Las actividades en la nueva planta de Olé, cerca de Pifo, se mueven con los ritmos cronometrados. La recepción de los ingredientes, los tiempos en el cuarto frío, la zona de cortes, el procesamiento, el envasado y la distribución se cumplen con una planificación detallada.
Son 2.300 metros cuadrados en los que se combinan una serie de procesos. Por allí circulan cada mes cerca de 130 toneladas de productos agrícolas como maracuyá, limones, tomates, jalapeños, maíz, chocho y más. Todos esos ingredientes permiten que la empresa cuente con algo más de 60 productos con marca propia, aunque también maquila para dos cadenas de retail. Snacks, ají y salsas son algunas de las principales categorías.
En la producción participan los 74 empleados de Productos Olé del Ecuador. Cerca de 60 están en la parte operativa, mientras que el resto se encarga de la parte administrativa y financiera. El sol de la mañana abriga las oficinas en la segunda planta, mientras que los responsables del laboratorio y de los controles de calidad cumplen sus tareas en el primer piso, más cerca de las máquinas por donde pasan los productos mencionados. La empresa vive un momento de expansión, tanto en el mercado nacional como en el extranjero
"Buscamos gente buena que haga bien su trabajo", dice Pedro Vega, gerente General y accionista de Productos Olé Ecuador. Cuenta que la planta, a la que se mudaron en agosto de 2023, está en una zona estratégica que permite estar cerca de una vía importante y no tan lejos de la ciudad. "Uno de los hitos más importantes en la historia de la empresa es tener una planta como la actual. Empezamos en lo que le llamábamos el laboratorio, en un espacio de unos 30 metros cuadrados. Fuimos alquilando lugares y esta planta ya es propia".
Añade que al tener un espacio nuevo y amplio decidimos que íbamos a cumplir con todos los requisitos y especificaciones de calidad internacional, pero sin perder la esencia artesanal. "Esa decisión fue un compromiso. Pasa en muchos negocios que cuando crecen muchos procesos se industrializan y se automatizan. Pero hoy el mundo busca alimentos más naturales hechos con materias primas frescas. Por eso a veces parecemos más un restaurante que planta de alimentos".
En el bien inmueble la empresa invirtió US$ 1,4 millones. Y para convertirlo en una planta fue necesario un millón adicional. "Para lograr esto nos hemos apoyado en el sector financiero que nos apoya siempre". Vega detalla que para mantener la esencia la clave es el equipo, porque "A pesar de todos los cambios tecnológicos la empresa la hacen las personas. Además existe un compromiso respecto a la selección las materias primas".
Hoy en día Olé trabaja con cerca de 60 agricultores que son sus proveedores. Estos se ubican en Imbabura, Tungurahua, la Costa y el Oriente. "La diversidad de climas es una ventaja para nosotros y en general para el país y sus productos agrícolas". Otro truco está en cómo se procesan los insumos. "El maracuyá lo cortamos a mano para obtener el mejor aroma posible y así logramos una mezcla única para uno de nuestros productos más vendidos: el ají de maracuyá, que tiene la misma receta desde el origen de Olé, hace 25 años".
Otra estrategia que aplica la empresa tiene que ver con la parte ambiental. Vega explica que con los residuos orgánicos de las materias primas elaboran desde hace cinco años compost que se entrega a los proveedores que dejan sus productos en la planta. El año pasado se generaron lago más 100 toneladas de compost. "Logramos que ciertos residuos se conviertan en abono para la gente que crece con nosotros". Además, la planta opera con 123 paneles solares en una superficie de 328 metros cuadrados.
La empresa también apuesta por la consolidación de la internacionalización. Si bien los envíos empezaron hace cerca de 15 años, ahora existe una estrategia más afinada. "Tenemos una relación muy sólida con un distribuidor en Estados Unido con el que hemos abierto nuevos mercados como Texas". Los productos de la empresa llegan hoy en día a Nueva York, New Jersey, Connecticut, Boston y Chicago. Los clientes son principalmente latinos. Vega reconoce que abrir mercados extranjeros para productos de consumo masivo es difícil y toma tiempo.
Las cifras son una señal de que las acciones aplicadas por Vega y su equipo están funcionando. El año pasado la empresa tuvo ingresos por cerca de US$ 6 millones. De esa cifra medio millón fue por exportaciones y este año la meta es llegar al millón.
Otro plan de la empresa es crecer hacia nuevos canales en Ecuador. En el mercado ecuatoriano Olé se enfoca en el canal moderno y ahora quiere llegar a food service y al canal tradicional. "El mérito nuestro es la persistencia. Tuvimos momentos retadores y salimos adelante. Tengo un equipo completamente sólido, comprometido y responsable, esa es la clave del éxito". Y con ese equipo la empresa sigue innovando y cada año su meta es elaborar 15 nuevos productos. (I)