Martín Mazza, de TFH: "No es trivial poner un protocolo que nos sirva para testear humanidad en línea"
El gerente regional de Tools For Humanity (TFH), la empresa detrás del proyecto que paga por el escaneo de iris, participó de una charla en el marco de la Santex Week 2024, evento organizado por la compañía de software con sede en Córdoba.

La creación de identidades digitales descentralizadas es uno de los grandes retos de nuestra era. Martín Mazza, gerente regional de Tools For Humanity (TFH), la empresa detrás de World (antes, Worldcoin), compartió su visión sobre cómo este proyecto global que busca transformar la forma en que concebimos la identidad durante su participación en la Santex Week 2024, un evento organizado por la compañía de software con sede en Córdoba la semana pasada. En una charla con un reducido grupo de periodistas, Mazza explicó cómo la compañía fundada por Sam Altman y Alex Blania, que entrega dólares a cambio del escaneo del iris de los usuarios, busca construir una red global de humanos verificados.

-El escaneo del iris genera polémica, ¿cómo explicás de manera sencilla qué es World y cuál es su principal objetivo?

Este proyecto nació de Sam Altman y Alex Blania hace un poco más de 5 años, o sea, prácticamente la misma cabeza que hoy también está desarrollando y llevando adelante servicios como OpenAI, ChatGPT, básicamente, viendo los desafíos que va a traer la inteligencia artificial (IA). Se trata de tener un protocolo que nos sirva para testear humanidad en línea, algo que suena muy trivial, pero que hoy no lo es. Tampoco es nuevo, simplemente que hoy la IA lo exacerba más. ¿Cuántas veces no sabemos si detrás de un email hay una persona o una granja de bots? O, cuando hacemos fila virtual para comprar un ticket para un espectáculo, ¿contra qué te enfrentás? Y confiamos en el captcha o esa imagen donde hay que escoger los cuadraditos con los semáforos y demás... Pasó algo que no debería ser trivial, que es que hoy las IA ya resuelven esos tipos de problemas. Esta tecnología avanza cada vez más y deja un poco otras tecnologías en las cuales confíabamos, en este caso, para verificar si hay un humano detrás de una acción en línea. Necesitamos otro tipo de tecnología y eso es lo que ofrece World. O sea, en vez de cómo le hacemos más difícil a las máquinas probar humanidad, cómo le hacemos más fácil a los humanos probar su humanidad y para eso nació World y World ID, que es esta credencial que, a través de pluviometría del iris, genera una prueba de que sos un humano y que formás parte de esta red global de humanos. 

Por lo que dijo Elon Musk, sabemos que entre el 20 y 40% de los supuestos usuarios de Twitter son bots. Deslizó esa estadística cuando compró la plataforma. Entonces, hoy no sabemos detrás de una red social cuántos son humanos y cuántos no. Sí sabemos que en World hay más de 7,5 millones de humanos verificados, que todos tienen su propia credencial, su propia custodia de esa forma de probar humanidad.

Y la idea, cuando se concibió el proyecto, fue que esto había que hacerlo de forma descentralizada y que preserve la privacidad

-¿Por qué se usa el iris?

Pensamos que va a ser muy obvio en el futuro tener una forma de interactuar en línea, preservando nuestra privacidad. Y por eso justamente se usa el iris. Es personal, es lo que nos permite distinguir entre un montón de humanos; el ADN te lo permite hacer aún con mayor fiabilidad, pero se optó por el iris, y no por las huellas dactilares, por ejemplo, porque es lo que permite que el sistema sea inclusivo y privado. Inclusivo porque casi todos tenemos iris. Si bien hay casos de personas no videntes, para ellos el protocolo está pensando en soluciones diferentes. Pero en general se optó por el iris por ese motivo: es inclusivo y es la forma de hacerlo es privada porque con un dispostivo que es del tamaño de una esfera, que es una cámara de fotos, saco una foto del rostro y del iris, esa foto utiliza esa información para crearte tu prueba de humanidad, que es lo que se llama un hash, un código que construye a partir de eso, y elimina esa imagen. El protocolo no sabe quiénes son las personas, no te solicitan información, tu nombre ni otra información para vincularlo y no almacena la información biométrica. Es decir, usa la información biométrica para generar una prueba de humanidad, la elimina y te damos el control después de esa prueba para, el día de mañana, probar humanidad en distintos sistemas

 

-De estos más de 7,5 millones de humanos verificados, ¿cuántos son de Argentina y cómo está el comportamiento de los usuarios en nuestro país?

Hay 2,3 millones en Argentina y este es un componente, lo que hace el World ID. Por otro lado, en el protocolo tenés World coin, World Chain y la app. Se lanzó una cadena de bloques donde están estas transacciones porque ya escaló tanto que éramos el 90% de la blockchain que se usaba antes. Hubo que crear una nueva blockchain con la escalabilidad para un sistema así, que además prioriza las transacciones humanas. Hoy el principal problema que tienen las blockchains es que yo me armo 10 billeteras y puedo empezar a mandar transacciones en la red de Bitcoin o Ethereum y eso lo pueden hacer los bots.

World Chain es la primera cadena de bloques que va a tener la capacidad de, a través de World ID, priorizar el tráfico de humanos en transacciones. El World coin, el token digital, es una criptomoneda que sirve de anclaje al sistema, es una forma de darle el valor, la participación del valor a las propias personas que se suman y creo que está bueno también porque eso va a reflejar también la confianza del sistema. 

-¿Cómo es el modelo de negocio?

El modelo de negocio no difiere mucho de otras cadenas de bloques. En el futuro, si World ID logra escalar, una empresa podría integrarlo para validar la humanidad y mitigar fraudes, por ejemplo, asegurándose de que detrás de la compra de un ticket hay una persona real. Este servicio tiene un costo, ya que las blockchains requieren cubrir el costo computacional que consume la red. En este caso, el token Worldcoin se utilizaría para pagar esos costos. De esta manera, quienes participan se benefician del valor que generan, mientras que las empresas o entidades del sector público y privado que adopten la herramienta utilizarían el token de manera similar a como se utiliza Ethereum hoy en día para transacciones.

-¿Cómo se vence la resistencia, al miedo que hay al escaneo del iris? 

Es similar a lo que ocurrió con Bitcoin. Al principio, muchas personas lo veían con desconfianza, algunos decían que era un esquema ponzi o que solo servía para actividades ilícitas. Hoy, sin embargo, Bitcoin está incluido en planes de pensión en Estados Unidos, y es posible invertir en él como parte de tu jubilación con solo presionar un botón.

Las tecnologías necesitan tiempo para ser entendidas y aceptadas. Con el tiempo, se puede observar hacia dónde se dirigen y cómo evolucionan. Aquellos que se suman temprano suelen beneficiarse más. Por ejemplo, yo me uní en mayo de 2022 y, hasta ahora, he recibido alrededor de 200 Worldcoins, mientras que alguien que se une hoy recibe solo 60. Pienso en cómo nos sentiríamos si hubiéramos sido de los primeros cinco usuarios de WhatsApp, una herramienta que ahora utilizan millones de personas en el mundo.

-¿No está haciendo falta un caso de implementación práctica, un caso de éxito? 

Creo que la implementación, cuando haya utilidad sobre la red, va a ayudar muchísimo también. Imaginemos que ChatGPT utiliza World ID como sistema de inicio de sesión. Podrías autenticarte con tu World ID, permitiendo que la plataforma confirme que sos un humano. Además, podrías decidir, con tu consentimiento, si compartís tu información o preferís mantener tu privacidad. Otro caso podría ser que mañana una empresa como Ticketmaster integre esta tecnología para prevenir la reventa de entradas, garantizando que cada ticket esté vinculado a una persona real. 

 -¿Están charlando con empresas para que empiecen a integrar esta tecnología?

Un caso de uso que me fascina, y que creo que destaca el gran potencial de esta tecnología, es la posibilidad de aportar transparencia, especialmente en redes sociales. Por ejemplo, Meta tiene 2.000 millones de usuarios diarios, pero no sabemos cuántos de ellos son realmente humanos. Para mí, 2025 será un año clave. Desde TFH, necesitamos enfocar nuestros esfuerzos en inspirar la creatividad local, trabajar con emprendedores, empresas y el sector público para fomentar casos de uso concretos.

La clave es fomentar e inspirar creatividad, porque esto debe ser completamente descentralizado. Mi objetivo es que en cinco años ya no tenga que estar involucrado directamente en esto, que otros puedan tomar el relevo mientras busco nuevos desafíos. Por ejemplo, ¿por qué una empresa tecnológica no podría desarrollar un proyecto con la ciudad de Córdoba para usar World ID en la distribución de beneficios sociales? Podría garantizarse que lleguen directamente a las personas sin intermediarios. Esa empresa podría vender la solución a la ciudad, que a su vez la financia, y tal vez la Fundación podría otorgarle una beca para costear parte del desarrollo.

Por eso, la descentralización es esencial. Me encantaría que personas a la vanguardia en la adopción de tecnología utilicen esta herramienta para distribuir soluciones de forma innovadora y eficiente.

 

-¿Cuántos Orbs  hay hoy en Argentina? 

Son como 250. Se está dando una vuelta para poder reactivar ciertas locaciones. 

-¿Hay alguna limitación respecto a que algún gobierno lo haya prohibido?

Worldcoin está prohibido en un solo país, en Asia. El servicio está pausado en España y Portugal por un tema de mal entendimiento de la plataforma. En realidad, World podría operar sin problemas en España hoy mismo, pero se está dando tiempo a la Agencia Española de Protección de Datos para que forme una opinión más completa al respecto y se pueda dialogar con ellos.

-¿Cómo está la situación en Argentina, especialmente en la provincia de Buenos Aires? 

La situación en la provincia parece derivar de un malentendido sobre el funcionamiento de la red. Sin embargo, el servicio está activo y disponible en muchos lugares de la provincia y en la Ciudad de Buenos Aires. De hecho, el pasado 17 de octubre inauguramos un espacio insignia en el Shopping Abasto, incorporando en Argentina uno de los dispositivos de última generación, más orientado al autoservicio: el usuario simplemente muestra su app y no requiere asistencia.

En cuanto a la decisión de la provincia, la fundación presentó una apelación y creemos que es cuestión de tiempo para que se resuelva. Consideramos que la situación responde a una falta de comprensión completa del proyecto, pero somos optimistas respecto al desenlace.

-¿La suba reciente de las crypto puede tener algún tipo de impacto?

No se puede especular al respecto. Las criptomonedas son volátiles: suben y bajan, y no es posible predecir qué ocurrirá. Sin embargo, creo que el uso de aplicaciones que anclan el valor de una criptomoneda y lo retornan a los usuarios es un enfoque interesante porque alinea mejor los incentivos.

Por ejemplo, ¿qué habría pasado si todos hubiéramos tenido una pequeña participación en WhatsApp desde que comenzamos a usarlo o en cualquier otra red social? Casos como Bitcoin o Ethereum han demostrado que, gracias a blockchain, el valor puede compartirse con los participantes en lugar de concentrarse en un ente centralizado, como ha sucedido en gran parte de los últimos 20 años de Internet. En ese modelo, el valor queda capturado por una compañía, y la única forma de participar es esperar a que se haga pública y poder comprar acciones. Blockchain cambia esa lógica, democratizando el acceso al valor generado.

-¿Está confirmado que viene Sam Altman a fin de año?

Bueno, lo dijo él, fueron sus propias palabras, Sebastián Davidovsky lo interceptó a él y lo dijo, así que yo lo tomaría como, bueno, sí.