Forbes Ecuador
Elisa Martinez
Negocios
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La guayaquileña Elisa Martínez celebra sus 20 años de trayectoria creando calzado para bailar toda la noche. El servicio de zapatos a la medida y usables ha sido la clave para mantenerse en el mercado. Secret Garden es la colección de aniversario, con 42 modelos, y la inversión ascendió a US$ 8.000.

18 Mayo de 2023 12.32

Elisa Martínez comenzó con algo loco en 2003. Confeccionando zapatos a la medida y al gusto de sus clientas. Eso rompió el molde para la época, al ofrecer un servicio que fusionaba estética y comodidad. Ese estilo calzó a la perfección para novias que buscaban el zapato de sus sueños para la boda de sus sueños, o las que querían bailar toda la noche sin tener que quedar descalzas. La marca propia homónima ahora celebra sus 20 años en el mercado, con una colección de aniversario denominada Secret Garden.

La diseñadora guayaquileña ha seducido en estos años con el servicio personalizado, con zapatos producidos en su propio taller por sus artesanos. Además, sumó a su portafolio otros modelos innovadores que se lanzan según las temporadas. En cambio, Elisa las diseña y las manda a fabricar en maquilas para la “compra por impulso” de quienes llegan a su local, ubicado en el Centro Comercial Village Plaza, en Samborondón.

En la nueva colección hay metalizados en tonos naranjas, fucsia, azul, verde, morado, rosado, estampados de flores y rayas, tacos finos, tacos altos, tacos cuadrados, con plataforma, sandalias de noche y flats; los materiales son en satín, terciopelo, gamusa, podesua y otros sintéticos. Son modelos exclusivos con los que se podría presumir en la alfombra roja de la MET Gala. ¿Quién no quisiera tener hasta 14 centímetros más de estatura en unos zapatos de colección? Los 42 diseños los hizo entre enero y abril de este año.

“Es un orgullo para mí haber estado tanto tiempo como diseñadora en el mercado, sirviendo a la comunidad, poder fabricar zapatos a la medida y al gusto del cliente, la idea es satisfacer sus necesidades. Primero tomamos el diseño del pie, y aquí tienes de todo para escoger, el modelo que te guste, el taco, la tela o el color. Muchas clientas quieren tacos, pero tienen problemas al caminar o en los huesitos del metatarso, así que las asesoramos sobre el zapato adecuado”, dice la diseñadora, de 41 años.

Ella cree que se ha mantenido en el mercado por el trabajo exclusivo, personalizado y la entrega del producto en una semana. Pero también, por el tiempo que le dedica a la marca. La clave está en que la diseñadora está con el equipo trabajando todo el tiempo, verificando los detalles, que los materiales estén correctos, que las piezas estén bien cosidas, porque, de repente, pueden poner el color del hilo que no corresponde y hay que repetir.

“Mi nombre no puede ir en un producto que esté mal hecho. Esto es como tener un restaurante, no solo es vender un producto, sino que das un servicio, tienes que estar presente todos los días, hay que dar la cara a los clientes, atenderlos, dar un buen producto para que la gente regrese y que tengas publicidad boca a boca. Que alguien diga: 'Me fue increíble, nunca me saqué los zapatos en toda la noche”.  Cada semana se producen entre 30 y 40 zapatos a la medida y otros 40 de modelos fabricados en maquila y que se muestran en las perchas.

Martínez arrancó con su primera tienda en el Centro Comercial Las Vitrinas, en Guayaquil. Había estudiado un año de diseño de modas, en un instituto local, y luego se fue a Milán, Italia, donde estuvo año y medio, en el Instituto Arts Sutoria, aprendiendo diseño de calzado. También tiene una ingeniería en Administración de Ventas que le ha servido para impulsar su negocio.

“A mi regreso, tenía la idea de terminar mi carrera de diseño en modas, pero mi mamá (Lucía González) me impulsó a abrir un local y empezar a fabricar zapatos a la medida. Realmente ella fue la pionera y la fuerza atrás de este proyecto, porque yo tenía 20 años. El local estaba muy bien ubicado, pero al inicio fue duro, abajo era la tienda y arriba instalamos el taller, comenzamos a buscar artesanos y a pulirlos un poco en el estilo que buscábamos”.

La primera colección incluyó 30 modelos de sandalias, adecuadas para el clima de Guayaquil y la Costa, en su mayoría. “Usábamos entre materiales sintéticos y telas porque el fuerte era tratar de hacer ese zapato de novia, el zapato de la mamá de la novia, entonces, muchas personas hasta nos traían más o menos la idea, que para esa época estaba en vigencia, el calzado forrado. Así empezó, y poco a poco, con los años, la tecnología y los materiales nuevos he ido creando piezas que están a la vanguardia, incorporando el cuero, la gamuza, el terciopelo, el satín, que todavía se sigue usando”.

Posteriormente, abrió un segundo local en Samborondón, pero duró poco. Hasta que hace 13 años se instaló en Village Plaza. Actualmente trabajan cinco maestros artesanos en el taller, más tres personas en las ventas. En estos días el sitio es una pasarela, donde cualquier clienta se puede quedar un par de horas probándose zapatos. La inversión para producir la nueva colección asciende entre US$ 7.000 y US$ 8.000. En cambio, el monto con el que arrancaron la primera tienda fue de US$ 10.000. Recuerda que fue su madre quien hizo un préstamo para el emprendimiento.  

¿Cuáles son los zapatos que gustan a sus clientas? “Hacemos modelos innovadores y que siguen las tendencias de la moda, pero al mismo tiempo que sean usables en nuestro país, porque generalmente tú puedes hacer algo extremadamente loco y no se lo ponen o no lo vendes. Cuando a veces fabricamos piezas con muchos colores se nos quedan, la gente en eso quiere comodidad, quiere calzado más clásico y que puedan hacer muchas combinaciones. Hay zapatos que se ven bonitos, pero realmente no es lo más vendible, no todo el mundo hace el gasto de zapatos por días”.

La marca ha podido competir con las líneas de calzado que trajeron las grandes cadenas de la moda, dice. Frente a eso también las clientas han preferido el calzado exclusivo y usable, por más que los precios de la industria extranjera sean “accesibles”. Pero no exclusivo, ya que se fabrica a gran escala. Mientras que de la marca de Elisa Martínez pueden salir entre 18 y 20 pares de un modelo.

El costo de un zapato de taco a la medida es de US$ 92, pero si tiene materiales más elaborados o accesorios sube a US$ 98, y unas sandalias flats del stop en venta en el local cuestan US$ 54.

“Me encantaría a futuro, aprovechar la tecnología para poder vender por internet y que cada clienta escoja los materiales, el modelo, y vaya escogiendo los detalles, diseñando y personalizando sus zapatos, sin necesidad que venga a la tienda. Así también puedo vender a personas que vivan en el exterior”. (I)

 

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