Sydney Males nació en Otavalo hace 27 años. Sus padres se dedicaban al comercio de artesanías, cobijas, ponchos, sacos, sombreros y tejidos. Su papá Fabián Males migró a Europa, al igual que miles de otavaleños en la década de los ochenta. Les enviaba dinero constantemente, pero los visitaba poco. Cuando ella nació él se encontraba en Sydney, Australia, de ahí su nombre.
Su madre Vilma Muenala vendía blusas bordadas a mano y anacos, una tela rectangular ceñida a la cintura a modo de falda. Sydney luce siempre manillas y pulseras coral, heredadas de sus antepasados, y según cuenta su costo supera los US$ 1.000 cada una. Desde niña aprendí a bordar, empecé por los encajes, al principio me pinchaba muchos los dedos y dolía. Es un trabajo muy delicado y preciso. Me tomaba hasta tres meses hacer una prenda, mi mamá la hacía en un mes.
En esos años su jornada arrancaba a las cinco de la mañana. Al terminar la secundaria en la Unidad Santa Juana de Shantal migró a Quito para continuar sus estudios universitarios en Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), donde obtuvo una beca. Para ayudar a mi mamá con los gastos vendía blusas a mis compañeras en unos US$ 200. Ganaba entre US$ 600 y US$ 800 al mes.
¿Sintió discriminación por ser indígena? Más que discriminación, sentí en ocasiones clasismo, me veían como una provinciana. Una vez una compañera sin darse cuenta que estaba cerca dijo que tenía que cortarse el pelo, porque parecía indígena. Te confieso que mis padres nos educaron a mi hermano y a mí con orgullo a nuestra identidad, entonces aprendí que comentarios como esos no me afecten.
Con una maestría en Negociación y Cooperación Internacional en la Flacso, Males se abrió camino en el mundo de las organizaciones internacionales. Su primer escalón: Una pasantía en Unesco, que le abrió las puertas a las Naciones Unidas. Subió a un segundo escalón cuando el Ministerio de Relaciones Exteriores la conectó con Land is Life, una red colaborativa de comunidades y organizaciones indígenas, y luego con Hakhu Amazon Foundation.
Su pasión por la interculturalidad y el desarrollo sostenible la llevó a trabajar en varios proyectos: Yuturi Warmi mujeres es una organización de mujeres enfocadas en defender su territorio. El presupuesto anual supera los US$ 30.000. Otro programa que me encanta es Hakhu Amazon Design. Hemos conseguido capacitar y dar empleo a más de 200 mujeres indígenas de Napo. El presupuesto va por los US$ 20.000 al año. En 2023 participamos en Latin American Fashion Week en New York, EE.UU. También estoy enfocada en recuperar la autoidentidad que se ha perdido por la migración. Por ejemplo, nos estamos autoexigiendo a escribir en nuestra lengua natal. Con Mullu TV difundimos nuestro trabajo. En total guío unos 20 micro proyectos, incluso en Uruguay, Chile, México, Guatemala, Colombia y Perú.
A esta joven kichwa se le iluminan los ojos mientras habla de su trabajo y sus sueños. Para ella no hay barreras, todo es posible si hay empeño y decisión. 2022 fue un año inolvidable para Sydney Males porque fue el inicio de una carrera internacional que desde entonces no ha parado. Su primera participación internacional fue en la sesión del mecanismo de expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en Ginebra, Suiza. Fue un desafío que me marcó. Mantuve conversaciones directas con embajadores para definir estrategias a favor de los pueblos no contactados. Necesitábamos que en el documento de las Naciones Unidas se ratifique que en verdad sean no contactados y eso se respete. Pude incidir para que este párrafo sea incluido. Aprendí a moverme sin miedo en estos espacios.
A partir de esta experiencia, Males siguió adelante con su empeño y llegaron nuevas oportunidades. Asistió como expositora y representante de los pueblos indígenas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27) en Egipto. Ante un centenar de jefes de Estado y líderes mundiales, defendió el rol que cumplen las comunidades indígenas por el cambio climático. Mi discurso fue transmitir las opciones que manejamos en nuestros territorios. Obviamente mi saludo fue en kichwa, luego hablé una parte en inglés y cerré mi intervención en español. También conversé directamente con varios embajadores.
2023 empezó con paso firme en el escenario del foro permanente de pueblos indígenas en New York, EE.UU. El encuentro nos permitió generar una red de 50 líderes, algo que nuestros antepasados no lo consiguieron. Siete meses después, nuevamente se embarcó en un avión para estar en The Climate Week y dos meses después cruzo el atlántico hasta Dubái para estar presente en la COP 28. Hablé sobre los Andes, la tala masiva de árboles, el deshielo de glaciares y de cómo los ríos de la Amazonía ya no tienen tanto caudal. Debemos ser muy conscientes del entorno. Vengo de Otavalo de una comunidad rodeada de montañas. Es importante que empecemos articular lo que está pasando, anclar una red más fuerte. Desde recoger basura hasta crear proyectos sostenibles con la comunidad. Actualmente hay un green washing muy fuerte y eso debemos identificar y evitar.
Pero Males no se queda quieta. En abril de este año dio una conferencia sobre el liderazgo de mujeres indígenas en Harvard University, EE.UU. Además de hablar sobre mi experiencia y los proyectos en los que estoy, fue muy notorio que la academia aún necesita asentar sus trabajos de campo en los territorios para hablar sobre transiciones justas.
Los planes siguen: en este mes asistirá a la conferencia sobre cambio climático en Bonn, Alemania y en noviembre irá a la COP 29, en Azerbaiyán. En el ínterin está estudiando un diplomado en Cambio Climático. Nosotros tomamos una postura por el planeta. Es nuestra responsabilidad tomar el liderazgo para construir un futuro sin contaminación, con un ambiente sano. En su tiempo libre disfruta de escalar las montañas que rodean a su ciudad. Le tomó ocho horas subir y bajar el taita Imbabura. Bordar, por ahora, es el recuerdo de una madre que perdió hace un año. (I)