1. Comunicación como base
Para que una empresa crezca sólida, estable y con calidad, es necesaria la comunicación entre empresario y empleados, entre empresario y clientes, entre empleados y clientes. Tienes que saber en todo momento qué está bien, qué está mal, qué se puede mejorar, cómo se sienten tus clientes y tus empleados, qué necesitan para sentirse mejor, etc. Sobre todo al principio, si quieres que tu empresa tenga una larga vida, es fundamental.
2. Capacidad de autocrítica
Muchas veces culpamos a los demás de las malas rachas que suceden en la empresa. Si ese es tu caso, primero reflexiona, mírate a tí mismo y pregúntate si estás haciendo lo correcto: si eres un buen líder con tus empleados, si tus clientes están satisfechos, si podrías mejorar ciertos aspectos. De esta forma, tu empresa crecerá firme y mejorando día tras día. La clave de un crecimiento de calidad está en identificar los errores a tiempo y subsanarlos cuanto antes para no volverlos a cometer.
3. Pensamiento futuro
Parece una obviedad, pero, cuando estamos tan obcecados con un rápido despegue y crecimiento, ni siquiera nos paramos a pensar en las consecuencias que tendrán nuestros actos de hoy en el futuro. Cada centavo que gastes de más innecesariamente repercutirá en tu empresa el día de mañana. Ten muy presente el futuro.
4. Ahorro
Cuando las cosas van bien en la empresa, probablemente gastarás más de lo que debés. Intenta ahorrar todo lo posible cuando el negocio sea próspero, porque nunca sabés cómo te irá mañana, y probablemente habrá muchos momentos en los que te haga más falta que hoy.
5. Relaciones, no transacciones
Es uno de los fundamentos de la prosperidad y la vida de una empresa a largo plazo. Hacer una simple transacción con el cliente que adquiere tu producto o servicio está bien, pero no es suficiente. Lo mejor es crear relaciones con el cliente para que siga haciéndolo a largo plazo. Esto se consigue día a día, poco a poco, así que no hay que correr.
*Nota publicada en Forbes España