Es arquitecta de profesión, con un Minor en Historia del Arte. Por cinco años le apostó a su carrera profesional trabajando en distintas firmas, pero se sentía frustrada porque no podía soltar su creatividad, entonces sufrió un cortocircuito. A partir de esta crisis existencial empezó a buscar dónde y en qué se sentiría cómoda y le apostó a la moda. “Por ser un modo de expresión importante me identifico con la moda. Soy una persona introvertida, no tímida y así logro comunicar mis ideas y sueños, para mí la ropa es un juego de formas y colores”, cuenta Isabel Pérez.
En 2016, con María Puente, una amiga española que vino a Ecuador por siete años hizo su primera colección 'Nómada', que consistía de siete chaquetas de lana bordadas con flecos. La inversión fue de US$ 500 y cada pieza la vendieron en US$ 250. Esta experiencia le abrió los ojos para recorrer sola y con valentía el mundo fashion. En 2019 nació Hera Studio, donde los estampados y la riqueza cromática son la esencia de sus creaciones. Contaba con US$ 4.000 para sobrevivir mientras montaba el negocio. “Hice un par de dibujos y conseguí un sastre que trabaja hasta ahora conmigo. Arranqué con tres modelos de chaquetas y siete piezas, subí a Instagram y de un soplo se vendieron. Gané US$ 1.000”. Emprendedora y curiosa decidió experimentar con pigmentos naturales como el achiote, la cúrcuma, la cochinilla, la pepa de aguacate y decidió embarcarse con fibras 100 % naturales. “Mi tercera colección la vendí en un dos por tres. Me gané US$ 4.000”.
Esta emprendedora arrancó el 2020 llena de ilusiones, con nuevos bríos. En eso, su hermana Ximena, que vive en Hong Kong, la invitó a visitarla. Sin pensarlo dos veces, en menos de una semana armó su maleta e incluyó algunos diseños: chaquetas, faldas, vestidos y unas cuantas blusas. Este viaje de tres semanas de vacaciones terminó siendo de cinco meses por la pandemia del Covid 19. Pérez se quedó encerrada en Japón y vivió “una experiencia que fue increíble”. Participó con sus diseños en ferias pop up y cada prenda la vendía en US$ 300. “Estuve en Kioto hasta julio, fue un trance en mi vida, me dediqué a observar, adquirí algunas telas y regresé a Quito en julio de 2020, muy inspirada”.
Esta inspiración se concretó en bucket hats, sombreros estilo pescador con diseños divertidos y estampados, conocidos como tydie. Los 100 sombreros los vendió en US$ 5.000. Con este pequeño capital se lanzó a dibujar los bocetos de una nueva propuesta, muy japonesa. La acogida fue tal, que decidió darle con todo. Se apropió de tonos como el rojo y rosado, colores que identifican la marca, su esencia y su estilo. En 2021 las ventas superaron los US$ 21.000 y a su sastre de confianza se unieron otras cuatro costureras. Al mes vende mínimo 30 piezas. Todas elaboradas con fibras y tintura natural.
“Ha sido complicado escalar el negocio solo con tintura y fibra natural, por eso decidí enfocarme en colecciones exclusivas, colecciones pequeñas y exclusivas, porque económicamente hablando no es sostenible. La gente no paga el valor justo por prendas exclusivas hechas a mano, con fibras y tintes naturales. La moda rápida nos confunde”.
Cada colección tiene una inspiración específica, porque cuenta historias a través de sus bocetos. “En el libro, Just kids de Patti Smith, una autobiografía de la poetisa estadounidense, que habla de búsqueda y transformación, en el nombre del arte y de la vocación personal, fue la inspiración de mi última colección. Hice estampados con letras y traté de replicar la vestimenta de los personajes. Diseñé una chaqueta como tablero de ajedrez con curvas. Se ha convertido en un ícono en mi colección. El color, el arte y la arquitectura son como los protagonistas y fuente de inspiración”.
Su tenacidad y decisión por superar los obstáculos que se presentan en el camino, sin importarle cuantas veces ha tenido que levantarse para abrir nuevas puertas, le ha permitido estar en concept stores en México y Nueva York. Con una emoción desbordante nos cuenta que en 2022 fue parte del Qatar Fashion United que se llevó a cabo, pocos días antes de la final del Mundial de Fútbol. El evento congregó a 150 marcas de 50 países y Ecuador estuvo ahí con sus prendas. También la revista de moda Vogue recogió su historia. Sus sueños no caducan, en 2024 su parada será París, Francia y en 2025 aterrizará en California, EE.UU. (I)
