El taller metalmecánico que fundó Wilson Vásconez León hace 47 años en Chimbacalle, en el sur de Quito, es hoy en día una empresa que se expande dentro y fuera del país enfocada en la sostenibilidad.
La historia empieza cuando Vásconez, técnico con visión de empresario, empezó a trabajar en el sótano de la casa de su mamá “haciendo gabinetes eléctricos y gabinetes metálicos en un taller muy pequeño con herramientas básicas”, según cuenta su hijo Édison, actual Presidente Ejecutivo de Inselec. Eran los años 70 y el taller daba sus primeros pasos.
Tiempo después, en la primera mitad de la década de los 80, Vásconez padre decidió mudar su pequeña empresa a un espacio más adecuado, en Carcelén, en el norte de Quito. La empresa ofertaba sus productos y distribuía una marca japonesa. Eran los primeros momentos de crecimiento de Industria de Servicios Eléctricos o Inselec.
Édison Vásconez, quien estudio Ingeniería Eléctrica, recuerda que para ese cambio de lugar la empresa fundada por su padre invirtió en maquinaria moderna con tecnología de punta traída de EE.UU. “Los primeros equipos fueron una guillotina y una plegadora con control numérico. Luego compramos un terreno vecino para ampliar la planta, éramos no más de 15 personas, pero ya contábamos con más infraestructura, trajimos nueva maquinaria y armamos un túnel de pintura, era un gran paso”.
En ese entonces, recuerda Vásconez, el mercado no valoraba tanto como ahora los productos nacionales. Añade que los distribuidores les pedían cambiar de nombre y pasamos a Beaucoup. “Esta marca era de origen taiwanés y, tras un acuerdo con el representante en Ecuador, registramos la marca en el país. Aún así las ventas crecían”. Esa acción fue determinante para Inselec que a mediados de los años noventa llegó a tener una planta en un terreno de 7.500 metros cuadrados y un equipo de alrededor de 60 personas.
Inselec no estuvo inmune a las crisis políticas y económicas del país. “Siempre que había crisis aprovechábamos para crecer, no suspendíamos los planes. La crisis más grande fue con la dolarización, algunos clientes desaparecieron, pero la empresa no tenía deudas, tratábamos de trabajar siempre con capital propio. Nos tocaba cambiar los precios a diario”, añade Álvaro Rosado, gerente General de la firma.
Los planes de expansión son una constante en Inselec, por eso hace 15 años sus directivos empezaron a pensar en una nueva planta. Para dar forma a la idea la empresa compró un terreno de 20.000 metros cuadrados en la zona de Iltulcachi, al oriente de Quito, en el nuevo parque industrial de la ciudad. Sin embargo, los vaivenes políticos y económicos del país frenaron el proyecto.
La llegada de la pandemia en 2020 fue otro punto de inflexión para la empresa. Rosado indica que el Covid 19 se convirtió en un momento para parar y pensar el propósito de la empresa. “Siempre ha sido una empresa del sector metalmecánico y entendimos que el crecimiento se podía lograr en otros segmentos, más allá de la construcción residencial e industrial. Decidimos apuntar a sectores como el petrolero, alimentos y bebidas, datacenter, infraestructura. Para esto no bastaba solo los productos metalmecánicos sino integrar proyecto así que creamos un área de manejo de proyectos eléctricos. Vimos que el propósito es ser una empresa de triple impacto porque consideramos que el negocio eléctrico es una solución ambiental”.
Con este contexto Inselec retomó el proyecto de la nueva planta, en Itulcachi. La construcción arrancó en octubre de 2022 y concluyó en marzo de este año. La empresa invirtió US$ 8 millones para levantar la nueva planta y las oficinas que suman 13.000 metros cuadrados de construcción. Además, Inselec tiene un plan de inversiones de otros US$ 7 millones en los próximos cinco años.
Antonio Vásconez, gerente de Proyectos, cuenta que para el futuro los objetivos incluyen generar nuevos productos amigables y sustentables para la industria nacional. “Tenemos mucho enfoque en la eficiencia energética y para esto estamos generando alianzas con proveedores y el gobierno”.
Inselec suma un equipo de 150 empelados y hoy en día exporta arte de su producción a Honduras, Nicaragua y Guatemala; además está en negociaciones con el mercado colombiano. Las cifras dejan ver la expansión de la empresa: el año pasado las ventas fueron por casi US$ 16 millones, este año la firma proyecta cerrar con ingresos por US$ 20 millones y en 2025 la meta es bordear los US$ 25 millones. (I)