Ecuagenera tiene una historia oficial de 32 años, aunque cuando se habla de sus primeros contactos con el mundo de las orquídeas sus voceros siempre mencionan que la clave fue la llegada del padre Angel Andretta, al cantón Gualaquiza, en Morona Santiago, en la década de 1950.
Por décadas, este salesiano investigó a fondo el mundo de las orquídeas y en el camino se encontró con Mario Portilla, oriundo de Morona Santiago. El trabajo conjunto, el amor por la naturaleza y una visión especial por los negocios, permitió que Ecuagenera empiece a tomar forma y se convierta en una empresa pionera que ofrecía un producto que hoy en día se cotiza en mercados como Estados Unidos, Asia y Europa.
En 1991 se sumó José Portilla, hermano menor de Mario, quien aportó con su olfato para los negocios. Las piezas encajaron y Ecuagenera empezó a crecer desde su fundación en 1992. Otro hito se marcó en 1993, cuando la empresa obtuvo los permisos para exportar orquídeas, de parte de CITES, el organismo que avala el comercio internacional de especies en peligro.
La empresa tiene su base de operaciones en Gualaceo, a 30 minutos de Cuenca. Allí están los invernaderos y los laboratorios que permiten que Ecuagenera cuente con cerca de 8.000 especies entre nativas e híbridas. Lo que pasa allí es una combinación de ciencia con naturaleza y conservación, y los resultados son remarcables.
El crecimiento llegó a medida que Ecuagenera participaba en ferias y exposiciones. Uno de estos congresos fue clave: era mediados de los noventa y José Portilla estaba en Brasil. Antes de su exposición conoció a un 'colega' japonés que resultó vital en el futuro de la joven empresa. Tras ese encuentro, Portilla, actual presidente de Ecuagenera, fue invitado a Japón y fue el inicio de un viaje que continúa hoy con la nueva generación de esta empresa ecuatoriana que vende 40 toneladas de plantas al año. En las exportaciones el principal mercado es Estados Unidos (50 %), le sigue Europa con el 30 % y Asia se queda con el 20 % restante.
Ahora la empresa vive un boom en California, mercado al que llegó luego de ver que Ecuagenera Orlando tenía muchos pedidos del estado ubicado en el oeste de EE.UU.
Gislayne Portilla, hija de José, está al frente de Ecuagenera California. Esta joven de 22 años, representante de la Gen Z, cuenta que su papá le encargó la tarea de reactivar California, luego de que el anterior administrador renunciara. Las cosas no fueron tan sencillas como Gislayne pensaba. El anterior administrador era estadounidense, amaba las plantas, pero no entendió por completo el negocio; él estuvo desde agosto de 2002 hasta agosto de 2023 y Gislayne asumió la responsabilidad en agosto de 2023.
Al llegar se topó con cuentas por pagar y otros asuntos pendientes. Se asustó, pidió ayuda y su papá le dijo: “no le puedo ayudar, usted tiene plantas, a vender”. Gislayne tenía un mes para pagar los pendientes. Ella renunció varias veces, pero nadie le aceptaba la renuncia. Habló varias veces con su papá y supo que no podía irse. Entonces sacó a relucir su espíritu centenial y apostó por la tecnología
La estrategia que Gislayne Portilla aplica desde el año pasado está acorde a los tiempos digitales. Los 'live sales' o ventas en vivo son la herramienta que permitió alcanzar ventas por US$ 1,2 millones entre agosto de 2023 y la semana pasada. Las ventas en vivo se hacen en Instagram o en Palmstreet, una app que se especializa en ventas de plantas. “Es una tendencia y nos sirve mucho. En la app se ingresa una tarjeta de crédito, cuando se decide la compra se da un código, se comparte un pin y enseguida se debita de la tarjeta. En promedio las ventas son de US$ 1.000 por hora”
La meta de Ecuagenera California es vender US$ 3,5 millones en 2025 mediante los 'live sales'. La joven ejecutiva compara ventas en espacios físicos y virtuales. “En una casa abierta hace un par de semanas vendimos US$ 49.000 y en los 'live sales' US$ 33.000 en el mismo tiempo”.
Mientras el impacto en el mundo digital continúa, Ecuagenera se mantiene fiel a su concepto inicial: la conservación. La empresa tiene 2.500 hectáreas de bosque primario protegidas por la empresa, que se compraron con el paso del tiempo “solo para conservarlas”. La mayoría de las hectáreas está en el chocó andino, pero también se cuentan en Costa y Amazonia. (I)