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En el dinámico mundo del emprendimiento, las historias de éxito son un testimonio de perseverancia, innovación y un inquebrantable espíritu de comunidad. Hoy, exploramos la inspiradora travesía de Iván Bermeo, Santiago Torres y Daniel Torres, los visionarios detrás de Forestea. Esta empresa, que inició como un emprendimiento en la ciudad de Loja, ha crecido hasta convertirse en un referente en el nicho de las bebidas naturales, logrando conquistar mercados nacionales e internacionales.

8 Agosto de 2024 06.00

Iván Bermeo y Santiago Torres, amigos desde la infancia y compañeros de clase en la escuela La Salle y el Colegio Militar de Loja, compartían no solo aulas, sino también sueños. Sus historias están profundamente arraigadas en su ciudad natal, donde crecieron rodeados de una comunidad estrecha y familiar. Santiago recuerda con cariño su infancia llena de aventuras y juegos en una ciudad que, en comparación con las metrópolis modernas, ofrecía una seguridad y libertad únicas. "En Loja podíamos salir a jugar sin preocupaciones, algo que hoy en día es un lujo en las grandes ciudades", comenta Santiago.

Daniel Torres (hermano de Santiago), por su parte, tuvo una infancia marcada por la cercanía a su familia extendida y una curiosidad innata por los números. "Crecí jugando entre los talleres de mi tío y aprendiendo sobre maquinaria. Eso despertó mi interés en la ingeniería desde muy pequeño", relató Daniel. Esta combinación de amistades duraderas y un entorno familiar sólido sentó las bases para la colaboración futura entre estos tres emprendedores.

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El germen de Forestea nació en el 2009, en un encuentro fortuito en el aeropuerto de Cuenca, donde Iván, Santiago y Daniel comenzaron a esbozar sus sueños de emprendimiento. Iván, quien se había graduado en Negocios Internacionales en EE.UU., y Santiago, con una ingeniería comercial y una maestría en proyectos, encontraron en Daniel un socio ideal. Daniel, ingeniero mecánico con experiencia en logística, traía una perspectiva técnica crucial para el proyecto. Él fue quien inicialmente tuvo la idea de embotellar horchata. Mientras trabajaba en una finca, llevaba consigo botellas de horchata casera que su madre preparaba. Un día, mientras iba al trabajo con una botella, le dijo a su compañero: "Esto me va a hacer millonario". 

En el 2010, los tres amigos participaron en un concurso de emprendimiento en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). Presentaron una idea innovadora: embotellar la horchata, una bebida tradicional lojana hecha de una mezcla de hierbas aromáticas. Su presentación, aunque rudimentaria, capturó la atención de los jueces y les dio la confianza necesaria para seguir adelante.

En el concurso, Iván y Santiago presentaron una botella de horchata hecha en casa con una etiqueta de papel bond. A pesar de la apariencia casera, su pasión y visión quedaron claras. La presentación, planificada para cinco minutos con cinco minutos adicionales de preguntas, se extendió a 50 minutos de intensas preguntas de los jueces. Esto inicialmente los hizo dudar, pero pronto entendieron que habían capturado genuino interés. Ganaron el primer lugar, “ese momento fue un punto de inflexión para nosotros. Supimos que estábamos en el camino correcto”, recuerda Iván. 

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La primera gran inversión llegó con un préstamo de US$ 50.000 que les permitió comprar una máquina purificadora de agua. La producción inicial fue un desafío logístico y financiero, con jornadas de 16 horas y procesos mayormente manuales. Sin embargo, su esfuerzo y dedicación rindieron frutos cuando lograron su primera venta y, posteriormente, aseguraron la distribución a través de cadenas nacionales como Supermaxi. Iván y Santiago pasaron dos semanas vendiendo las botellas personalmente en las tiendas de Loja, usando el carro de sus padres para transportar el producto. "Fue agotador pero gratificante ver la aceptación de la gente", comenta Santiago.

El éxito inicial en Loja les abrió las puertas para expandirse a nivel nacional. En 2013 comenzaron a vender sus productos en varias ciudades de Ecuador. La aceptación del mercado fue positiva, y en 2016, decidieron dar el siguiente paso: construir su propia planta de producción. Con una inversión cercana a los US$ 900.000, establecieron una planta moderna en el barrio del Carmen, equipada con tecnología avanzada y certificaciones de calidad como la orgánica y la de comercio justo.

Durante una presentación de inversionistas en el Hilton de Guayaquil, Iván y Santiago idearon una estrategia para impresionar a los panelistas. Hablaron con el mesero del hotel para que sirviera horchata bien fría en vasos elegantes a los jueces antes de su presentación. Cuando llegó su turno, revelaron que la bebida que habían estado disfrutando era el producto que estaban presentando. La sorpresa y la reacción positiva de los jueces les abrió muchas puertas y confirmó que estaban en el camino correcto. "Esa fue una jugada arriesgada, pero funcionó de maravilla", dice Iván riendo.

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En 2017, realizaron su primera exportación a Estados Unidos a través de Family Food, una empresa que distribuye productos ecuatorianos en mercados internacionales. "Entrar en el mercado estadounidense fue un sueño hecho realidad y un enorme desafío logístico y regulatorio", comenta Daniel. La pandemia de COVID-19 en 2020 presentó un desafío sin precedentes. Las ventas cayeron drásticamente, pasando de una facturación mensual de US$ 80.000 a solo US$ 5.000. La empresa enfrentó pérdidas significativas, poniendo en riesgo su supervivencia. “Fue un golpe muy duro. Ver cómo nuestras ventas se desplomaron casi de la noche a la mañana fue devastador”, recuerda Iván. A pesar de esto, la capacidad de adaptarse rápidamente a las circunstancias adversas permitió a Forestea sobrevivir y eventualmente prosperar. “Nos reinventamos para sobrevivir. Fue una prueba de fuego”, dice Santiago. Por su parte, Daniel comenta que “entendimos que la clave estaba en diversificar y adaptarnos rápidamente a los cambios en el mercado”. Este enfoque les permitió no solo recuperarse, sino también crecer a un ritmo aún mayor. 

En 2021 lograron recuperar sus niveles de ventas pre-pandemia y en 2023 su facturación alcanzó los US$ 3 millones. Hoy, Forestea exporta sus productos a Panamá, EE.UU. y está en proceso de expansión a Europa. Sus planes futuros incluyen diversificar aún más su portafolio, automatizar procesos y abrir sus propias agencias en Quito y Guayaquil. Este año, la empresa calcula una facturación de US$ 5 millones. 

Actualmente, Forestea ofrece una variada gama de productos que incluye infusiones naturales, bebidas tradicionales como la chicha morada y la panela, bebidas hidratantes y una línea de aguas aromatizadas. Con más de 15 productos, la empresa sigue innovando y ampliando su oferta para satisfacer las necesidades de un mercado en constante evolución. “Siempre creímos en la fuerza de nuestras ideas y en el valor de nuestras raíces. Esa ha sido nuestra mayor fortaleza”, afirma Iván.

Mirando hacia el futuro, Iván, Santiago y Daniel planean seguir expandiendo Forestea no solo a nivel nacional, sino también internacional. Su visión es convertirse en la marca líder de bebidas naturales en Ecuador, América Latina y más allá. Según Santiago, “queremos que cuando alguien piense en bebidas naturales y saludables, piense en Forestea”. (I) 

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