Esta joven de 30 años soñaba con ser entrenadora de delfines y ballenas en los acuarios del mundo. Sin embargo, ese mundo de colores y fantasía se derrumbó cuando vio un especial de televisión que mostraba la crueldad detrás de las escenas de los zoológicos y parques temáticos marinos. A partir de entonces Janice Márquez decidió ser una activista oceánica.
A los 17 años tenía clara cuál sería su misión sobre la tierra. Ese año, durante sus vacaciones escolares, participó en la limpieza de cerca de 100 playas del país.
“La primera vez que me sumergí en el fondo del mar fue un despertar. No podía creer lo que estaba viendo y cómo estamos destruyendo esta maravilla”, dice mientras comenta que desde niña le molestaba ver basura y plásticos botados en las playas. Cuando encontraba especies marinas varadas y muertas lloraba sin consuelo.
Mientras cursaba su carrera de bióloga marina en la Escuela Politécnica del Litoral (Espol) creó el club de buceo Yaku y se calificó como buzo científica, con el objetivo de proteger los mares desde las leyes y la ciencia. Además, se conectó con organizaciones como Mingas por el Mar, Pacífico Libre y Amiguitos del Océano.
Márquez sentía tocar el cielo con lo que hacía, pensaba que nada podía empañar su felicidad, pero de un momento a otro una vez más su mundo de colores y fantasía se derrumbó. “Estaba en la comuna de Palmar, en Santa Elena, cuando empecé a sentirme débil, cansada, con un fuerte malestar en mi cabeza. Me hicieron muchos exámenes y no encontraban nada raro. Entonces mi papá llamó a un doctor amigo en Quevedo, quién luego de unos exámenes me sugirió que me vea un neurólogo. Me diagnosticaron un tumor cerebral (sus ojos se llenan de lágrimas). Dios me abrió sus brazos, se juntaron algunos ángeles y la cirugía que costaba US$ 50.000 me la hicieron gratis. Me sometí a radio y quimioterapia. El 2020 fue una verdadera pesadilla”.
A inicios de diciembre de ese año apareció una luz. Mientras navegaba por su computadora, se encontró con la página de SOA internacional. No dudó en escribirles, la respuesta llegó unos días después. 2021 empezó con nuevos vientos y SOA Ecuador empezó con tres personas; ahora tiene cinco capítulos: Guayas, Galápagos, Santa Elena, Manabí y Pichincha. Cuenta con 35 líderes y 200 jóvenes unidos bajo un solo objetivo: Salvar al océano.
En estos tres años, solo para Ecuador se han invertido US$ 30.000 y se han recogido más de 5.000 toneladas de basura marina y costera. A nivel internacional esta organización cuenta con más de 7.000 líderes jóvenes en 165 países, 45 empresas emergentes aceleradas y 280 mentores.
“Ahora estamos enfocados en difundir el daño que ocasiona la minería submarina. Es una campaña muy fuerte, porque queremos conseguir una moratoria de diez años. Estamos presionando para que el Consejo de la Autoridad de los Fondos Marinos (ISA) tome una posición determinante sobre la explotación minera submarina en aguas internacionales”.
Para esta joven activista, el océano es el único aliado para protegernos del cambio climático. Advierte que si no reaccionamos y permitimos que el calentamiento del agua suba dos grados, el 99% de los corales del mundo morirían. “En Ayangue, la temperatura promedio del mar es de 25 grados, por el fenómeno del niño subió a 28 grados. Los peces migraron y las aves empezaron a morirse porque no tenían que comer. Los corales también se afectaron”.
Hace unos días organizó por primera vez en el país 'Ecuador Ocean Weekend', un evento diseñado para revalorizar y proteger las regiones marino costeras, a través de actividades innovadoras, discusiones y experiencias interactivas en torno a temas relacionados con la educación, la ciencia y el emprendimiento.
Janice está en remisión, los síntomas del cáncer han desaparecido, pero no las secuelas. Por la alta radiación su pelo no ha vuelto a crecer, pero no le preocupa. Asegura que volvió a la vida con mucha más fuerza. “Volví a sumergirme en el mar bajo mi responsabilidad. Lo hice en la playa de Puerto López, Manabí. Fue muy liberador, tras dos años de encierro es indescriptible lo que significó. Estoy segura que es lo que quiero para el resto de mi vida”.
Con la decisión en firme, su voz se ha escuchado en la Conferencia de los Océanos de Lisboa, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como COP27, en Egipto y en la Conferencia Regional de la Juventud en Costa Rica.
Sin duda esta joven mira más allá del momento. Para ella el océano es el mejor amigo para luchar contra el cambio climático, pero también el más olvidado. Su pensamiento nos envuelve en esta lucha incansable para un futuro mejor. (I)