María del Pilar Mora tiene 43 años y durante toda su vida experimentó muchas reacciones en su estómago cuando bebía leche de vaca. A ella, como a muchos de nosotros, en su casa le exigían tomar ese lácteo, sin discusión, debido a su contenido nutricional.
Esta emprendedora estudió ingeniería en alimentos y al cursar el tercer año tuvo clases de bioquímica, en donde aprendió sobre la intolerancia y descubrió que su problema realmente era tomar leche. “Me acostumbré al dolor. Así que llegué un día con mi libro para mostrárselo a mi mamá y le dije no volvería a tomar esto. Soy intolerante”. Y así fue.
Durante su trayectoria profesional, Mora trabajó en varias industrias, en su mayoría lácteas y es allí en donde conoció sobre los productos alternativos que podían reemplazar la leche de vaca. Luego de ello, decidió realizar una maestría, junto a su esposo, en innovación y desarrollo de alimentos en España. Para su titulación, ambos crearon un ejemplar de 'leche' de almendras con jugo de piña, con el objetivo de rescatar este fruto seco tradicional en ese país.
A través de este proyecto, la Universidad de Barcelona los escogió como sus representantes en un concurso europeo, en donde participaron 18 universidades más. “Ganamos el segundo lugar y este fue nuestro primer acercamiento en el extranjero. Les encantó nuestro proyecto”, comenta.
En su retorno a Ecuador, Mora comenzó a explorar el mercado y su plan era crear un producto alternativo que tuviera materia prima ecuatoriana, hasta que llegó al chocho, una leguminosa conocida como la soya de Los Andes. Este tradicional grano ecuatoriano tiene más del 50% de proteína y ayuda a reducir el azúcar en la sangre.
Después de identificar un sinnúmero de propiedades, se produjo el primer prototipo. “En 2016 hicimos cinco fórmulas diferentes” cuenta Mora y asegura que lo más complicado del proceso fue establecer la base de la leche y posteriormente comenzar a saborizarla. Es así como se funda Lupwi, una empresa que invirtió US$ 30.000 para salir al mercado, y que actualmente cuenta con cuatro sabores a la venta: mora, maracuyá, chocolate y natural, creados en su planta ubicada en Amaguaña, en la que se invirtieron US$ 200.000.
¿De dónde viene la materia prima? La fundadora afirma que trabaja con 250 familias de 14 comunidades indígenas que le proveen alrededor de US$ 9.000 en chocho, cada mes. Están ubicadas en Chucchilán, provincia de Cotopaxi, a 3.000 metros de altura. La siembra de este producto representa el 80% de la economía del sector.
Lupwi fue parte de las empresas que impulsa la organización ConQuito, una institución municipal que promueve el desarrollo productivo en la capital. Allí, cuenta esta ingeniera en alimentos, su producto tuvo la primera cata a la que asistieron 63 personas, las cuales pudieron saborear por primera vez la bebida que había creado.
Luego de un proceso tecnológico de prueba y error, las primeras unidades estuvieron disponibles, en junio de 2016, en las perchas de una tienda de alimentos orgánicos. La acogida del producto fue en aumento y en apenas dos años, esta bebida llegó a las perchas de los supermercados de Corporación Favorita.
“Empezamos a trabajar en ferias hasta que llegamos a ellos. Haberlo logrado fue tenaz. Seré honesta, el día que nos dijeron que ya estaba en los supermercados, salí y fui a buscarlo. Cuando lo vi, solo lloré. Todos quieren llegar a Corporación Favorita”, enfatiza.
Mora explica que el nombre de su compañía es la conjugación de lo antiguo y lo moderno. Lup por lupino, el nombre botánico del chocho, y tarwi, que significa chocho en quichua.
En el camino, esta marca ha tenido cambios pequeños, pero que han sido importantes para ir afinando cada detalle. En 2019 está empresaria ya tenía miras de llegar al mercado internacional. En ese periodo, participó en el programa Internacionalízate miPymes y este fue el primer paso para entender qué se necesitaba para llegar al exterior.
Y para cumplir con este objetivo, la empresa debía tener un propósito y encontró a un aliado estratégico que le permitiría establecer una meta clara. “Nos certificamos en Sistema B. Con esto hemos podido transparentar nuestro trabajo desde el punto de vista ambiental, económico y social”.
Según Mora, trabajar con las comunidades indígenas no fue fácil. Involucrarse en su mundo, entender su realidad y ser aceptados dentro de sus tierras fue un proceso que tomó alrededor de un año de investigación. Entonces, su misión como empresa cambió y esta se transformó en una estrategia social que tiene como objetivo beneficiar a los agricultores de la zona y pagar sus pedidos por anticipado.
En 2021, esta bebida ecuatoriana llegó por primera vez al Reino Unido. Lupwi se asentó en los stands de la feria Natural and Organics Products Europe. “Voy mucho a ferias porque así puedo tener contacto con mis clientes y saber qué puedo mejorar”, dice Mora. En ese mismo año fue contactada por un comprador suizo que adquiría frutas frescas en Ecuador. Hizo el primer pedido de sus productos en vidrio y se envió el primer pallet de 900 litros, en diferentes presentaciones.
En 2022, la compañía cerró su facturación en US$ 50.000 y este año tiene proyectado finalizar con ventas cercanas a US$ 80.000. Además, en estos días Lupwi vuelve a las canchas internacionales y se hará presente en Brasil con un envío de 10.000 litros de leche de chocho, por un valor cercano a US$ 25.000. Para retomar su exportación hizo un cambio en la imagen y la presentación del producto a tetrapack, lo cual se logró con una inversión de US$ 30.000.
A Mora y a su esposo les motiva e impulsa diariamente el impacto social que causa su empresa. “Para nosotros, es algo muy potente. Valoramos el producto maravilloso que cosechan las comunidades indígenas y ahora impulsamos la siembra orgánica. Somos los primeros”, expresa Mora. (I)