Todos sabemos que las islas Galápagos son un tesoro de la humanidad. También conocemos que la flora y la fauna del archipiélago son motivo de investigaciones y proyectos de conservación de largo aliento. Lo que no siempre se sabe es que la provincia insular es cuna de emprendimientos de impacto.
Ese es el caso de Darwin and Wolf, una empresa que nació en la mente de un biólogo lojano que se enfocó en el cuidado de los océanos y, en especial, de los tiburones de las islas. José Feijoó vivió en su tierra natal hasta los 18 años, cuando decidió hallar su propósito. Estudió Biología en la Universidad Estatal Península de Santa Elena y al terminar su formación se involucró con proyectos estatales y luego pensó en estudiar un PhD, pero necesitaba auspicios para una beca y en 2015 llegó a Galápagos, territorio que ya había conocido en 2010.
Los planes fueron cambiando y se radicó en las islas. Allí, junto a su pareja, Bárbara Ordóñez, a quien conoció en la universidad y con quien compartió tareas en proyectos estatales, empezó a involucrarse en temas de conservación de la fauna. Ella es una ingeniera agropecuaria venezolana, aunque vive en Ecuador hace cerca de 30 años. La relación se consolidó y así nació Darwin and Wolf. José se puso el traje de emprendedor y pensó en un producto para obtener recursos: prendas de vestir que trasmitan el menaje de la conservación. "Si puedo hacer ciencia, puedo hacer negocios", fue el lema de su propósito.
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Para arrancar fue necesaria una inversión de US$ 20.000. Ese capital sirvió para comprar la mercadería y los insumos para empezar la confección de las prendas que incluyen camisetas, gorras, sombreros, accesorios y otros artículos que se promocionan como una marca de ropa náutica y activista. El 14 de febrero de 2017 el sueño de Feijoó abrió su primer local.
La propuesta de valor desde un principio fue ofrecer productos responsables, "es decir que perduren en el tiempo". El gerente de la empresa indica que no se trata de una marca mayorista y por eso "nos basamos en calidad y auditamos a proveedores para tener un comercio justo, salarios correctos, insumos con origen responsable". Un segundo principio es el activismo y la promoción de la conservación del océano y el combate al cambio climático. Luego destaca un "estilo de vida en que encontramos un nicho de mercado de personas apasionadas por el océano".
La marca tiene dos programas Save the shark y Save the ocean. En el primero están las prendas de vestir que se confeccionan mediante una alianza estratégica con una empresa textilera ambateña. Los artículos se elaboran con algodón peruano y poliéster estadounidense, ambos con certificaciones de calidad y ambientales. El segundo programa es Save the ocean, la fundación que se incubó en la mente de Feijoó. Los voceros de Darwin and Wolf explican que el 10% de la utilidad neta de la venta de dos colecciones específicas de Save the shark se destina a la fundación.
Siete años después Darwin and Wolf tiene dos locales: el primero e insignia está en Puerto Ayora (genera el 70 % de las ventas) y otro en el aeropuerto ecológico de Baltra (el 30 % restante). Un tercer canal de ventas es la página web que salió al aire hace pocas semanas. "En principio la gente pensaba que eran souvenirs, pero luego entendió que es un negocio que apuntala la conservación. El boca a boca cuenta mucho. Nos importa mucho que sepan el propósito, que sepan porqué es importante la presencia de los tiburones. A los clientes les explicamos todo lo que hacemos y todo lo que representa Galápagos. Buscamos que se lleven el menaje de la conservación".
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El año pasado las ventas bordearon los US$ 2 millones "y este año creceremos un 30 %, es un crecimiento similar año tras año", explican Feijoó y Ordóñez. Agregan que el principal mercado es el extranjero que viene a las islas: son el 65 %. El 35 % restante es el turista nacional.
Con un equipo de 13 personas, esta pareja que se declara muy creyente y está agradecida con lo recorrido. "Nos sentimos bendecidos y si nos caemos nos levantamos". (I)