Este artículo comenzó con unas clases personalizadas de pádel. Queríamos entender por qué miles de personas en Ecuador se han unido a este deporte, que presenta un crecimiento exponencial no solo en nuestras fronteras, sino a escala mundial. Se práctica en más de 75 países y existen más de 35 federaciones nacionales distribuidas en los cinco continentes.
Se conoce que su origen se remonta a los años 70 en México y tiene un sistema de juego muy similar al tenis, combinado con ciertas características del squash. La pista cuenta con dimensiones más reducidas (20 x 10 metros) y está rodeada por cuatro paredes de vidrio. Se juega en parejas, con una pala especial, que tiene diversos diseños para adaptarse al jugador y sus niveles de habilidad.
Básicamente el jugador debe pasar la pelota al campo contrario, por encima de una red, con un solo golpe. Cuando toca el suelo del equipo receptor puede rebotar en cualquier pared, pero no puede rebotar en el mismo lado de la pista después de tocarla. Tampoco puede rozar el techo, las vallas o las luces por encima de las paredes. Gana la pareja que consiga dos de tres sets y el sistema de puntuación es igual al del tenis. Hay que conseguir seis puntos para ganar un set y estos aumentan en 15, 30, 40 y game.
No es un deporte de poder, es un deporte de control. Es rápido y muy físico. En torneos como el World Padel Tour se visibilizan las complejidades de las tácticas y los muchos golpes que se pueden emplear. José Ignacio Salvador, el entrenador de pádel al que acudimos, explica que cualquier persona puede practicarlo. Es así que pedí prestada una pala, me puse unas buenas zapatillas y estuve lista para la primera clase.
Es mucho más complicado de lo que parece. Debo confesar que la exigencia es alta. Debes preocuparte por varias cosas: desde cómo agarrar la pala, tu posición en la cancha, el movimiento de los brazos, de las piernas, de las muñecas… hasta controlar la fuerza del golpe, seguir a la pelota y entender cómo llegará al lado contrario.
Entrenar es muy diferente a jugar, pero comprendimos cuáles son los movimientos básicos y sin duda es un deporte que cautiva. La curva de aprendizaje es rápida. El desplazamiento en la cancha, el control del cuerpo y la estrategia de juego son algunos de los elementos que atraen a más aficionados. Muchos llegan del tenis y del squash en busca de un nuevo reto.
Salvador es head coach del Pádel City, un club que tiene más de tres años de funcionamiento, cuatro canchas techadas y recibe cerca 120 padeleros al día. Es exfutbolista, tiene 25 años y vive de este deporte. Realizó un curso para ser profesor en una academia argentina en 2016, pero comenzó a jugar un año antes. “Mi tío se puso una cancha de cemento en su casa y yo iba a aprender. Hace ocho años nadie sabía de esto, pero ahora tiene un gran crecimiento”.
Salvador lo describe como un deporte amigable y eso se evidencia en la cantidad de amateurs que buscan vincularse. Se estima que en Ecuador existen entre de 40.000 y 50.000 jugadores (cifra de Andy Raad, de Q-Pádel). Cada vez es más común ver en redes sociales a personajes públicos, funcionarios, políticos, artistas… postear fotografías con su pala en la mano. En todas las entrevistas que realizamos para este reportaje la palabra “sociable” apareció más de una vez. A pesar de que aún no está profesionalizado, es un deporte para hacer amigos, para cerrar negocios y sobre todo para ser parte de una nueva comunidad.
Jugar por primera vez implica solo el costo de la cancha, que en horas pico (18:00 a las 23:00), cuesta aproximadamente US$ 10 por persona en Quito y Guayaquil. Cada club alquila los implementos necesarios, sin embargo, Salvador asegura que comprarlos en Ecuador puede alcanzar los US$ 400: la pala (US$ 150 - US$ 200) y las zapatillas (USD$ 80 - US$ 150). Los precios son relativos de acuerdo con la calidad y la marca.
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A nivel nacional, existen clubes en 11 de las 24 provincias, de acuerdo con investigaciones de Forbes Ecuador. La 'fiebre' no ha llegado a todos los rincones del país, principalmente en la región amazónica. Cotopaxi, El Oro, Guayas, Imbabura, Manabí, Azuay, Pichincha, Santa Elena, Santo Domingo de los Tsáchilas, Tungurahua y Chimborazo cuentan con más de 200 canchas, concentradas en su mayoría en Quito y Guayaquil.
Vanessa Mateo, coordinadora del circuito nacional de la Asociación de Pádel de Pichincha, único ente regulador del deporte en el país, explica que la mayor concentración de jugadores jóvenes profesionales está en Manabí, con 127 parejas inscritas en sus torneos en 2023. Sus cifras estiman que existen 500 padeleros carnetizados.
Esta asociación tiene tres años y está avalada por la Federación Internacional de Pádel (FIP); es miembro de la American Padel Federation (APF). Este año realizó un circuito nacional, con cinco torneos, en Guayaquil, Quito y Portoviejo, para encontrar a los representantes en eventos internacionales como: panamericanos y mundiales. “Todas las personas pueden participar, pero deben contar con una licencia (carnet) que cuesta US$ 30 anuales”. Existen deportistas que ya están saliendo de nuestras fronteras y profesionalizando más esta práctica.
Con respecto al número de clubes, esta organización estima que existen más o menos 100 a nivel nacional. La mayoría cuenta con dos y cuatro canchas. Para este artículo conversamos con 11: Riobamba Pádel Club (dos canchas), Tungurahua Pádel Club (tres canchas), Q-Pádel (cinco canchas), Cumbayá Pádel Center (CPC) (seis canchas), Pádel City (cuatro canchas), Pádel Cuenca (dos canchas), ImbaPadel (dos canchas), Pádel Oro (dos canchas), Cotopaxi Pádel (dos canchas), Pro Pádel Latacunga (tres canchas), Pádel Ecuador (cuatro canchas) y Cayambe Pádel Club (dos canchas). En promedio la inversión inicial de estos espacios asciende a US$ 250.000 (cada uno). Si se estiman las inversiones generales, con respecto a los 100 clubes que existen en Ecuador, el monto supera los US$ 25 millones. Unos clubes han invertido más y otros menos, pero la base no es menor a US$ 100.000.
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Andy Raad es el CEO y fundador de Q-Pádel. Tiene 38 años y es administrador de empresas de profesión. Conoció al pádel en Madrid, en 2013, cuando estudiaba su maestría. Es un fanático del deporte y llegó a jugar profesionalmente fútbol. Nos recibió en su club, ubicado en Lumbisí, y con orgullo asegura ser un pionero de este deporte en el país. “Recuerdo que en 2016 hice un estudio de mercado en Ecuador y solo había 40 jugadores que practicaban en una casa. Después abrieron una cancha en el Sunset Club Deportivo, pero nosotros creamos un club como tal. Teníamos dos canchas, sin techo, e invertimos, en ese entonces, como US$ 70.000. Ahora, las cinco canchas están valoradas en unos US$ 350.000”.
El reto fue masificar y popularizar un deporte nuevo en el país. Al inicio fue muy complicado, pero después de la pandemia del Covid-19 existió un boom. Raad lo atribuye a las cualidades integradoras del pádel, ya que pueden practicarlo incluso personas de 80 años. No hay límite de edad. Su estrategia fue vincularse al tenis porque “los tenistas se enganchan muy rápido”. Estuvo casi dos años sin competencia en Quito, creó su propia aplicación para reservas y pagos en línea. Hoy cuenta con 5.500 usuarios registrados y cerca de 30 horas reservadas al día, que se traducen en 100 o 120 jugadores. En 2023 su facturación cerró en US$ 380.000. Tiene 14 personas en su nómina, trajo dos profesores de Argentina y cuenta con otros dos ecuatorianos.
Raad espera que pronto el pádel se vuelva en el primer deporte de muchos y llegue a ser olímpico. Lo mismo espera Stefani Mackliff, CEO de Pádel Ecuador, en Guayaquil, que abrió tres meses después del Q-Pádel. En una entrevista virtual, esta empresaria y jugadora amateur comenta que iniciaron con dos canchas. Confiesa que fue muy duro porque solo jugaban los tenistas y había muy pocas mujeres. Asimismo, concuerda con Raad al considerar que el crecimiento comenzó después de la pandemia.
Mackliff, de 36 años, asegura que existen más de 60 canchas en Guayaquil, concentradas principalmente en Samborondón, con cinco clubes. Pádel Ecuador estuvo cerrado por siete meses y hace tres semanas inauguró su nueva ubicación, con cuatro canchas. Recibe a más de 1.000 padeleros al mes y su inversión alcanzó el medio millón de dólares. Además, enfatiza que ahora son las mujeres quienes dedican más tiempo a esta actividad. Tiene usuarias que toman hasta cuatro clases a la semana.
Un aspecto importante son los servicios extras que ofrecen estos clubes: gimnasios, cafeterías, restaurantes, tiendas, vestidores, camerinos, clases, parqueaderos… que llevan la experiencia a un siguiente nivel. Mackliff añade que es un deporte superadictivo, que te engancha y que te une a una comunidad. Pádel Ecuador factura entre US$ 700 y US$ 900 al día. Y hace un llamado para conformar la federación de pádel, “dejando de lado los intereses individuales, para poder competir a nivel internacional y que más niños y niñas se enamoren de este juego”.
Para cerrar este reportaje visitamos uno de los clubes más visitados de Quito, Cumbayá Pádel Center (CPC). Se ubica en el valle de Cumbayá y cuenta con seis canchas techadas. Nos recibió su gerente y socio, Juan Francisco Fabara, quien practicaba tenis desde los siete años. Después conoció al pádel y se dedicó únicamente a esta actividad. “Dejé el tenis porque pude abrir un club propio y es mucho más divertido, versátil y social”.
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Un punto clave es que las personas comenzaron a verlo como un deporte más competitivo. “Se debe dejar de verlo como novelería” expresa Fabara. “Yo considero que el 95 % de jugadores son amateurs y solo un 5 % lo toma de manera competitiva. Ecuador ha participado cuatro años consecutivos en torneos internacionales de selecciones adultas y este es el tercer año que lo hace en competencias oficiales juveniles. El año pasado participó en el mundial senior y, en este corto tiempo, eso es muy bueno. No somos de las selecciones más fuertes, pero vamos por ese camino”.
CPC nació en 2021 y cuenta con una academia de alto rendimiento, oficialmente constituida y validada por el Ministerio del Deporte en Quito. De acuerdo con Fabara, también existen academias formativas y hasta el momento nueve están registrados en el ministerio. Esto es un paso gigante para conformar una federación nacional.
Fabara junto con sus socios reciben cerca de 4.000 personas al mes y su facturación llega a los US$ 38.000 en temporadas altas. Al momento su academia está conformada por 150 personas y cuenta con 10 colaboradores en su complejo. “Yo espero que la industria del pádel siga creciendo en el mercado por lo menos los siguientes cinco años. Después, tal vez se mantendrá o seguirá creciendo. Hay que pasar esta ola de novelería porque se irá institucionalizando como un deporte. Ya no existirá el futbolista que, de vez en cuando, practica pádel, sino que existirá el que diga: 'soy padelero y es mi único deporte'”.
En otras ciudades
Varias ciudades cuentan con sus propias canchas y queremos destacar a Cayambe, Ibarra, Cuenca y Latacunga, quienes aceptaron compartir sus vivencias con Forbes Ecuador. Su desarrollo es una respuesta a la creciente demanda local y al igual que otros clubes atraen a profesionales y novatos. Entre sus principales retos están los costos elevados de la infraestructura, la falta de espacio, la falta de conocimiento y los precios para los jugadores, que rondan entre US$ 7 y US$ 8 por persona, por una hora y media de juego.
Sin embargo, están llevando a cada rincón del país este 'bichito' que se espera se siga propagando. Estos emprendedores coinciden en que el ambiente familiar es clave para el éxito. "Somos una familia de padeleros". (I)