Forbes Ecuador
karu
Negocios
Share

Un bioquímico, un financiero y un ingeniero comercial son los creadores de Kaarú. Estos tres visionarios cuentan cómo pasaron de elaborar yogur griego en la cocina de la casa a tener una empresa que creció con paciencia y que hoy oferta 100 productos. En su primer año, en 2012, las ventas fueron por US$ 1.000.

25 Octubre de 2024 12.03

Era 2011 cuando Sebastián Andrade, un bioquímico graduado de la Universidad de Oregon, vino de vacaciones a Quito y empezó a ayudar a su mamá, Stacy Flamer, a preparar yogurt griego en la cocina de su casa. Con telas filtraban el suero de la leche y salía el yogur espeso, que compartían con amigos cercanos. "Empezamos a hacer pruebas de acidez, tiempos y temperaturas. Cada vez nos pedían más y el boca a boca funcionaba". 

Andrade se comunicó con su amigo de la infancia Nicolás Pérez, con quien siempre hablaban de algún día emprender en algo propio. Pérez, graduado de Historia y Finanzas en la Universidad de Notre Dame, trabajaba en la banca de inversión, en Nueva York. "Me pareció fantástica la idea, porque en Ecuador no había nada parecido. En esos años en Estados Unidos era el boom de los yogurt griegos Chobani. Imagínate: en 2010 facturó US$ 10.000 millones. No se trataba de inventar el agua tibia. Nos dijimos eso podría funcionar en Ecuador".

El mes de vacación se convirtió en una estancia indefinida. Andrade fue a Estados Unidos solo para renunciar y recoger sus cosas, mientras Pérez siguió trabajando en Nueva York y luego en Londres por cinco años, a la espera de que la idea, que se convirtió en Kaarú, se consolidara. El nombre nació porque querían que sonara griego, pero que tampoco les encasillara, que fuera lo suficientemente fuerte para que permanezca en la mente.

Recomendado: US$ 5 millones para impulsar la economía circular en La Holandesa

Andrade, gerente General, recuerda que al inicio compraban la leche en los supermercados. También cuenta que su abuelita les regaló la primera marmita, una olla de acero inoxidable, con una capacidad superior a 40 litros, que en el mercado vale más de US$ 400. En 2012 vendían el medio litro en US$ 2,50 y las ventas cerraron en US$ 1.000. Era un emprendimiento que apenas daba sus primeros pasos.

Tras varios experimentos, el yogurt alcanzó un mejor sabor, con menos acidez para que pudiera tener diversos usos y fuera agradable para el consumo. El siguiente paso fue buscar proveedores directos en haciendas en las afueras de Quito. 

La cocina de la casa empezaba a quedar pequeña y, con una inversión de US$ 60.000, los socios compraron más marmitas, descremadoras y placas de calefactores, pero seguían filtrando el suero con un tamiz de tela. Arrendaron un local en el valle de Cumbayá y en 2013 producían 300 kilos de yogur, pero la calidad todavía no era la óptima. "Como el yogur pasaba expuesto al ambiente 36 horas mientras se filtraba, no era muy estable y nosotros nos rehusábamos a usar preservantes, queríamos que fuera 100% natural. Fruto de este manejo artesanal, a algunos clientes les explotaba en la cara cuando lo abrían y las devoluciones eran algo comunes.

Las dificultades no les quitaron el sueño, porque estaban dispuestos a darle con todo. En sus mentes sabían cuál era la solución, el problema era la falta de recursos económicos. Acudieron a la familia y el apoyo fue total. En 2015, con una inversión de US$ 500.000, compraron la primera máquina industrial para filtrar, con lo que el proceso se redujo de 36 horas a 30 minutos, y consiguieron la calidad que buscaban. Ese año cerraron con una producción de 3.000 kilos de yogurt y US$ 50.000 en ventas.

Le puede interesar: Manta se convertirá en el "corazón" de la industria molinera nacional

Los siguientes años duplicaron anualmente las ventas. Cuando vieron que el negocio tenía futuro, Pérez regresó al país para poner el hombro y se incorporó como gerente financiero...

Para leer la entrevista completa consigue la nueva edición en:

Supermaxi

Megamaxi

Mr. Books

Libri Mundi

The Owl Books & Gifts

Mi Comisariato

Travel Stores

o dale clic aquí (I)

10