Cuando en octubre del 2020, la fintech social (originaria de San Francisco, California, EE.UU.) abrió en Ecuador sus operaciones, siendo el primer país donde se iniciaba la expansión en América Latina, las expectativas eran grandes, pero no tanto. Al cabo de un poco más de un año, las cifras son alentadoras para la firma: 38 colaboradores, 1.200 puntos de venta y 80.000 clientes a los cuales se les ha extendido créditos para la compra de su smartphone.
José Luis Coba fue designado en julio de este año como Country Manager en Ecuador, tras un largo proceso para adaptar el concepto de la compañía a las regulaciones nacionales. Hasta ese momento, apenas eran dos personas las que trabajaban en la oficina en Quito. Coba, de 36 años, de los cuales diez los ha dedicado al mundo de la tecnología, asumió el reto para impulsar el modelo de esta compañía que nació en 2016 con el fin de ofrecer créditos a personas que no tienen acceso a este, para la adquisición de artículos que son de suma utilidad para su vida. Así, por ejemplo, en África se extendía estos préstamos para paneles solares. En Ecuador para teléfonos celulares, que para mucha gente es su vehículo para trabajar.
"El modelo es establecer alianzas con tiendas o establecimientos donde se vendan teléfonos, porque nosotros no manejamos inventario. Así, una tienda de la esquina en Portoviejo, de un emprendedor local, que no puede ofrecer crédito, a través de nuestra plataforma puede hacerlo. Le afiliamos, capacitamos, instalamos el sistema, incentivamos a sus vendedores, acompañamos su marketing, a cambio de que vendan teléfonos con el crédito de PAYJOY. Esa tienda, de lo que vendía 20 teléfonos, hoy vende cinco veces más. Les ayudamos a crecer, porque tienen más opción al disponer de crédito", explica Coba.
Recuerda que su primer cliente fue un ciudadano de 85 años que jamás había recibido un crédito. Para él era difícil de creer y de confiar que con solo su cédula y u número de teléfono activo pudiera acceder a un préstamo a 12 meses para adquirir un smartphone. Pero vio que en efecto era así y ahora paga cuotas semanales de acuerdo a su capacidad de ingresos. "Al 95% de quienes solicitan el crédito se le aprueba. Al resto se le rechaza o se le bloquea porque son personas que hacen fraude y a quienes ya nuestro sistema regional las tiene ubicadas. Desde México, cuando en una tienda o un vendedor reitera en el fraude se le cierra la plataforma. El porcentaje de fraude es de alrededor del 30%, pero es menor que en otros países del mundo. La gente en el país es bastante honesta".
La aceptación de la plataforma en tan solo cinco meses hace que Coba abrigue una proyección positiva para el próximo año: "esperamos bordear los 70 colaboradores, triplicar los puntos de venta (hasta 3.600, aproximadamente) y sumar el millón de clientes entre 2022 y 2023". (I)
