Considero que son pocas las personas que no conocen o no han escuchado sobre el Universo Marvel. Es difícil imaginar un mundo donde no exista Spiderman o no podamos admirar las hazañas de Iron Man. Cada vez estamos más envueltos en un multiverso de entretenimiento que, definitivamente, puede ser rentable en un mercado donde la edad y el género no importan. Varias generaciones han crecido rodeadas de un mundo de fantasía donde todo es posible y los superpoderes son cosas de la cotidianidad.
Óscar y Ricardo Chicaiza Núñez son un claro ejemplo de esto. Son dos hermanos nacidos en Quito, que comparten la pasión por los videojuegos, los LEGO, los cómics y los superhéroes. Desde pequeños estaban fascinados por los muñecos, no solo para jugar con ellos, sino también para coleccionarlos. Ellos soñaban en construir sus propios personajes, ya que estaban condicionados a comprar únicamente lo que llegaba al país. Eran productos con precios muy elevados y con poca variedad, no podían contar con los escenarios o con los implementos extras, y esa frustración los llevó a pensar en grande. ¿Por qué no tener un superhéroe ecuatoriano?
Comenzaron armando ciertas estructuras y casas, para después prototipar personajes y crear piezas para ensamblar. Las niñas, años atrás, jugaban con las conocidas "cucas", pero los niños no tenían un juguete parecido que les permitiera armar o vestir a su superhéroe favorito. Así que Ricardo, desde corta edad, comenzó a dibujarlos e imaginar un universo con ellos. Esta motivación llevó a los hermanos Chicaiza a estudiar ciertas carreras técnicas para materializar una idea que hoy es un éxito regional.
Tenían claro que debía ser un juguete lúdico, accesible para todas las personas y que satisficiera ciertas necesidades y gustos como tocar, armar y desarmar. En la actualidad, los niños y las niñas buscan cosas didácticas, mientras que sus padres se preocupan por temas de motricidad fina o de recreación. El reto estaba en construir una experiencia para la familia, donde todos los integrantes estuvieran involucrados, tal cual sucede cuando se arma un rompecabezas de 1.000 piezas.
Los hermanos Chicaiza se imaginaron a niños, desde los seis años, uniendo las partes de sus juguetes, en compañía de sus padres. Es así que hace tres años decidieron sentarse formalmente y construir lo que hoy conocemos como Ecoy. Todo ese conocimiento adquirido se plasmó en 13 prototipos. El primero fue un Wolverine en blanco, ideal para pintarlo y personalizarlo, pero tenía problemas estructurales. Era muy cabezón, se caía, no tenía equilibrio o simetría. Durante aproximadamente 18 meses trabajaron para encontrar una estructura específica cuyo peso estuviera balanceado y se mantuviera estático.
Ellos descubrieron la "receta perfecta", que ya tiene su propia patente nacional y extranjera. Los muñecos tienen una proporción áurea y una escala específica para que calce perfectamente en una mano. La cabeza tiene proporción con las manos y estas con los dedos, es decir, como un cuerpo humano. Con todas estas pruebas crearon un juguete para que cualquier persona tuviera la capacidad de armar las piezas desde una hoja 2D desprendible.
El proceso para encontrar el Ecoy ideal
Óscar Chicaiza, con 38 años, es el presidente de la empresa. Es arquitecto de profesión y especialista en planificación y gestión urbana. Se desenvuelve como presidente del Club Rotario y fue el responsable de buscar oportunidades para este emprendimiento, que nació hace tres años y fue constituido legalmente hace más de uno, como Ecoy Papertoys S.A.S. Al ser experto en maquetería, ha estado involucrado al 100% en el desarrollo de los muñecos. "Con mi hermano queríamos trabajar para nosotros mismos y juntamos nuestras habilidades para repensar la industria de los juguetes. Ahora existe una contaminación excesiva por los plásticos y son nuestros niños quienes juegan con esto. La mayoría se daña, se pierde y se amontona (como en las películas de Toy Story)". Por esta razón, se involucraron con el papel, ya que no había proyectos sostenibles, sustentables y ecológicos en el mercado. "Nuestro nombre engloba esa misión y fusiona las palabras ecological toys para generar un verdadero valor agregado".
Según Óscar, todos —alguna vez en nuestra vida— hemos armado una figura en 3D y son experiencias que no se olvidan. Sin embargo, hicieron testeos para conocer con certeza la reacción de las personas. Tomaron una decisión muy arriesgada y sacaron 10.000 juguetes en Quito, con los personajes de Disney, sin tener ninguna licencia. "La gente debía palpar el producto y nosotros probar los acabados con el mínimo viable. Por ejemplo, la forma de los zapatos fue probada con niños y también pudimos llegar al grosor ideal de la cartulina. Los primeros prototipos fueron de papel. Nos tocó ver el peso y la forma para encontrar el material más flexible y que no perdiera la impresión cuando se armara. En una prueba, el gramaje del personaje modificó las piezas y dejaron de calzar, por lo que este proceso fue indispensable".
Una de las ventajas de Ecoy es que es un proyecto digital y no necesitan tener una fábrica de producción. Literalmente, pueden llevarlo en una flash memory e imprimir en cualquier parte del mundo. "Podíamos hacerlos de cerámica o plástico, pero optamos por una metodología que disminuyera la huella de carbono de la industria. Los personajes pueden llegar a cualquier lugar y producirse ahí mismo, no implica ningún tema de exportación o movilización. No queríamos generar un producto con conciencia, sino una marca, y el juguete físico es solo el primer paso".
Cuatro artistas de un universo
Ricardo es el hermano menor, el que está dispuesto a pagar grandes cantidades de dinero por una figura. En su casa tiene un espacio para exhibir su colección y espera heredarla a sus hijos. Tiene 34 años, es el gerente de la empresa y estudió animación 2D y 3D. Cuenta con amplia experiencia en efectos especiales y siempre quiso ser desarrollador de videojuegos, un background que les ayudó a enfocarse en un modelo digital. La estructura morfológica de los prototipos está pensada para que puedan cobrar vida. "Ecoy tiene cuatro líneas de negocio, no solo Ecoy paper toys. También, tenemos Ecoy films, con animaciones de los personajes como lo hace Lego. Ecoy meta, que propone la creación de un metaverso propio, y Ecoy video games".
Lo que los usuarios van a tener en físico también lo disfrutarán en diversas pantallas y formatos. Es una conexión entre dos realidades. "Ecoy se pensó como una startup digital desde el inicio. Recién hace un año se puso de moda el metaverso, pero nosotros ya lo teníamos pensando desde hace tres años. Nuestra propuesta es crear el mundo ideal donde puedas diseñar tu ciudad desde cero y experimentar lo que tú quieras. Después de armar tu muñeco de papel, tu avatar físico, vienen las aplicaciones, los videojuegos, las series, las películas... todo lo que está en la imaginación".
Otro factor relevante que destaca Ricardo es el hecho de que estos juguetes son coleccionables. Contienen un show box enumerado para guardar la pieza una vez ensamblada. Por ejemplo, van a existir diversas versiones de un personaje y esperan que cobren valor con el tiempo. "No hay nada como tener el modelo 001, firmado por los creadores, porque puede llegar a costar miles de dólares". A pesar de que aún no están disponibles para la venta, ya tienen proyectado abrir una tienda física en Orlando, Estados Unidos, en el segundo semestre de este año. Primero, van a pasar por una etapa de comercialización en la región, que comenzará en Ecuador, con 10.000 unidades en las principales cadenas. Esta tienda Ecoy está pensada como una experiencia digital, con objetos 3D flotando y realidad aumentada, que permita traspasar del mundo 2D al 3D. "Vamos a exhibir nuestros productos como una empresa global, que presenta una idea única, que muchas veces no nos creen que es ecuatoriana".
Un amor a primera vista con Disney
Renzo Aguirre es el socio inversionista y se conoció con Óscar, hace más de un año y medio, en una charla sobre emprendimiento en el Club Rotario. Es un empresario de 48 años, que cuenta con negocios nacionales y extranjeros, y que ya ha invertido en Ecoy entre US$ 250.000 y US$ 300.000. "Óscar me llamó y me dijo que quería presentarme un proyecto. Nos sentamos y me enamoré enseguida, a pesar de que no soy amante de los superhéroes o videojuegos. Él no estaba buscando solo inversión, sino que necesitaba ayuda para estructurar una visión empresarial, un modelo de gestión, un orden y una estructura. Ese mismo día nos dimos la mano y me pidió que liderara la estrategia y la parte financiera". La llegada de Aguirre marcó un antes y un después porque él les enseñó a pensar en grande. Al principio los hermanos Chicaiza tocaron la puerta de Dilipa y SuperPaco, pero con el cambio de visión de este inversionista buscaron empresas como Disney, que necesiten desplegar su marca en el planeta. Sus tiendas son clásicas y no cuentan con mercadería concebida en papel o con un universo digital y ecológico.
Mientras estaban haciendo los testeos y la patente, apareció una oportunidad para presentar el proyecto a Disney LATAM. La primera reunión fue virtual, en medio de la pandemia, y la respuesta fue positiva. ¡Les encantó! No existe un juguete de papel y ahora el mercado está cambiando para ser más verde. Era lo que estaban buscando no les importó que hubieran elaborado los primeros prototipos sin licencia y -hasta el momento- no han cambiado nada del diseño original. "Disney no pensó que en Ecuador se pueda desarrollar algo tan avanzado. Nos pidieron, en 2021, la autorización para llevar a Ecoy a una feria internacional en Brasil y se enamoraron. Nos llamaron a decir: '¿Por qué no están ejecutando?' y ahí comenzó el proceso para obtener sus licencias".
Se validaron y se autorizaron los prototipos. Se firmó un contrato y estos tres empresarios ya cuentan con la licencia de uso de la imagen de todos sus personajes. Esta marca mundial recibirá un porcentaje de todas las regalías que se generan.
“Disney volteó a vernos y otros grandes lo van a hacer. Ecoy puede convertirse en cualquier personaje o elemento, puede ser un político, un futbolista... Vamos a abrir diversas líneas de comercio, pero hoy comenzamos en Estados Unidos, con el mundo de Marvel y Mickey Mouse. Dentro del plan está Ecuador porque aquí nació el proyecto y queremos mostrar a la gente nuestro potencial. Sin embargo, nos vamos a enfocar en mercados grandes que generen un verdadero impacto y rentabilidad, por eso ya no hemos aceptado más inversionistas nacionales".
Por el momento, la compañía, con las licencias y los contratos firmados, está valorada en US$ 2 millones. El precio en percha de los juguetes será de US$ 13,70 y están empacando sus maletas para abrir su negocio en Estados Unidos como Ecoy Business Global. No se puede negar que tienen claro el camino, hacia dónde apuntan y a dónde quieren llegar. (I)
* El artículo original fue publicado en la edición impresa No. 9, de diciembre2022-enero2023.