Daniela Carrasco llegó a EE.UU. con su mamá y hermano en diciembre del 2000, a sus 16 años. La situación en el país estaba difícil, se vivía una crisis bancaria que derivó en la dolarización y su padre había fallecido años antes. Llegaron a la casa de un amigo en Sunny Island, Florida. Sabía muy poco inglés y no entendía los modismos con los que hablaban sus compañeros de colegio.
Su mamá trabajaba de niñera, limpiaba casas, en tiendas de comida, en lo que encontraba, estuvieron dos años de ilegales hasta que su madre se casó con un estadounidense y consiguieron los papeles. "Fue muy duro, vine obligada, tuve que dejar a mi novio, para llegar a una cultura muy diferente. Vivíamos con muchas limitaciones. Terminé la escuela, pero no tuve oportunidad de asistir a la universidad”.
Su primer trabajo fue a los 17 años en una tienda de ropa, ganaba US$ 8 la hora. Una amiga que trabajaba en una tienda de mascotas le contactó y le encantó la idea de trabajar con animales. Ahí aprendió de todo, desde peinarles, limpiarles, hasta lavarles los dientes. En 2009, su amiga decidió vender el negocio. A Carrasco le brillaron los ojos al ver que era una buena oportunidad de tener algo propio. Pagó US$ 5.000 que tenía entre sus ahorros, además contaba con el apoyo de su madre para el financiamiento.
Barks & Tales Dog Spa incluye varios servicios como peluquería, baños, limpieza de dientes, tratamientos contra las pulgas, limpieza de orejas y guardería. Por ejemplo, un tratamiento contra pulgas y garrapatas va desde los US$ 45, un corte de uñas o limpieza y depilación de orejas desde los US$ 15. Arreglar a un perro puede tomar hasta cuatro horas, llegan a atender hasta 20 mascotas al día. Si van al spa, solo por un baño, el costo varía entre los US$ 50 para un perro pequeño, y US$ 125 para los de mayor tamaño. Si incluye el corte, los valores oscilan entre US$ 75 y US$ 170. Por la guardería cobra US$ 30 diarios. Al momento, factura casi medio millón de dólares al año.
“Nosotros nos enfocamos mucho en los detalles, mi trabajo es muy personalizado. Hay veces que tenemos que hacerle entender a los dueños que lo que pide no es posible, o no le va a quedar ese estilo a su mascota. Tengo clientes muy fieles que vienen de generación en generación. Los perros son un show, parece que ellos escogen con quien cortarse el pelo y con quien se sienten más cómodos. Todos los días vivimos algo distinto”.
Uno de sus clientes es un poodle llamado Tommy, su dueña es la famosa influencer Lele Pons, una celebridad del Internet, cantante, modelo, presentadora de televisión y youtuber que ha acumulado más de 44 millones de seguidores en Instagram y 17 millones de suscriptores en su canal de YouTube. “Ella viene al spa desde hace algunos años, yo no había caído en cuenta de quién se trataba. Actúa muy tranquila, sin poses, un día alguien me dijo quién era Lele Pons. Me metí en su página de Instagram. ¡Que locura!”
Pero tras la alegría a veces se lleva unos buenos sustos. Llegan mascotas muy complicadas, bravas, nerviosas, hasta histéricas, que no son recibidas en ningún otro lugar. “Por lo menos una vez a la semana me muerde un perro. Una vez uno me mordió durísimo en el dedo, lloré, cogí miedo, recelo, me quedé traumada una época. Ahora lo amo, él sigue viniendo porque no le van a recibir en ningún otro lado, ya somos mejores amigos”.
Esta ecuatoriana de 37 años no está casada, tener hijos no está en sus planes. Esta consiente que no regresará al país. Luego de 13 años, asegura que los tiempos malos son cosas del pasado. No tiene planes de expansión porque dejaría de ofrecer un servicio personalizado, pero sí le gustaría en un futuro abrir una escuela para compartir sus conocimientos. (I)