'Con la tamalera mamita y el molino de mamita', así comenzó el sueño de David Siguencia y de su esposa, Patricia Gómez, en el 2004. Empezaron a elaborar artesanalmente humitas, quimbolitos y tamales para cafeterías, restaurantes y fiestas, en Quito, luego entraron a las perchas de una cadena de supermercados y, el 23 de octubre de 2021, hicieron la primera exportación a España.
En ese año, la pareja se había quedado desempleada y el negocio familiar arrancó vendiendo humitas de cinco en cinco. Pero Delicatessen Suiza les hizo un pedido y pasaron de cinco a 50 humitas por semana y la producción fue aumentando hasta 200 unidades por semana.
Siguencia recuerda que de tanto insistir “logramos colocar los productos en las perchas de Supermaxi” y en una semana la producción aumentó a 5.000 humitas.
Fueron sus suegros, oriundos de Loja, quienes sugirieron utilizar el choclo que se produce en esa provincia del sur de Ecuador. Y eso gustó a los clientes. Así nació el nombre Del Valle de Lojano, la marca que este año se expandió a España y aspiran que sea la puerta de entrada a otros países europeos, como Italia.
El primer contenedor exportado llevó 20.700 fundas de humitas, 3.500 fundas de quimbolitos, 3.500 de fundas de mote, 7.000 fundas de yuca cocida y 3.500 paquetes de pulpa de frutas de cinco sabores: mora, naranjilla, tomate de árbol, mango y tamarindo, en sachets de 100 gramos, o monodosis como los conocen los españoles.
Desde que comenzaron con el negocio, perseguían “el sueño dorado” que era exportar. Siguencia, de 48 años, y piloto retirado de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE), se radicó en el viejo continente desde el año 2019, con su esposa y sus dos hijos. Esta vez persiguiendo una propuesta de empleo que le llegó de una aerolínea.
Así vieron más cercana la posibilidad de llevar sus productos al exterior y crearon Del Valle de Lojano SL (Sociedad Limitada), en Madrid, empresa con la que importan y distribuyen los productos; en Quito mantienen la planta productora. Se comercializarán con la marca 'Delicias de mi tierra'.
Antes de migrar a España, su esposa dejó montado todo el sistema de producción. Comenzaron con una persona y actualmente le dan empleo fijo a siete. Otros cinco trabajadores fueron contratados eventualmente para el proceso de exportación.
La inversión para comenzar los envíos asciende a US$ 60.000, que son parte de los ahorros de años. Y están preparados para la expansión del negocio. Las fundas de empaques tienen la información del producto en tres idiomas: inglés, italiano y español.
“Estamos llevando nostalgia, a las humitas, quimbolitos, bolones... se los llama productos nostálgicos y así es como entramos al consumidor ecuatoriano”. Los paquetes de frutas, en cambio, son muy apetecidos por los europeos.
Para enero del 2022, la empresa calcula que se estará embarcando, desde Guayaquil, el segundo contenedor y esperan que los envíos aumenten a dos mensuales.
Patricia, de 44 años, con un título de ingeniera comercial, es quien ha estado más tiempo al frente del negocio. Mientras su esposo sigue persiguiendo su sueño de seguir pilotando. Estuvo 11 años en la FAE hasta el 2004, cuando decidió aceptar otras oportunidades laborales. Voló en avionetas privadas, en las empresas Ícaro, Lan Chile, Petroamazonas y, al final, en aviones de Tame. Pero ahora está pensando en dejar las aeronaves y mantenerse en tierra para dedicarse de lleno al negocio familiar.
“Había épocas en que me quedaba sin trabajo y volvía a las humitas, a moler el choclo a mano. Han sido momentos difíciles, de lágrimas, pero las humitas nos han sacado adelante, aprendimos que toda crisis es una oportunidad”.
Ahora recuerda cuando su esposa le decía: 'Como eres piloto, vuélate a dejar las humitas?”. (I)