El cheesecake es uno de los postres típicos de los Estados Unidos, aunque existen investigaciones que señalan que su origen data de la antigua Grecia y otros aseguran que surgió en el Imperio Romano. Lo cierto es que el ecuatoriano Christian Valenzuela, ingeniero comercial de profesión y repostero de corazón, vivió en Miami entre 2016 y 2018, donde aprendió mucho sobre cheesecakes, y ahora dirige Cheesecake Planet, en Quito.
Cuando viví en Miami me empapé de la cultura cheesecake. Trabajaba y pude asistir a varios cursos de pastelería. Al volver a Ecuador empecé a elaborarlos por mi cuenta y los vendía como un emprendimiento personal. Quería innovar los pasteles tradicionales, cuenta en el local que abrió en julio del 2022, cerca de la República del Salvador, un sector con alta oferta gastronómica.
Los primeros 'pasteles de queso' los elaboraba en su casa en el 2019 y los repartía con un servicio de delivery. La marca empezó a hacerse conocida en redes sociales, algo que serviría en el futuro cercano. Llegó la pandemia en el 2020 y su padre, Armando, salió de su trabajo en el sector público. Fue el momento de unir fuerzas y ambos decidieron impulsar el negocio de los cheescakes.
Hijo y padre arrendaron un local de unos 20 metros cuadrados en la avenida de los Shyris, donde y trabajaban juntos en la preparación de esta golosina. El local tenía dos propósitos: elaborar los cheesecakes y ser el punto de entrega de los pedidos que se recibían por redes sociales y por whatsapp, explica Christian.
En ese primer local se invirtieron unos US$ 8.000 en hornos, adecuaciones y utensilios. El inicio del negocio fue duro, las ventas eran pocas, pero fueron pacientes. Lo que nos diferenció fue la decoración al instante. No usamos gelatinas, ni conservantes. Ese es nuestro punto fuerte, decoramos en el momento en que llega el pedido.
¿Qué estrategias aplicaron para crecer? Valenzuela asegura que la calidad de los cheescakes hizo que la gente hable bien. Los referidos, el uso de redes sociales y explicar los procesos nos ayudó, además no parábamos de trabajar.
Con dedicación Cheesecake Planet fue creciendo. La producción se cumple en una pequeña planta de producción, ubicada en el sector de La Pradera. Del primer local de la Shyris el negocio pasó a uno en las calles Austria y Checoslovaquia. Allí un mural del artista Chrsitian Tapia da la bienvenida a los clientes, quienes no dudan en hacerse selfies, mientras saborean el cheescake clásico, el japonés o la tarta de queso vasca.
Valenzuela se emociona y cuenta que el trayecto ha sido muy movido, duro, trabajando de cabeza 24/7. Pero estamos muy felices y contentos. La acogida es grande, a veces se forman filas de clientes.
Este año ha sido la consolidación. En marzo Cheesecake Planet abrió una sucursal en Los Chillos y un par de meses después en Tumbaco. La inversión bordeó los US$ 30.000 y en la actualidad este negocio tiene un equipo de 14 personas entre los tres locales y la planta en La Pradera.
Valenzuela se emociona y dice que ha sido una temporada desafiante. Para abrir en los valles hicimos un estudio de mercado y tuvimos que adaptarnos a los consumidores que son diferentes los tres puntos de venta. El público que viene es de 18 a 55 años, la mayoría tiene entre 25 y 32 años, vienen amigos, parejas. En los Chillos hicimos la temática del hilo rojo y un mural de deseos. En Tumbaco estamos enfocados en hacer mucha publicidad. Allí la característica es estar en una plaza, con parqueadero y bastante seguridad.
Este año el negocio calcula cerrar con ventas por US$ 250.000 y para el año que viene el objetivo es superar los US$ 300.000. Los planes siguen: el próximo año es posible abrir un local en Guayaquil. Estoy muy emocionado, empezar desde cero, vendiendo cheesecakes en un cooler y generar empleo es muy gratificante y emocionante. (I)