La finca de la familia Wray se encuentra en medio de haciendas productoras de leche e invernaderos de flores de exportación. Son 12 hectáreas ubicadas entre Cayambe y Pedro Moncayo. El verde es el color que predomina por estos sectores, la humedad se siente en el ambiente y las plantas, con sus flores, son la cereza del pastel. Es un espacio que dio origen a La Divina Papaya, una pequeña empresa liderada por tres mujeres: Natalia Wray, Daniela Moreno Wray y Violeta Moreno Wray. Madre e hijas se convirtieron en socias de un negocio que se centra en la naturaleza.
Su nombre nació del dicho popular: ¡Qué te crees! ¿La divina papaya? A pesar de que ya no se escucha con mucha frecuencia en las nuevas generaciones, estas emprendedoras apostaron por la reconexión con la cadena de alimentos y así promover que las personas no se crean, sino que sean, verdaderamente, la divina papaya. La idea surgió en su cocina. Natalia, antropóloga de profesión, tuvo problemas de salud y esa fue la excusa para experimentar con nuevas opciones de alimentación. La técnica de la deshidratación dio paso a la creatividad para crear una línea de productos que se centra en tés y tisanas, sazonadores, sales, chocolates con flores, snacks de frutas y flores comestibles.
Sus hijas desarrollaron un tema más empresarial desde 2019 y se propusieron descubrir nuevos sabores para promover el poder de las plantas. Cada una desde su formación aportó para crear una empresa agroecológica que incida en la vida de las personas para que puedan alimentarse mejor y sobre todo contribuya con el desarrollo local por medio de reflexiones colectivas. Hay un dicho que dice: 'eres lo que comes', pero en realidad eres lo que tu comida come explica Daniela, quien se desempeña como COO (directora de operaciones). Una de las primeras tareas que hicieron fue encontrar su lugar y trabajar con la tierra, con las plantas, con el agua…
Las tres dejaron su vida en la ciudad para aprender a sembrar y cambiar la percepción que tenemos sobre los alimentos. Nos dimos cuenta de que debemos crear productos agroecológicos y trabajar en conjunto con personas que hagan lo mismo. También, hicimos investigaciones del suelo para tener una transición, una regeneración y una restauración de las tierras, ya que muchas especies se han perdido por la contaminación y la riqueza del terreno se ha visto afectada por los monocultivos de la zona enfatiza Daniela.
Todo esto convirtió a La Divina Papaya, en 2021, en una empresa BIC (Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo). Estas empresas están comprometidas en cumplir con altos estándares de producción responsable con el ambiente, con sus colaboradores y con la sociedad.
Hzero, hub regional de innovación del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, las reconoció, en 2023, como uno de los proyectos más innovadores de América Latina y el Caribe para eliminar el hambre de la región, por el sistema de proveedores agroecológicas que impulsan. Hoy trabajan con productoras independientes y con cinco asociaciones agroecológicas en Cayambe, Imbabura, Manabí y Napo. Con La Divina Papaya impactan a 1.500 productoras directas y 5.000 indirectas, quienes no solo reciben asistencia técnica, sino que pueden vender su materia prima a precios justos.
De acuerdo con Violeta, CEO de la empresa, entre el 40 % y el 60 % de la producción agroecológica no se vende. Existe una desconexión entre esta producción y los consumidores. Ahí entramos nosotras como un puente porque ayudamos a que estas familias manejen mejor sus cosechas, tengan una soberanía alimentaria y mejoren su propia nutrición. Recordemos que el 70 % de la producción de alimentos a escala mundial proviene de pequeños productores.
Bajo esta filosofía, recolectan la materia prima de sus aliadas, cosechan de sus propias tierras y elaboran mensualmente 5.000 unidades entre todos los productos de su portafolio. El año pasado cerraron con más de US$ 100.000 en ingresos y este año esperan entrar en grandes cadenas de retail. Queríamos garantizar nuestro sistema de abastecimiento para enfrentar algo así con nuestro modelo de negocio. Estos años hemos sentado bases fuertes para crear un sistema robusto de proveedores. Desde 2019 hasta 2023 crecimos un 168 % y eso nos alienta a seguir soñando asegura Natalia.
La Divina Papaya cuenta con seis colaboradores y esta nueva mirada les permitió descubrir el valor de las plantas y sobre todo de las flores comestibles, su mayor propuesta. Las flores nos atraen como a sus polinizadores. Sus colores y propiedades son únicas. La florifagia (comer flores) te brinda antioxidantes, vitaminas, calcio, magnesio, zinc… Son alimentos funcionales que aportan un gran poder nutricional señala Violeta, quien concuerda con su hermana mayor. Para ellas, las plantas están presentes y atraviesan todo: la cosmética, la alimentación, la salud, la belleza…
Todas las personas que no tienen la dicha de salir a su jardín y cosechar unas flores, para colocar en su comida, pueden adquirir estos productos en su tienda en línea. Es una manera de confiar en las manos y en el conocimiento de nuestros pueblos indígenas. Somos una marca real, con relaciones reales y alimentos reales concluye Natalia. Muy pronto sacarán un ready to drink en colaboración con Tetra Pak, que será una bebida que conjuga el poder de las flores y las plantas. En un pedacito del norte de Quito se fortalece este negocio que apuesta por sistemas alimentarios sostenibles y resilientes por medio de la agricultura. (I)