El mercado teme que Rusia suspenda su oleoducto vinculado a Kazajistán, país sin salida al mar, que casi es la única vía de exportación de petróleo. De ser así, las grandes empresas energéticas occidentales se verían obligadas a reducir su producción y perderían miles de millones de dólares.
El pasado miércoles, un tribunal de Novorosíisk ordenó al oleoducto CPC que suspenda sus operaciones durante 30 días, alegando su preocupación por la gestión de los vertidos de petróleo.
El cierre del oleoducto CPC, que transporta el petróleo desde Kazajistán hasta la terminal de exportación rusa del Mar Negro en el puerto de Novorosíisk, bloquearía más del 1% del suministro mundial de petróleo, agravando lo que ya es la más grave crisis energética desde el embargo petrolero árabe de los años setenta.
El oleoducto, que atraviesa territorio ruso y es propiedad de un consorcio de empresas occidentales, asiáticas, rusas y kazajas, está en el punto de mira desde que el 24 de febrero Rusia decidió invadir Ucrania.
Tres de las grandes petroleras afectadas serían Chevron, ExxonMobil y Shell. Una interrupción de este tipo provocaría un descenso de 50 millones de toneladas de petróleo al año, lo que se traduce en alrededor de 1 millón de barriles por día (BPD).
Chevron estaría especialmente expuesta a cualquier cierre de oleoductos porque tiene la mayor participación occidental en la producción kazaja, con unos 380.000 bpd, o más del 12% de su producción total.
Una interrupción prolongada sería muy importante para los volúmenes de producción de Chevron, comentó Elena Nadtotchi de Moody's, quien agregó que, como consecuencia, la calificación de la empresa podría verse rebajada.
ExxonMobil es el segundo mayor productor extranjero en Kazajistán, con una producción de 213.000 bpd de petróleo y 234 millones de pies cúbicos de gas. Le siguen Eni, con unos 145.000 barriles de petróleo equivalente al día (bped); Shell, con unos 100.000 bped, y TotalEnergies, con unos 80.000 bped en 2021.