Yeferson Mauricio Torres-Berrú nació en 1992 en Sozoranga, un pequeño cantón de la provincia de Loja, cerca de la frontera con Perú, pero cuando cumplió tres años, su familia se mudó a Catamayo. Crecer en este nuevo entorno marcaría su vida de maneras que no podía imaginar. “A los 12 años, mi papá decidió inscribirme en un curso de programación, un hecho que cambió mi vida. Allí comenzó mi pasión por las computadoras y, eventualmente, por las aplicaciones”.

El camino hacia la tecnología no fue siempre directo, pero estuvo siempre presente. En el colegio decidió seguir una carrera técnica en sistemas y ese fue el primer paso firme hacia su futura carrera como Ingeniero en Sistemas. Se graduó de la Universidad Nacional de Loja (UNL) en 2015 y durante sus años universitarios, una experiencia de prácticas sería crucial para su desarrollo profesional.

“Mientras estaba en séptimo ciclo, hice prácticas en una empresa local, pero sentía que no estaba aprendiendo lo suficiente. Decidí buscar una nueva oportunidad y así fue como llegué a Kradac, la empresa que hoy conocemos como Clipp. Fue una experiencia que me cambió la perspectiva porque pasé de ser un practicante a manejar el sistema de recaudo (las tarjetas de movilidad para el transporte urbano de buses) y, eventualmente, a ser el encargado tecnológico de toda la compañía”.

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El deseo de seguir aprendiendo lo llevó a realizar una maestría en ingeniería de Software en la Universidad de La Rioja y luego un doctorado en la misma rama, pero enfocado en Inteligencia Artificial (IA) dentro de la Universidad de Salamanca, España. Sin embargo, el emprendimiento ya había sembrado la semilla de ese destino. La docencia fue su siguiente llamado, pero en medio de la pandemia “se dio el primer contacto con una cooperativa de ahorro y crédito (Coopmego) que necesitaba ayuda en su área digital y fue allí cuando, con dos de mis estudiantes de último año, iniciamos Tikee”. 

Con un capital inicial de US$ 10.000, Torres y su equipo comenzaron a desarrollar soluciones tecnológicas para cooperativas, enfocándose en la omnicanalidad y en ofrecer servicios accesibles para entidades pequeñas. “Empezamos como una fábrica de software, pero pronto vimos la necesidad de crear un modelo escalable. Así nació nuestro modelo SaaS (software como servicio), que hoy nos permite trabajar con 18 clientes (entre cooperativas y banca), además, esperamos cerrar este año con 40 clientes.”

Tikee se especializa en ofrecer servicios de apertura de cuentas y crédito digital, aplicaciones transaccionales, educación financiera y herramientas de inclusión financiera, todo bajo un enfoque de seguridad estricta. Hoy, la empresa trabaja con 18 colaboradores a tiempo completo. En 2023 facturó US$ 210.000 y proyecta cerrar este año con ventas por US$ 450.000.

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“Nos enorgullece decir que la mayor parte de nuestros colaboradores son lojanos y han sido mis estudiantes. Queremos que Loja se convierta en un referente tecnológico y estamos trabajando día a día para lograrlo” afirma Torres quien sigue dando clases, no solo para compartir su conocimiento, sino para seguir descubriendo talento joven.

El futuro de Tikee es ambicioso. Cerraron una ronda de inversión ángel con Startups & Ventures y ya tienen en la mira la expansión internacional, con planes establecidos para llegar a Guatemala, Perú y Colombia en 2025. Para ello, están preparando una nueva ronda de inversión, confiados en que su modelo de negocio puede tener éxito en otros mercados latinoamericanos.

“Si tienes miedo, hazlo con miedo,” es su consejo para otros emprendedores en el sector tecnológico. Ejecutar las ideas es lo que marca la diferencia en Tikee, quienes están decididos a seguir innovando y creciendo. 

Con su enfoque en la digitalización y la inclusión financiera, esta fintech está pensada no solo para transformar el sector cooperativo y financiero en Ecuador, sino para marcar un impacto significativo en toda la región, a través de su peculiar nicho de mercado. (I)