La adrenalina de Wall Street le sedujo cuando estudiaba su carrera universitaria. Quería respirar Wall Street, sentir Wall Street, vivir Wall Street. Por eso, cuando decidió cambiarse de universidad, desde North Carolina a Texas, donde sus padres podían costear su carrera de Finanzas, dio el primer paso de lo que sería su sueño de llegar al lugar donde todos los financieros querían llegar a inicios de siglo.
El primer año universitario lo cursó en la San Francisco de Quito. Luego, aplicó a un programa que este centro de estudios mantenía con Oxford y se fue. El tercer año lo hizo en North Carolina. Y ahí le picó el bicho. “Me di cuenta del mundo de las finanzas, del mercado, de Wall Street, me fascinó, no lo conocía. Hablé con los profesores y les dije que me quería ir a trabajar en Nueva York. Me dijeron que tenía que cambiarme de universidad, porque donde estaba no llegaban los bancos a contratar”. Dicho y hecho, consiguió una posición, su primer trabajo fue en Salomon Smith Barney, hoy parte de Citigroup. Corría el año 2000. Tenía 23 años.
Permaneció dos años allí, en el grupo de telecomunicaciones, que lo llevó a trabajar en México, Venezuela, Brasil. Su primera gran transacción fue cuando Telmex hizo el spin off de América Móvil. Tras ese tiempo, volvió a Ecuador con un grupo de exbanqueros de Lehman Brothers, que querían desarrollar su presencia en la región andina. Ayudaba a empresas a comprar otras compañías o a levantar capital. Estuvo allí ocho años, hasta que el encuentro con varios ejecutivos le hizo repensar su camino. “¿Cómo hago una transición de carrera para pasar de banquero a private equity?”. El destino le abrió nuevamente las puertas.
Primero, se encontró con un amigo mexicano, Wilbert Sánchez, que había estado en Merrill Lynch, en Nueva York. Había comprado una empresa en Brasil que se llama Porcao, para rescatarla de un proceso de casi bancarrota. “Le dije: 'Wilbert, nunca he estado en la industria, no sé de management y mi portugués es súper básico'. Se rio y me dijo: 'Lo importante es que sabes trabajar, horas largas, aprendiste a trabajar en Wall Street, estás acostumbrado a ese ritmo. Que una empresa entre a un proceso de declive, se debe en gran parte a la falta de energía'. Empaqué, dejé a mi familia en Quito y me fui a este pueblito al sur de Brasil, en la frontera con Uruguay a trabajar por nueve meses”.
Después, un exjefe suyo en Nueva York, le invitó a aplicar para el puesto como Vicepresidente en una de las áreas de Citigroup. Vio, junto a su familia, la oportunidad de vivir en la Gran Manzana, tener un salario estable y un escenario ideal para que sus entonces dos hijas -hoy tiene tres- aprendieran inglés y se expusieran a otra cultura. Pero sus visas no se aprobaron. Así que por seis meses hicieron escala en México donde, dice, “subieron 20 libras todos, porque la comida es deliciosa”. Tras ese tiempo, finalmente llegaron a Nueva York.
Sin embargo, un nuevo giro cambió su estabilidad. Su mentor, Marco Peschiera, le pidió que se fuera a Perú, donde había levantado un fondo de US$ 350 millones. En 2012 llegó a ese país, permaneciendo nueve años. Así de intensa ha sido la trayectoria profesional de Sebastián Barriga, quien a sus 42 años sintió que algo le faltaba.
¿En qué momento te diste cuenta que ya no te llenaba lo que hacías?
En 2021, después de vivir nueve años en Lima. Habíamos logrado invertir todo el fondo y me pregunté 'OK, ¿qué viene?'. Y me acuerdo que salió un estudio o un research report bajo el título “When the future arrives early”. El tema central era que la tecnología, hoy en día, pasó de ser una industria a ser un modelo de negocio. Todas las empresas que la están aplicando son las que están ganando, las que están creciendo, las que están trayendo más productividad al mundo. Pensemos en Airbnb, ¿qué hace?, toma activos que ya están en la economía, que tienen una utilización muy bajita y la suben, entonces, de pronto, tienes más camas adicionales en la industria de turismo y hotelera. Entonces, si voy a proyectar mi carrera de aquí a los próximos 10 años, ¿qué estoy viendo en Latinoamérica?, ¿qué estoy viendo en las empresas de hoy?, ¿qué sé yo como persona? Por eso, decidí volver a las aulas, al Massachusetts Institute of Technology (MIT), para aprender sobre machine learning, deep learning, artificial intelligence, quantum computing. Todo ese tipo de cosas que suena bonito, pero del cual no sabía cómo se utilizaba para traer más eficiencia a la economía. Esa respuesta no la tenía. Decidí tomarme una pausa para realmente entender hacia dónde está yendo el mundo. Si quiero mantenerme relevante y útil como profesional en mis siguientes 15 o 20 años de carrera, debo capacitarme. Lo que estoy viendo aquí es una ventana hacia el futuro, para que, con el conocimiento que he podido acumular del mundo de los negocios, de estrategia, mezclarlo con los avances tecnológicos. Alguna gente me dice: 'Tenías un súper trabajo y ahora estás de estudiante'. Y digo: 'Sí, pero ser honesto conmigo mismo y saber sobre lo que sé y lo que no sé, me ayuda a crecer como persona y profesional”.
Pero evidentemente todo parece una locura. Dejar, de alguna manera, Wall Street, para volver a las aulas. ¿Cómo enfrentas esos momentos de duda, del 'y si no sale como lo espero'?
Siempre el deseo de conocer más me ha motivado a hacer los cambios, a seguir. Pero claro, a medida que vas conociendo cosas, a medida que vas viendo el mundo, te das cuenta que el mundo es más grande y que las posibilidades son mayores. Una compañera decía: 'Yo solo estaba creciendo para arriba y necesitaba crecer a los lados también y ampliar los horizontes'. Yo lo veo así, si bien no es un camino directo arriba, de subir, un puesto dentro de una multinacional, ¿no cierto?, y ser jefe de un país, luego de una región, después de toda una división, etc. Yo lo que veo es que voy creciendo como profesional en varios aspectos que me ayudan a mirar el mundo de una manera más completa y ver las oportunidades que están saliendo. Siento que he crecido profesionalmente mucho haciendo este cambio, que yo te diría desde afuera, viendo superficialmente, puede verse como que: 'Oye, ¿qué estás haciendo?, ¿por qué estás dejando un trabajo bueno por lo otro?', pero la verdad lo siento como que uno va sembrando muchas oportunidades que después las puedes cosechar.
¿Cómo no caíste en la tentación o en la seducción del dinero en Wall Street? Ese era tu enfoque de inicio.
Mi enfoque de inicio fue, y capaz un poco muy inocentemente, ¿cuál es el trabajo más difícil para una persona que se está graduando en Finanzas, en Estados Unidos?, era una especie de reto personal. Y claro, ese trabajo era investment banking y me dije: 'OK, voy a trabajar en investment banking', porque quería probarme a mí mismo que podía hacer eso. Yo te diría que el dinero es importante, pero siempre y cuando puedas cubrir tus necesidades, si puedes dar educación a tus hijos, si puedes traer comida a la casa, techo, pagar el alquiler, ese tipo de cosas, pero nunca ha sido para mí un factor que maneja mis decisiones. Hollywood muestra una imagen distinta de lo que es Wall Street. Atrae a la gente al cine para que digan: 'Esta es vida'. Y es chistoso porque no es nada glamouroso, estás en una oficina, en un cubículo, entras a las 09:00, sales a las 03:00, te vas a la casa y solo quieres dormir. A veces viajas, pero, si viajas, te ponen en la esquina más escondida porque tu trabajo es secreto. Así pasan los días. Claro que aprendes muchísimo pero también trabajas muchísimo.
A estas alturas de tu vida, ¿has logrado un equilibrio entre tu trabajo y tu vida personal? Obviamente, ahora mismo estás estudiando…
Depende en qué etapa de la vida estás. Al principio, cuando eres más joven, puedes sacrificar un poco el tiempo, por algo que te está enseñando mucho, que te va a ayudar a ganar experiencia, exposición, en el futuro. Es bien difícil a nivel personal, eso depende mucho de los valores que tiene cada uno y del tipo de vida que uno quiere tomar. Para mí fue siempre valioso aprender, conocer nuevas industrias, expandir mi conocimiento y mi área de operación. Con los años uno se vuelve más eficiente, sabes qué cosas importan y cuáles no. Y es muy importante estar en la casa también. Una de las cosas que, para mí, es top top top es mi familia, yo sé que mucha gente a veces dice eso, pero de las mejores cosas que me ha pasado a mí es ser papá, de tres niñas, lo disfruto todo el tiempo. Y te digo, acá, estando de estudiante es hasta más fácil pasar más tiempo con ellas que antes.
¿Cómo han enfrentado como familia tantas mudanzas?
Ha sido una decisión de familia ver el mundo y ver qué más existe afuera, siempre nos ha gustado viajar, siempre nos ha gustado ver otras culturas. Mis hijas se han vuelto ciudadanas del mundo, mi hija mayor está en UCLA, en Los Ángeles, y se ha adaptado muy bien, está haciendo su primer año y no ha sido un shock como estar fuera de casa, la primera vez, sino puede operar bien en una cultura que más o menos la conoce. Y eso es producto de los viajes. Eso sí, el núcleo familiar tiene que ser bueno, tienen que estar contentos, poner atención en todo, y no siempre lo haces bien, a veces te sale mal, pero tienes que intentar y mientras te importe y estés atento, creo que el resultado es positivo.
¿Cuán difícil ha sido esta experiencia en el MIT?
Las clases son un tercio de los componentes, lo otro está en las actividades, en los programas y competencias de startups. El MIT es de las universidades que más startups saca, al año, en Estados Unidos. Aquí hay un empuje y un enfoque en qué problemas se pueden dar solución con la tecnología que está siendo desarrollada acá. Y se enfocan en crear suficientes ecosistemas, en donde las ideas sean compartidas y amplificadas, para que tú salgas, con una idea, con un negocio que te guste, en los cuales te alinees y logres sacar una o varias empresas al mercado que sean interesantes. Ahorita estoy colaborando en un proyecto con una compañía, que lo que quiere hacer es analizar con inteligencia artificial todo lo que tienes en el estómago, para ayudarte a reversar la resistencia a la insulina, y me parece sensacional. Entonces, las ideas pasan de lo académico a la vida real, y es lo que creo que MIT hace muy bien. Además, te ayuda con dinero para que desarrolles tu idea, sin tomar una posición de accionista en tu empresa. Aquí, todo el ecosistema te empuja, si tienes una idea te dicen: 'Dilo en la clase, di lo que quieres al universo para ver si el universo responde'.
¿Cuál es tu plan para después del MIT?
Quiero, después de graduarme, crear un ecosistema que no solo provea el capital a estas empresas que están saliendo de MIT y de Harvard, sino también el acceso al conocimiento, a la experiencia y al network que necesiten para llevar su idea al mercado y escalar. O sea que se haga realidad y que siga creciendo y ojalá sean empresas exitosas en el futuro. No necesariamente son empresas americanas, sino son compañías que se germinan acá, que la idea toma forma acá, pero que son globales.
Cuando no trabajas o estudias, ¿qué haces?
Aparte de ver Netflix, juego golf, aunque mi esposa me mete unas palizas. Antes del Covid-19, viajábamos mucho, porque nos gusta mucho ver otras culturas y ver qué más hay en el mundo. He aprendido que un país no deja de ser bonito porque otro lo es. Por eso, aprecio tanto mi país y mi cultura, lo tengo pegado al corazón. Y extraño la comida, el campo, los caballos, Ibarra, Otavalo, un buen locro, un choclo con queso en la calle, un mote con chicharrón, los amigos. (I)