Convierten chatarra en piezas capaces de soportar el peso de un avión
¿Quién diría que detrás de una tapa metálica hay una historia de resiliencia, innovación y visión? Fundireciclar empezó como un sueño familiar con US$ 400.000. Hoy produce piezas capaces de sostener el peso de un avión, opera con un modelo 100 % circular y en 2024 facturó US$ 2 millones.

¿Sabían ustedes que las tapas y rejillas del área de carga del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito deben soportar el peso de un avión que puede llegar a pasar las 100 toneladas?

Estos elementos de infraestructura utilizados en el sistema de alcantarillado y drenaje de la terminal aérea son elaborados por manos ecuatorianas. No son simples estructuras, porque deben resistir pesos extremos.  

Desde sus inicios hasta la fecha Fundireciclar entregó al aeropuerto cerca de 2.000 piezas metálicas para cubrir los sumideros que recolectan el agua de lluvia y la canalizan al sistema de alcantarillado. Cada pieza pesa más de 100 kilos y tiene un costo promedio de US$ 300.

Forbes Ecuador visitó su planta ubicada en la entrada a Llano Grande, en el norte de Quito. Fernando Chávez, presidente de la empresa, y Santiago Estrella, gerente Comercial, nos explicaron los procesos de esta industria llena de complejidades y detalles técnicos.

Todo empezó con el sueño de la familia Chávez por tener un negocio propio. La inversión inicial fue de US$ 400.000. Su objetivo en ese entonces era ofrecer soluciones industriales. Empezaron con la construcción de galpones y estructuras básicas. Luego, el negocio se enfocó en recuperar chatarra, limpiarla, compactarla y exportarla. "Durante 15 años vendimos a Corea del Sur, Alemania e India. En 2014 facturamos US$ 5 millones. Entre nuestros clientes estaba Petroecuador y algunas empresas de servicios petroleros".

Chávez es un ingeniero mecánico graduado de la Escuela Politécnica Nacional con una maestría en Investigación Operativa por la Universidad Federal de Río de Janeiro. Luego de fundar y participar en algunos emprendimientos, tomó la decisión de unirse a su familia para dar el gran paso de crear su propia empresa.

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Dos hechos claves marcaron el destino de esta empresa. El primer golpe fue el retiro de la licencia ambiental y luego el cambio de requisitos para obtenerla y exportar lo que quedó paralizado. "En 2018 perdimos US$ 500.000 porque nos quedamos con producto estancado, que finalmente lo vendimos a pérdida".

La empresa dio un giro estratégico: reciclar retazos metálicos para elaborar hierro nodular, un material especial, elástico y con propiedades similares al acero, con lo que desarrollan y fabrican sus productos, explica Estrella, graduado de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en administración y gestión empresarial, con un MBA de la Universidad San Francisco de Quito.

Mensualmente la empresa recicla alrededor de 40 toneladas de acero, que se transforman en 60 toneladas de materia prima. Operan bajo un modelo 100 % circular.

Anualmente elabora más de 20.000 piezas entre tapas, rejillas, válvulas, hidrantes, ruedas de puentes, herrajes y repuestos de turbinas hidroeléctricas. Dentro de sus clientes está el sector privado y el Estado. En su mayoría los equipos son personalizados a los intereses y requerimientos del cliente. 

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Entre sus grandes hitos está su participación en la remodelación y adecuación del área de carga del aeropuerto de Tababela, donde en 2014 vendieron más de 1.000 rejillas y tapas y en 2024 otras 800 adicionales, diseñadas para soportar sobre 100 toneladas que es aproximadamente lo que pesa un avión. "Tenemos un laboratorio para ensayos y análisis de metales y de arenas para la fundición. Si no pasan la prueba química de calidad, los rechazamos". 2024 cerró con una facturación de US$ 2 millones.

A lo largo del tiempo, la inversión en tecnología, automatización e innovación supera los US$ 2 millones. Con una planta de 2.000 metros cuadrados, 50 colaboradores y un consumo mensual de 830 kilovatios, Fundireciclar se prepara para enviar su primera exportación a EE.UU. a finales de 2025. (I)