Historia de un chocolate ecuatoriano con ADN chileno
Dulcione nació en el 2010 como un emprendimiento de los chilenos Berta Prudant y Marcelo Carrasco quienes se enamoraron del cacao ecuatoriano. La empresa de chocolatería y confitería en 2023 tuvo una facturación de US$ 700.000.

El amor y el chocolate siempre o casi siempre van de la mano. Eso se confirma con la historia de Dulcione y sus fundadores. Todo empezó en Viña del Mar cuando Berta Prudant estudiaba Diseño Gráfico y Marcelo Carrasco, Ingeniería en Alimentos en la Universidad de Chile. Se enamoraron, se casaron, formaron una familia y un día el destino hizo que este matrimonio y sus hijos llegaran a Ecuador en 2002. Carrasco fue contratado por Confiteca para desarrollar la marca que la empresa tenía en mente y que con los años se convirtió en una realidad: República del Cacao.

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Carrasco se radicó en Manta e hizo clic con el cacao ecuatoriano al que lo considera "un producto muy noble". Este chileno fue uno de los desarrolladores de la marca por tres años. En el 2005 Confiteca trasladó sus fábricas al sur de Quito y la familia Carrasco se mudó a la capital.

La empresa le ofreció una maestría intensiva de ocho meses en chocolate y confitería en la universidad Zentral fachschule der deutschen Süsswaren wirtschaft, también conocida como ZDS Central College of the German Confectionery Industry e.V., en Solingen, Alemania. Al regresar al país Carrasco aplicó en Confiteca todo lo aprendido en la maestría.

Estaba enfocado en el trabajo con el cacao y quería llevar su conocimiento a otras latitudes. Por eso en 2022 se vinculó a Webcor Group, en Angola, África, una empresa del sector agroindustrial; también colaboró en Biagio, en el mismo país africano. 

Carrasco suma tres décadas de conocimiento del cacao y conoce las diferentes técnicas y sabores de cuatro continentes. Esto lo impulsó a diseñar una refinadora de cacao, en su primera casa en el norte de Quito. Podía procesar hasta 80 kilos por día. Eran los inicios de lo que hoy es Dulcione.

Gabriel Carrasco, su hijo y ahora gerente Comercial de este negocio, recuerda ese momento de su infancia. "Conseguimos todas las máquinas para procesar el cacao en grano para hacer pasta o licor de cacao". La familia invirtió entre US$ 10.000 y US$ 12.000. 

Gabriel, de 24 años, asumió la Gerencia Comercial de Dulcione en 2019. Se encontraba estudiando en una universidad chilena, pero decidió interrumpir sus estudios para dedicarse a la empresa familiar. Él es fanático de los productos de su empresa. Los sabores de la choco almendra y el choco maní le traen recuerdos de los primeros pasos del emprendimiento familiar. "El cacao ecuatoriano, de todos los que probé fuera del país, es superior en todo sentido". 

Este joven ejecutivo vendía a sus compañeros de colegio los chocolates que creaba con su familia. "Me metí en problemas por eso, pero creo que ese fue el desarrollo de mi gen emprendedor". Sus amigos hasta ahora lo molestan y lo llaman Willy Wonka porque después de clases, trabajaba en la fábrica de chocolates. 

En 2010, la pareja decidió participar en Emprende Ecuador, organizado por el Ministerio de Producción, donde obtuvo US$ 5.000 para el financiamiento de empaques para tres distintos productos. Embrujos era el nombre de la marca de chocolate sin azúcar que se encontraba en las perchas de las tiendas. Berta Prudant, la madre, utilizó su talento en diseño para crear una marca distintiva. "Ella se fue enamorando del producto poco a poco" dice su hijo. Del 2012 al 2014, sus golosinas estaban en todos los supermercados de Corporación Favorita. 

Durante el posicionamiento de la marca, la empresa ganó una licitación con Bakels, una multinacional que ofrece productos de repostería a escala nacional. "Estaban buscando un proveedor de chocolatería que desarrolle una cobertura semiamarga. Competimos con empresas grandes de gran reconocimiento, pero nos escogieron a nosotros", añade Gabriel Carrasco. En ese momento Dulcione evolucionó a un nivel industrial.

Los granos de cacao los compran a la Fundación Maquita, una organización que recopila la materia prima de distintos agricultores. "Uno como productor de chocolate necesita tener el cacao en excelente estado para procesarlo y que el producto final sea de la mejor calidad". 

Ahora, la empresa produce las bolitas de cereal y 'candy pops' para BonYurt, uno de los productos de Alpina, empresa de lácteos y sus derivados"Cada semana nos hacen pedidos de una tonelada y media de este cereal". Además, sus polvos de cacao son adquiridos por clientes del sector de catering.

¿Tuvo dificultades la empresa? El paro nacional de 2019 y la pandemia de 2020 sumieron a Dulcione en una crisis económica. "No podíamos despachar desde nuestra fábrica en Alóag a Machachi, Quito y Cuenca. No pudimos vender nuestros productos y tuvimos problemas de caja".

En el 2021 la familia vendió una parte de la compañía. "Fue nuestra solución para solventar estos problemas y salir adelante". Un socio mayoritario es dueño del 52 %; la familia Carrasco, conformada por los padres y cuatro hijos, tiene el 30 %; y el 18 % restante es de otro accionista

Hoy Dulcione tiene ocho colaboradores en el área operativa y cuatro personas en la parte administrativa y la facturación crece con el tiempo: en 2021 fue de US$ 363.000; en 2022 fue de US$ 559.671 y el año anterior cerró con US$ 700.000. 

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Para Gabriel Carrasco la relación con sus clientes es lo principal. "Con la experiencia que tenemos en la industria chocolatera podemos buscar una solución óptima para solventar los reclamos e inconvenientes".

La familia sigue emprendiendo con Secacau, una firma de chocolates finos. "Lo llevamos desarrollando un año. Compramos la máquina en octubre del anterior año y en febrero empezó a subir el cacao como loco en el mercado exterior, entonces nos fuimos por una línea de finos  aromas y sucedáneos". 

Sus clientes principales forman parte de la industria heladera en Ambato, Latacunga y Salcedo. Su meta es expandirse al mercado estadounidense y canadiense con chocolates que resalten el sabor de frutas exóticas ecuatorianas como pitahaya, mango, arándanos. (I)