunción, "sin experiencia, sin un montón de cosas. Así que me llevé a mi familia a Paraguay. Mi señora, muy pierna, me acompañó y toda mi familia. Le dije que era por cinco años.  Hoy hace más de 25 años que estamos acá. Me enterré en el Chaco paraguayo a laburar, a conocerlo", relata el empresario. Acotó que en un principio se sentía como "Rambo", fascinado por "conquistar" el Chaco y su potencial productivo. En Uruguay, Artagaveytia era socio y fundador de Estudio 3000, un consorcio de remate por pantalla. Cuando surgió lo de Paraguay dejó ese negocio, pero sus exsocios le plantearon por qué no replicaba ese modelo de comercialización de ganado en Paraguay. Así fue cómo la ganadería paraguaya incursionó también en la comercialización virtual de ganado vacuno. 

El "anzuelo" para los uruguayos 

La actividad de Artagaveytia como empresario en Paraguay comenzó a afianzarse con el paso de los años con la incorporación de servicios como la administración de campos. Dado su vínculo con Uruguay, comenzó a ser un "gran difusor" de ese "Paraguay productivo", por lo que comenzó a canalizar mucha inversión de uruguayos a principios del siglo. En aquel momento el latiguillo común era: los argentinos se vienen a Uruguay; los uruguayos venden y se van a Paraguay. "La gente que compraba campo decía: 'Está buenísimo comprar campo Paraguay, pero yo no voy a ir'". Eso dio pie a que el negocio de "administrar" campos se sumara a la paleta de servicios, hoy bajo la empresa Everdem. "Y la verdad que vender campo es facilísimo, pero administrarlo es mucho más complicado", asegura entre risas. Para ofrecer ese servicio formó un equipo con ingenieros agrónomos que le posibilitaron la gestión y administración de esas propiedades. Hoy Everdem está a cargo de 10 establecimientos en una superficie de 300 mil hectáreas. 

Los primeros campos que su empresa le vendió a uruguayos en los años 2001-2002 eran a precios irrisorios, US$ 20-25 por hectárea. "La gente no creía. Me decía: 'no puede ser, me están engañando'". Según Artagaveytia, en ese entonces había "mucha tierra", pero "poco capital" para desarrollar esos campos, por eso valían tan poco. Eso llevó a que se dieran un "malón" de inversión. Se estima que se vendieron unos 2 millones de hectáreas, de las cuales unas 800 mil ha fueron adquiridas por capitales uruguayos. "Ahí empezó el desarrollo del Chaco. Los uruguayos tuvieron una presencia muy potente en el lugar y eso comenzó a mover la roca y los campos comenzaron a valer", explicó. Los valores de la tierra comenzaron a subir hasta el pico de los commodities que se dio hasta el 2012-2014, y luego se "masetearon", al igual que en Uruguay, e incluso se dio una baja en los precios de 20%-30%. 

Rodrigo Artagaveytia. Fotos: Nicolás Garrido

Hoy el mercado de tierras en Paraguay comenzó a repuntar asociado a la rentabilidad esperada. "Los uruguayos siguen llegando, siempre hay un flujo permanente. El uruguayo y el paraguayo tienen mucha afinidad", asegura. 

Hoy los "campos vírgenes" en el Chaco se venden sobre un eje de US$/ha 450-500, mientras que un campo pronto para producir cuesta entre Us$ 900 y US$1.000 por hectárea. "Todavía quedan más de 2 millones de hectáreas por desarrollar", destaca. La normativa ambiental en Paraguay permite que esos campos puedan ser desmontados, aunque hay que preservar un 50% de la superficie. Por tanto, el costo efectivo de una hectárea de campo hoy en el Chaco es de unos US$/ha 1.800-2.100. En Uruguay, el precio medio de la ha es de unos US$/ha 4.000.

A juicio de Artagaveytia, "el anzuelo" para los inversores uruguayos es que esas tierras del Chaco tienen una rentabilidad de 4%, 5% o 7%. "Son tierras que producen US$ 100 por hectárea libre. Hablamos de 160-180 kg de carne por hectárea", asegura. En Uruguay la producción promedio de carne por ha ronda los 90 kg. "Esa relación es la que hoy rompe los ojos. Acá los campos valen la mitad y producen el doble", resalta. 

Artagaveytia sostiene que en Paraguay todavía "falta más inversión" para que el país se siga desarrollando. "Seguimos siendo pocos en el Paraguay para toda la tierra que hay", insiste. Está convencido que la obtención del grado inversor por parte de Paraguay le va a dar "muchísima" visibilidad al país y en desterrar algunos mitos sobre sus "inseguridades", que "son manejables". Precisamente, un sector que está mostrando un crecimiento explosivo es la forestación.