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Joselito Cobo La Unión
Negocios

La estrategia del panadero que se convirtió en empresario y dirigente deportivo

Nicole Morales

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Joselito Cobo tenía 21 años cuando conoció el negocio del pan. Aprendió, creció y, con el tiempo, levantó un negocio que ahora factura 10 millones al año. Además incursionó en el negocio de los eventos y fundó un club de fútbol. En una entrevista con Forbes cuenta cómo lo logró.

7 Enero de 2025 04.00

Un pan cuesta 0,20 centavos. Un pastel US$ 20.00. La inversión para iniciar la panadería fue de US$ 50.000 y para expandir el negocio y levantar nuevos locales fueron necesarios US$ 435.000. Decorar cada sala de eventos requirió US$ 125.000. La inversión en el complejo deportivo del Club La Unión fue de US$ 1,5 millones. 

Las cifras son parte de la historia de Joselito Cobo, la panadería y pastelería La Unión y otros negocios de este empresario que alguna vez pensó en migrar, pero que a la final levantó una serie de negocios a partir de una panadería en el sur de Quito. 

El inicio de La Unión se remonta a los años 80. Cobo aspiraba a salir del país en busca de un futuro diferente. "Yo soy de Chunchi, de la provincia de Chimborazo, y allá todos mis compañeros viajaban y yo también aspiraba alcanzar el sueño americano. En ese tiempo se gastaba US$ 17.000 para llegar a Estados Unidos porque no tenía visa y mis papás me dijeron: ´con esa plata que te vas a gastar puedes hacer un negocio´". 

Llegó a Quito cuando tenía 21 años y empezó a trabajar en la panadería de su primo en la Mitad del Mundo. "Yo de pan no sabía nada. Lo que sabía es comer el pan y me gustaba". Metió las manos en la masa y le encantó el trabajo. Luego, inició una pequeña panadería un 12 de agosto de 1988 en Chaguarquingo, en el sur de la capital y le puso de nombre La Unión. Empezó con 30 libras de harina, 5 trabajadores y 24 horas de trabajo al día. "Siempre fue sacrificado, pero motivados por hacer lo que nos gusta, éramos incansables". 

Una mala experiencia con el arrendatario del local le hizo entender que necesitaría un terreno propio. "Nos tocó salir de ese local porque nos iba bien y la gente cuando te va bien, te cuestiona. El dueño del espacio se quedó con la panadería y un colaborador nuestro se quedó con el señor trabajando". 

Con apoyo de sus padres, compró un terreno y construyó su primer local con una inversión de US$ 50.000. "Fue algo propio donde le pusimos más amor. Siempre hubo esa mentalidad de hacer mejor las cosas y pensar que la vida es una competencia. Capacitamos al personal, cambiamos la decoración, uniformamos a la gente y empezamos a tener éxito. Llegamos a los 130 quintales y abastecimos a Quito en los años 90". Ese fue el inicio. 

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"La Unión empezó a crecer como marca. Tuvimos muy buena acogida y decidí armar locales y venderlos por 250 millones de sucres". Las sucursales que vendía llevaban el nombre de La Unión por un año e incluían a un maestro panadero que conocía las recetas. Al término de 12 meses, los compradores debían cambiar de nombre a la panadería. 

Pero llegaron nuevos desafíos. Con tanta producción, las cuentas se descontrolaron y Cobo acumuló dos millones de sucres en deudas. Decidió frenar el crédito y cambiar el modelo. Cobo cree que la innovación es la clave del crecimiento. Con el paso del tiempo amplió su gama de productos ofreciendo desayunos, repostería, sánduches, almuerzos, y mucho más. "La juventud ha bajado el consumo del pan, ahora optan por ensaladas o productos más rápidos". 

Con ese enfoque, en 2010 la empresa diversificó sus negocios y creció hasta consolidar los ocho locales propios que hoy maneja en lugares estratégicos de la ciudad, de sur a norte. La Unión cuenta con 187 colaboradores, pero en temporadas altas pueden llegar a los 200. En 2024 facturó US$ 10,2 millones y este 2025 proyecta ingresos por US$ 10,7 millones. "El dinero y el negocio son celosos y hay que saber conservarlos y cuidarlos. Aún más con el pan". 

Recientemente, inauguró una planta de producción que abastece a las panaderías en temporadas altas como en enero con la rosca de reyes o el pan de Navidad. Cada local tiene una inversión de US$ 435.000. Cada panadería cuenta con su propio espacio de producción de pan y panadería para mantener la frescura del producto.

El crecimiento no solo fue a lo largo de la ciudad sino también con miras al cielo. Amplió sus locales hacia arriba. Creó espacios para eventos y así empezó Recepciones Carol Michelle, un negocio que lleva el nombre de su hija, quien es odontóloga y cuenta con oficinas dentales en los edificios de La Unión. Cuenta con once salas con capacidad de 50 a 700 personas con un valor de US$ 125.000 por cada una. El servicio incluye alimentación, decoración y bebidas.  El negocio facturó en 2024 US$ 211.769 y tuvo un promedio de 14 eventos por mes. 

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Carol Michelle no es la única que se incorporó al negocio. Cobo está casado y tiene tres hijos. "Tengo gratitud total a mi esposa, a mis hijos, ellos son profesionales y se quedaron con nosotros". También incursionó en la construcción de locales comerciales para alquilar en Quito. 

Además cruzó las fronteras y cuenta con una empresa de bienes raíces en Estados Unidos desde 2012. Asimismo, abrió el restaurante gourmet Valcob, pero por el momento está en pausa por la situación de seguridad.

Por otro lado, su pasión por el fútbol no solo le llevó a ser dirigente del Deportivo Quito por casi dos años, sino que decidió crear su propio equipo de fútbol llamado Club Deportivo Profesional La Unión en 2017. El equipo juega en segunda categoría y aspira llegar a la serie B. "Este año estuvimos a un gol de clasificar". Como dirigente deportivo Cobo levantó un complejo deportivo en Pujilí con una inversión de US$ 1,5 millones. El club cuenta con 25 jugadores y sumando al cuerpo técnico, utileros y médicos son cerca de 45 personas. "Tenemos dos canchas y una de ellas está calificada por la Federación Ecuatoriana de Fútbol". Sus ingresos hasta 2024 suman los US$ 40.000. "El fútbol, a veces no te puede generar, pero no es un gasto es una pasión". Además, destaca el desarrollo que generó el complejo deportivo en los barrios cercanos y el comercio de Pujilí.   

Todos sus negocios juntos suman mueven cerca de US$ 11 millones al año y Cobo no descarta llevar la marca al exterior. "Son sueños que hemos estado cerca de conseguirlos, pero por una u otra razón no se dan. Sé que el tiempo es perfecto y en algún momento llegará la oportunidad de estar fuera del país". También aspira a llegar a los valles de Quito y está analizando el mercado para expandirse a ciudades como Cuenca y Guayaquil. 

Cobo no para y afirma que la clave de su éxito es la cercanía en todos sus negocios, la innovación y la constancia, 24 horas del día los 365 días del año. "Mientras otros bailan. Nosotros trabajamos. Me da gusto y emoción saber que los clientes venían desde pequeñitos a comprar pan y ahora ellos vienen con sus hijos . 37 años pasan rápido, pero es historia y son recuerdos que compartimos con nuestros clientes". (I)

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