Su nombre original es Mauricio, así lo bautizaron cuando nació en Quito. Pero, cuando llegó a China, la persona que le estaba creando un correo electrónico le dijo: “Si te vas a quedar dos meses, sería bueno que la gente pueda reconocerte y acordarse de tu nombre, van a tener problemas de recordar Mauricio, así que mejor te damos uno más pequeño. Te voy a llamar 'Momo'”.
Y así lo presentaron, cuando llegó a trabajar como diseñador en EF Education First, en Shanghái: 'Momo' Estrella solo tenía previsto quedarse en esa empresa unas semanas como freelancer. Sin embargo, le ofrecieron trabajo a tiempo completo y así fue que el gigante asiático comenzó su conquista. 14 años después se ríe con la anécdota de aquel día. “Me quedé como seis años en la compañía, nunca cambié el correo, de cierta forma me acostumbré a que la gente me llamara así. Y me quedé como Momo”.
'Momo' nunca más fue Mauricio.
"De alguna forma este país me mostró que muchas de las cosas que en algún momento pensé que eran malas tienen un lado positivo. En Ecuador me dijeron que era muy impaciente, pero al mismo tiempo eso ayuda a ser más efectivo, a tomar decisiones cuando hay demasiadas opciones, para escoger algo soy impaciente. También me decían que soy bien distraído, y lo sigo siendo, pero al mismo tiempo es porque soy muy curioso, y la curiosidad es muy importante porque mantiene las opciones abiertas. Todo es una posibilidad, entonces, cuando la gente es curiosa se va a distraer con facilidad”.
China vio en 'Momo' lo que Ecuador no veía en Mauricio.
“Este país me mostró que detrás de ser impaciente, detrás de ser desenfocado, detrás de no poner atención en los detalles, hay valores más positivos, para lo que originalmente nunca nos prepararon en el colegio, ni en la universidad, ni nos inculcaron a pensar con más optimismo sino más bonachón, sobre este tipo de cosas que podíamos hacer. Estábamos acostumbrados a reaccionar a cosas malas o estas facetas casi negativas de todo lo que está alrededor nuestro. Pero cuando vine acá todo eso desapareció, la gente apreciaba estas cosas, decía ¡ah!, y nunca me llamaron impaciente, y me gustó la idea de descubrir ese otro lado”.
Y se quedó.
Son las 22:00 en Shanghái, una de las ciudades más pobladas en el mundo, una metrópolis de más de 24 millones de habitantes. En Guayaquil, una urbe con 2,7 millones de personas, son las 09:00. Hay unas 13 horas de diferencia entre las dos ciudades cuando conversamos vía Zoom, y un vuelo sin escalas duraría 20 horas, uno con escalas, más de 40 horas para conectarlas. 'Momo' Estrella se fue por dos meses y ya tiene más de 14 años por allá. Tenía 26 años de edad, ahora 40 años, una esposa china, Rong, y su hijo Iván, de seis años, al que trata de enseñarle los dos mundos.
Su filosofía de vida. Volver lo negativo en positivo.
Durante más de 20 años, 'Momo' dice que ha sentido curiosidad por la relación entre las personas y las cosas, y ha creado y dirigido equipos emocionados por las oportunidades a lo largo de estas líneas de conexión. “Abogo por el diseño centrado en el ser humano y se refiere a la decisión consciente de crear cosas para resolver los problemas de las personas, en lugar de enfocarse en la tecnología o tendencias superficiales”.
Actualmente trabaja como miembro del equipo de liderazgo global para el diseño de experiencias digitales de los consumidores en IKEA, una multinacional de origen sueco especializada en decoración y productos para el hogar. La marca tiene más de 80 años en el mercado. La fundó Ingvar Kamprad en 1943 cuando tenía 17 años de edad y comenzó vendiendo artículos como bolígrafos y carteras. Era "un joven emprendedor que esperaba crear una vida mejor para las personas en todo el mundo”, dice la página corporativa de la empresa, con presencia en 28 países.
EF Education First era cliente del estudio de diseño que tenía 'Momo' en Quito y le propuso llevarlo a China por dos meses, pero les gustó su perspectiva y forma de trabajo, y se quedó en esa empresa seis años. También trabajó en Imagination, una empresa que construye museos, escenarios para obras de teatro, conciertos y salones de exposición de gran escala. “Tuve a mi cargo la dirección creativa de estos proyectos por dos años y me ayudó a desarrollar mi pensamiento creativo y de storytelling”, recuerda.
Luego se fue a IDEO, una de las consultoras de diseño más famosas del mundo, fundada en Palo Alto, California, en 1991. “Es más difícil entrar a IDEO que entrar a Harvard o al MIT, dicen por ahí (ja, ja), trabajé en proyectos de retail, movilidad, educación superior, entre otros. Eso fue lo que me colocó en el radar de IKEA y me ayudó a conseguir ese trabajo acá en China”.
"Diría que curiosidad y optimismo son casi como un motor de dos tiempos, lo que me ha ayudado. Crecí con bastante libertad, pero con bastantes obstáculos a la vez, pero me bañé en curiosidad y optimismo. Siempre le inculco a la gente que trabaja conmigo que nunca pierda esa curiosidad que te lleva a querer aprender cosas nuevas, a querer preguntar cosas a alguien que conoces, y puede ayudarte mucho en la vida personal y profesional. Ser curioso y ser optimista es muy importante, ver el lado positivo de las cosas, porque es fácil dejarse llevar por lo que pasa y en media hora sentirse mal por el clima o el covid. El optimismo es lo que me mantiene a flote y ser curioso”.
“Hay gente que tiene bastante ñeque y empuje, y tiene claro lo que quiere hacer. Entonces, es muy fácil decir que esa persona que tiene este tipo de energía es muy necia. Pero no entienden que detrás de esa actitud hay un lado totalmente positivo y es que se trata de una persona muy determinada a hacer cosas. Y lo he aprendido acá con el tiempo, y que trato de inculcar en mi hijo, ahora soy casado, mi esposa es china, y trato de darle lo mejor de ambos mundos. Obviamente quiero que tenga la sazón latina, que se ría de los chistes de los que yo me río, que le guste la música que a mí me gusta, pero también trato de inculcar ese tipo de flexibilidad y cómo se piensa”.
Durante más de 20 años, 'Momo' dice que ha sentido curiosidad por la relación entre las personas y las cosas, y ha creado y dirigido equipos emocionados por las oportunidades a lo largo de estas líneas de conexión. “Abogo por el diseño centrado en el ser humano y se refiere a la decisión consciente de crear cosas para resolver los problemas de las personas, en lugar de enfocarse en la tecnología o tendencias superficiales”.
Actualmente trabaja como miembro del equipo de liderazgo global para el diseño de experiencias digitales de los consumidores en IKEA, una multinacional de origen sueco especializada en decoración y productos para el hogar. La marca tiene más de 80 años en el mercado. La fundó Ingvar Kamprad, en 1943, cuando tenía 17 años de edad, y comenzó vendiendo artículos como bolígrafos y carteras. Era “un joven emprendedor que esperaba crear una vida mejor para las personas en todo el mundo”, dice la página corporativa de la empresa, con presencia en 28 países.
EF Education First era cliente del estudio de diseño que tenía 'Momo' en Quito, y le propuso llevarlo a China por dos meses, pero les gustó su perspectiva y forma de trabajo, y se quedó en esa empresa seis años. También trabajó en Imagination, una empresa que construye museos, escenarios para obras de teatro, conciertos y salones de exposición de gran escala. “Tuve a mi cargo la dirección creativa de estos proyectos por dos años y me ayudó a desarrollar mi pensamiento creativo y de storytelling”, recuerda. Luego se fue a IDEO, una de las consultoras de diseño más famosas del mundo, fundada en Palo Alto, California, en 1991. “Es más difícil entrar a IDEO que entrar a Harvard o al MIT, dicen por ahí ( ja, ja), trabajé en proyectos de retail, movilidad, educación superior, entre otros. Eso fue lo que me colocó en el radar de IKEA y me ayudó a conseguir ese trabajo acá en China”.
En lo personal se enfoca en “retribuir y ayudar a versiones jóvenes de mí mismo”, según escribió en su perfil de LinkedIn. Además, prepara un libro en el que explora la trayectoria de los diseñadores y aporta su experiencia en ese mundo; tiene previsto publicarlo entre marzo y abril de 2024. Da conferencias en algunas universidades. Es profesor invitado en MIT, Parsons School of Design, Art Center y New York University. Ha escrito artículos para Reader's Digest, Huffington Post y Times sobre comportamiento humano y motivación. Una de sus publicaciones fue 'Una contraseña me cambió la vida'. "El documental fue nominado para un Emmy, pero no ganamos”, dice.
¿Qué hace tan lejos de su país?
Vine por dos meses, en diciembre de 2009, y nunca regresé, o sí para hacer mis papeles y vender algunas cosas mías y todo. Una oportunidad de dos meses se convirtió en una oportunidad laboral a largo plazo.
¿Por qué se fue?
En 2007, empecé en Ecuador un estudio de diseño y animación con unos amigos, y teníamos buenos clientes en el país y uno de ellos se conectó con nosotros a través de internet, porque habían visto nuestro trabajo. Les gustó la propuesta que teníamos en cuanto a diseño gráfico y diseño digital, y en esos tiempos muchas publicaciones comenzaron a moverse del material impreso al internet. Estaban interesados en tener un punto de vista más holístico. No solamente preocuparnos de la parte de diseño editorial y portadas, sino también diseñar la misma experiencia para lectores en línea. Así comencé con EF Education First, en China, una de las compañías de educación más grande del mundo.
¿Le gustó y se quedó en Shanghái?
Dijimos trabajaremos por seis a ocho semanas para ver qué pasa y 'nos gustamos' en cuestión laboral, y me enamoré de la ciudad, del tipo de ambiente, de la comida. Yo nunca había salido de Quito y fue la primera vez que estuve fuera por una semana, y tan lejos. Nunca planifiqué esto. Muchas cosas que me pasan en mi vida no las planifiqué y estoy abierto a recibir nuevas oportunidades y estar siempre con las antenitas pendientes.
¿Cómo decidió quedarse finalmente?
Me di cuenta de que el entendimiento o la apreciación del diseño que tenían en China estaba a un nivel diferente en relación con Ecuador. Como diseñador, cuando estaba en mi país, mi trabajo no solo era la parte creativa, sino también defender la propuesta. Acá había una recepción muy buena en cuestión de conceptos creativos y no necesitaba invertir tanto esfuerzo en proteger la integridad de mis ideas. La gente estaba dispuesta a recibir estas propuestas, y eso me cautivó. Obviamente, en Ecuador en cuanto a la percepción del diseño entonces, quizás erróneamente, mucha gente pensaba si no eres bueno en medicina, si no eres bueno en ingeniería, vas a estudiar diseño, era un pensamiento tradicional. Al salir de Ecuador vi la diferentes perspectivas que empresas y personas tienen del diseño, eso me motivó muchísimo, y no encontré ese tipo de motivación todos esos años en Ecuador.
¿El concepto de diseño se enfoca en algo más integral?
Yo estudié computación y un poco el negocios, y tuve la oportunidad de empezar a conectar mucho de estas piezas, casi como legos, y tratar de crear una forma más integral del diseño en general. Es lo que hago hasta ahora. Soy diseñador, aunque no diseño cosas gráficamente, mi rol es casi más como si fuese un arquitecto, tratar de entender cómo diferentes consumidores se conectan con una marca. En esta conexión hay muchas oportunidades y estrategias para diseño donde podemos crear contenidos, aplicaciones digitales, interacciones. Mi trabajo se ha convertido en un poco más filosófico, en tratar de definir cuáles son las oportunidades para conectarnos más de cerca con consumidores.
¿Cuál es el enfoque de su trabajo actual?
Ahora trabajo en IKEA, una corporación multinacional sueca que está dedicada a la fabricación y venta de muebles; pero, como vende los muebles en paquetes planos, empacados al vacío, accesorios y objetos para el hogar, mi trabajo se trata de digitalizar cómo esta compañía se conecta con consumidores originales. Esta empresa tiene 80 años de antigüedad, con 500 tiendas en el mundo, y 160.000 empleados. Me dedico mucho al e-commerce, aplicaciones digitales, para consumidores jóvenes, sobre todo en China, que tienen la curiosidad y el dinero.
¿Ha ido evolucionando su trabajo?
Sí, me ha tocado porque si uno no se mueve rápido en este país, si no se mueve a la misma velocidad. se queda atrás y es algo que me mantuvo acá; siento que, por naturaleza, yo siempre he tendido a tratar de acelerar cosas, soy bastante impaciente.
¿Le costó adaptarse?
Vine cuando tenía 26 años, había muchas cosas para las que no estaba preparado, y me tocó aprender a la fuerza, es casi como no haber tenido una guía, una llamada de distancia; estaba a 40 horas de distancia, si quiero tomar un avión para aterrizar en Quito, me toma 40 horas de puerta a puerta. Esa sensación de aislamiento de alguna forma casi me obligó a tratar de madurar para estas facetas para las que parecía que no estaba preparado. Me tocó aprender a ser esposo, papá, conseguir trabajo, cocinar, y cosas para las que no te preparan, y a veces las cosas cotidianas son las más difíciles de lidiar. Por ejemplo, a mí a veces me preocupa más no saber qué voy a cocinar en el almuerzo que dar una conferencia para 2.000 personas.
¿Profesionalmente hacia dónde se proyecta?
Una ventaja que he logrado mantener es tener una perspectiva fresca sobre lo que está pasando fuera de China. Este país es muy hermético, pero siempre trato de estar pendiente de las tendencias que tienen que ver con mi industria, donde me muevo. Estoy constantemente viendo lo que está pasando, eso me ha ayudado porque no tengo un toque muy local. Hay muchos estrategas chinos que tienen un conocimiento local, pero no tienen esa visión híbrida que tengo y que me ha mantenido en IKEA, una compañía en la que me quiero quedar. No estoy seguro de qué es lo que quiero hacer a largo plazo, generalmente pienso en horizontes de corto plazo.
¿Cuáles son los enfoques de sus charlas?
En Quito daba clases en 'La Metro' (Instituto Superior Metropolitano de Diseño) y en otros institutos, y siempre he tenido esa casi como misión de que quiero convertirme en la persona que yo necesitaba cuando era más guambra, más guía y ayuda. Doy clases en línea, eso me ayuda a mantenerme en contacto con ese lado mío que es muy importante: cómo ayudo a una versión más joven mía que puede estar al otro lado de la pantalla. También doy clases en la Escuela de Negocios en Singapur de bajo costo y mi idea es guiar en la creación de contenidos, me gusta ese rol, y me ayuda a tratar de anticipar para el futuro.
Cuando tenga la oportunidad de volver al Ecuador, mi intención es involucrarme en educación. Veo en el sudeste de Asia la fragmentación económica, cultural y espiritual muy parecida con Sudamérica y, visto desde el lado optimista, eso ayuda a segmentos de consumidores y empresarios a pensar regionalmente, cómo inicio una compañía que sea compatible con estas dinámicas de diferentes mercados, y eso se puede hacer con empresarios en Ecuador, Perú, Chile.
¿Qué le dice al ecuatoriano pesimista?
Siempre estoy conectado a las noticias y a las reacciones, y tengo la impresión de que la mayoría de las quejas es de gente joven, en las redes sociales, lo cual es un poco extraño para mí. Me parece que hay cierta perspectiva cerrada y a mí me ayudó mucho tener una mente abierta, ser curioso, pero no juzgar. Hay que tratar de alguna manera de asumir responsabilidad, no solo delegarla, como ecuatorianos tendemos a delegar responsabilidad y tratamos de asignar la culpa a otro, al Gobierno. Creo que tenemos que unirnos como ecuatorianos.
'Momo' agradece practicar el español en esta entrevista. Dice que lo hace solo con sus padres, que ahora están jubilados y viven en Quito, a quienes no ve desde antes de la pandemia, y con su hermana, quien reside en Suiza, y también es diseñadora. “Mi padre trabajaba en una fábrica de chocolates, como jefe de Producción, era el Willy Wonka de Ecuador, y mamá tenía algunos salones de belleza pequeños, pero se jubiló por el covid, ella dijo hasta aquí llego, prefiero cuidarme”. (I)
*La nota original se publico en la edición impresa de agosto-septiembre de 2023.