Novopan es considerada la empresa más grande de tableros de aglomerados de Ecuador y la región, con una producción de casi un millón de tableros anuales que se exportan a 15 países. Su inicio se remonta a 1979, en el sur de Quito. El Ecuador volvía a la democracia y esta empresa arrancaba con una inversión inicial de US$ 4 millones (116 millones de sucres, al cambio de esa época). La producción llegaba a 30.000 metros cúbicos de tableros de aglomerado que en su totalidad se exportaban a los integrantes del entonces Pacto Andino (Colombia, Venezuela y Perú).
En 1982 llegó una crisis y se suspendió la venta de aglomerados para esos países. La producción bajó a 7.000 metros cúbicos que se comercializaban en Ecuador sin mayor aceptación. Fueron 10 años terribles. Todos los días había que reinventarse, nada funcionaba. Los accionistas cada año debatían si continuaban o paraban, recuerda Ignacio Bustamante, el actual CEO de la empresa y quien lleva 38 años en Novopan.
La decisión fue seguir. En 1996 se compró la primera máquina para recubrimiento que costó US$ 2 millones. Empezó así una etapa de inversiones, compra de maquinarías, incremento de producción, plantación de bosques de eucalipto y pino, y la apertura de una oficina en Perú. La inversión más fuerte, US$ 60 millones, se dio en 2007, con la compra de 800 hectáreas en el sector de Itulcachi, Pifo, al este de Quito. En 12 años la firma multiplicó por 20 la producción de tableros y llegó a 600.000 y la facturación en 2022 fue de US$ 200 millones
Graduado en Ingeniería Electrónica de la Escuela Politécnica Nacional, con un MBA en el INCAE, Bustamante ingresó a Novopan en 1986 como ingeniero de mantenimiento. En el 2000 fue nombrado gerente general y desde hace dos años se desempeña como presidente ejecutivo. Además, es presidente de la Cámara de Industrias, integrante de la iniciativa ECUADOR 2030 y miembro de algunos directorios de empresas privadas.
Actualmente esta empresa cuenta con 16.000 hectáreas de bosques cultivados tanto en la Costa como en la Sierra, 80 Novocentros (franquicias) en Ecuador, 70 en Perú y 200 en Colombia. También tiene cuatro centros de experiencia en Ecuador, tres en Perú y dos en Colombia. En estos, el cliente puede conocer los múltiples usos de los tableros.
La empresa produce 25.000 tableros diarios, tiene 640 colaboradores y exporta a 15 países, incluidos México y Estados Unidos. La facturación en 2023 fue de US$ 240 millones y este año superará los US$ 250 millones.
En un diálogo espontáneo, Bustamante comparte con Forbes el pasado, el presente y el futuro de la empresa. Entre sus retos está construir un modelo de gestión competitivo que se adapte a los cambios en un ambiente volátil y en ocasiones incierto.
Estructurado, disciplinado, ordenado, y metódico. Estudió en la Academia Militar Ecuador, donde fue abanderado del pabellón nacional. Al preguntarle qué le marcó de esa época, suelta una carcajada y responde: el pañuelo, aunque mis hijas digan que eso es de antiguos, una peinilla en el bolsillo, porque uno nunca puede estar despeinado y los zapatos bien lustrados.
¿Cómo fue su ingreso a Novopan?
Siempre fui muy estudioso, aunque en la Politécnica aprendí de verdad lo que era estudiar, al principio me sentía un analfabeto frente a mis compañeros del Benalcázar o del San Gabriel. A los 23 años, estaba en último año y decidí casarme. Mi papá, primo de César Álvarez (dueño de Novopan), le preguntó si tenía algún oficio para mí y entré como ingeniero de mantenimiento en 1989. Con un amigo, paralelamente creé una empresa de mantenimiento, mis papás me prestaron el dinero para arrancar. No tenía ni un sucre partido por la mitad. En 1992 asumí como gerente de planta. Por 22 años fui gerente general y desde 2022 soy presidente ejecutivo.
¿Cómo fueron los inicios?
Trabajo de sol a sol, siempre dispuesto a colaborar y aprender. Novopan es una empresa familiar y ecuatoriana que no ha parado de invertir y crecer. Todos los años se compra nueva maquinaria y se invierte en tecnología, somos totalmente automatizados. Cuando era jefe de planta, empezaba mi jornada conversando con los obreros, para conocer de primera mano los problemas del día y encontrar soluciones inmediatas. Sabemos cómo adaptarnos e innovar.
¿Cuáles son las estrategias aplicadas para llegar a ser lo que hoy son?
En 2007 adoptamos una decisión crucial: empezar desde cero la construcción de una planta en Itulcachi. Compramos 800 hectáreas. La fábrica está instalada en 15 hectáreas, tiene 30.000 m2 de construcción y el resto son bosques de pino y eucalipto. En ese entonces invertimos unos US$ 60 millones. Los accionistas pusieron una parte y el resto fue un préstamo de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y crédito bancario.
¿Un punto que siempre se critica a las empresas madereras es la tala indiscriminada de árboles?
Nosotros no deforestamos, eso hay que tener muy claro. Como industria, nuestro proceso va desde la siembra del árbol hasta su transformación y fabricación del tablero. Actualmente contamos con 7.000 hectáreas en la Sierra y 9.000 en la Costa. En cada hectárea tenemos 1.300 tallos, lo que significa 21 millones de árboles.
Además, contamos con un vivero entre Santo Domingo y Quevedo. Trajimos semilla de Brasil e implementamos un proceso de mejoramiento genético; para que se entienda, clonamos y mejoramos la calidad, lo que incluso nos ha permitido recortar los ciclos de producción. En la Costa son de cuatro a seis años; en la Sierra, son más largos, hasta de 15 años.
¿De cuánta inversión hablamos?
Para empezar, el vivero fue de US$ 500.000. Todos los meses obtenemos 400.000 miniarbolitos. Sembramos 3.000 hectáreas por año. Esto implica una inversión de US$ 15 millones anuales, solo para la parte de reforestación.
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