Lo más óptimo es dar al menos tres razones básicas de por qué quieres ese puesto de trabajo en esa empresa en concreto. A veces, solamente nos mueve el dinero o unas grandes expectativas de mejora, pero hay que tener cuidado con lo que decimos. A continuación, las tres motivaciones que tienes que revelar.
Motivación profesional
Estás en una entrevista de trabajo, por lo que siempre tienes que ceñirte en primer lugar a lo estrictamente profesional. Tienes que ser capaz de demostrar con tu respuesta que estás entusiasmado por lo que viene y que vas a ser capaz de hacerlo. Por ejemplo, puedes decir que estás interesado en el puesto porque tus habilidades concuerdan con lo que se pide y crees ser capaz de aportar soluciones de las que la empresa saldrá beneficiada y, por consiguiente, vos también.
Motivación cultural
Nos referimos a la cultura de la empresa para cuyo puesto eres candidato. Con esta segunda parte de la respuesta también añade un toque profesional e introduce la motivación personal. Infórmate acerca de la cultura de la empresa y menciona que te gusta lo que escuchaste o leíste sobre sus valores, añadiendo que se ajustan a los tuyos y a tu personalidad. Si puedes, habla de alguno de esos valores en concreto.
Motivación personal
Cierra con broche de oro con la aportación de una visión más personal de los beneficios del puesto. Que el centro de trabajo está cerca de tu casa y ahorras tiempo en viajes, que deseabas trasladarte a la ciudad a la que te tocaría ir de ser aceptado, que eres un entusiasta de la marca y te hace ilusión pasar de usuario a empleado, etc. Busca tu verdadera motivación y exponla sin miedo, las historias personales siempre son un buen gancho y ayudan a los reclutadores a vislumbrar cómo son realmente los candidatos.
*Nota publicada en Forbes España