Convertir a Ecuador en el mayor exportador de biomasa de cáñamo es la meta de Alfredo López Vásconez, fundador y gerente de Barad S.A., una empresa que se mantiene firme en una industria nueva y con grandes desafíos a nivel nacional. Tiene 44 años y es un aficionado de los fierros. Estudió Ingeniería Mecánica en Ecuador y en Estados Unidos. La mayor parte de su trayectoria profesional está relacionada con concesionarios, maquinaria automotriz y equipos industriales.
Pero eso cambió en 2020, con la llegada del Covid-19. López cerró su taller mecánico y se vinculó con el cannabis.
Gran parte de la familia paterna de este quiteño vive en California y ellos le recomendaron sembrar cannabis en Ecuador. ¿El problema? En ese entonces, solo existía un acuerdo ministerial que permitía importar la semilla, pero no se podía sembrar. La única posibilidad era hacerlo, con fines investigativos, a través de una alianza público-privada con universidades. Nunca recibió una respuesta positiva.
En 2020, fue parte de la mesa técnica para crear la tan deseada regulación y a finales de ese año salió a la luz el Acuerdo Ministerial No.109 que contiene el reglamento para la importación, siembra, cultivo, cosecha, postcosecha, almacenamiento, transporte, procesamiento, comercialización y exportación de cannabis no psicoactivo o cáñamo. Meses más tarde recibió su licencia por parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería y comenzó a sembrar cáñamo en Tabacundo, una ciudad conocida por su industria florícola.
Para entender mejor el cannabis podemos realizar una analogía con los cítricos. Hay limones y naranjas, los primeros son psicoactivos (actúan sobre el sistema nervioso, alterando las funciones psíquicas) y las segundas no. En nuestro país están permitidas solo las naranjas, es decir, los no psicoactivos. El cáñamo está dentro de este grupo y —de acuerdo con López— el químico psicoactivo (delta-9-tetrahidrocannabinol) no puede superar el 1 % en Ecuador, el 0,3 % en EE.UU. y el 0,2 % en Europa.
Estos porcentajes deben estar avalados por un laboratorio y contar con un certificado de análisis. Para mantener los rangos, López ha investigado varias cepas y ya cuenta con semillas propias certificadas por el INIAP. Trajimos las primeras semillas desde Oregón, EE.UU. Comenzamos con pruebas y logramos enviar algunas muestras a Suiza. Ahora, tenemos 25 hectáreas sembradas, en cinco fincas, que son arrendadas.
Este quiteño confiesa que existió un gran auge en los últimos años, pero muchas empresas han quebrado porque no tienen a quién vender su producción. El año pasado nosotros firmamos un contrato para la exportación de cáñamo al país del norte. Esto implica que debemos llegar a 200 hectáreas para cumplir con el contrato y por ahora solo nos centraremos en ese mercado.
La expectativa es llegar a 100 hectáreas a finales de 2024 y levantar el capital necesario para cumplir con su meta. López, hasta el momento, ha enviado por vía marítima tres contenedores, con 10 toneladas cada uno de biomasa de cáñamo seca. Esta se elabora después de cortar la planta al ras del terreno, pasa por un proceso de secado y luego es molida y empacada en fundas de 250 kilos. Del cáñamo se saca una resina, que es el CBD y tiene una infinidad de usos. En nuestro país hay plantas pequeñas que lo pueden hacer, pero no hay un mercado para vender. Cada tonelada se vende en US$ 2.300 y cada hectárea produce entre 10 y 20 toneladas.
Barad S.A. tiene socios estadounidenses y cuenta con 50 colaboradores. Su meta es llegar a exportar 100 contenedores al mes; cada uno equivale a más de US$ 20.000. Según López, hasta el momento, ha invertido cerca de US$ 300.000. Preparar una hectárea cuesta entre US$ 30.000 y US$ 50.000. Además, se deben sumar, aproximadamente, US$ 15.000 mensuales en gastos operativos. Su facturación ya llega a las cinco cifras mensuales, pero espera superar a mediano plazo los US$ 2 millones.
Ahora López y su equipo esperan continuar con su crecimiento para generar más ingresos al país. Él, trabaja con el Ministerio de Producción y el Ministerio de Agricultura y Ganadería para aumentar las exportaciones de este producto, como lo dieron a conocer estas carteras en sus redes oficiales. Ecuador debe ser el exportador más grande del mundo de cáñamo. Hace unos años, en EE.UU. te pagaban US$ 52 por kilo, pero ahora te dan US$ 2. La diferencia es que allá solo puedes sembrar una vez al año y nosotros podemos hacerlo hasta cuatro veces. Además, los costos de producción son 10 veces menos y eso nos hace más competitivos.
La sierra ecuatoriana tiene el clima ideal para producir esta planta, que es resistente y emite el olor característico del cannabis. López enfatiza que no fue fácil comenzar desde cero. Sin embargo, ha logrado un hito y eso le motiva a seguir con sus planes de expansión. En un futuro espera contar con sus propias bodegas en California y mantenerse como el líder del cáñamo ecuatoriano. (I)