"Desde niño, el campo, los parques y las canchas estuvieron cerca de mi vida", así empezó a narrar su historia Julián Mora, fundador y presidente de la Fundación Goles con Valores. A sus cuatro años, su padre le regaló su primer balón, lo que despertó su ferviente pasión. "Muchas veces yo dormía abrazado a la pelota y no dejaba que me la quiten. Luego fui creciendo y el deporte siempre fue parte de mi vida. Tenía el mismo sueño que muchos niños de nuestro país anhelan, ser el nuevo Antonio Valencia, el nuevo Alex Aguinaga, llegar a Europa y jugar en un equipo grande. Yo también quería ser futbolista, era mi pasión".
Lamentablemente, su sueño deportivo profesional no pudo concretarse, pero prometió que el fútbol siempre sería parte de su vida. Primero en el colegio Americano y luego en el colegio Menor, siempre jugó para la selección. Veinte años atrás (a sus 17 años) recuerda que en un partido intercolegial se llevaron la victoria, "pero fuimos a saludar al equipo contrario y en lugar de saludarnos de vuelta, corrieron a su autobús y regresaron con palos y cadenas. Querían agredirnos porque les ganamos. Logramos irnos inmediatamente y recuerdo las palabras del profe Cosme, nuestro entrenador en esa época, que nos dijo: 'Chiquitos, discúlpenlos porque no saben lo que hacen'". Esa primera experiencia con el lado oscuro del deporte sembró las raíces de su propio futuro.
"Empiezas a ver luego en la televisión, en el estadio, cómo se comportan y se va normalizando. Luego sale la frase de 'esto es fútbol, todo vale', pero luego analicé con mi compañero Santi que ¡no todo vale! No podemos ser parte de un entorno deportivo donde exista la trampa, la viveza, la corrupción, la mentira, el engaño, con tal de ganar. Dijimos 'queremos hacer algo diferente, algo contracorriente y promover un deporte con valores".
Después de graduarse del colegio, en un temporal desvío de su sueño, estudió Administración y Marketing con una beca en Canadá. A su retorno ingresó en PWC, "empecé de trainee, que era, casi casi, como pasante, hasta llegar a Consultor Jr". En 2009, junto a su hermano, mientras continuaba en su trabajo corporativo, montó su primera academia de fútbol. "Era joven, tenía 26 años. Entonces dije 'si no sigo mis sueños hoy, ¿cuándo lo voy a hacer?' Decidí renunciar a mi trabajo y dedicarme 100 % a trabajar en el deporte. Cuando uno es joven debe intentar seguir sus sueños porque eso te permite irte todos los días a dormir contento y saber que estás haciendo lo que tu corazón te dice".
Su nuevo gol fue traer una franquicia inglesa llamada 'Little Kickers'. "Ellos nos daban un método de enseñanza deportiva para bebés desde 18 meses. Fue algo revolucionario porque acá en el país, las academias de fútbol empezaban con niños de entre 5 a 6 años. Este programa permitió demostrar que desde que un niño camina puede empezar a descubrir lo que el deporte significa en su vida". Buscando diferenciarse del ecosistema deportivo, su proyecto iba viento en popa. "Abrimos en Ecuador, Perú, Colombia, Chile y El Salvador en un transcurso de 10 años. Entre todos facturamos, tranquilamente, entre US$ 25.000 - US$ 30.000 mensuales, estábamos en pleno crecimiento. Llegamos a tener 7 franquicias, trabajamos con más de 2.000 niños a la semana en colegios, en guarderías, con clases particulares, pero luego llegó la pandemia".
De un día para el otro, todo se acabó. Intentaron aliviar su angustia con clases virtuales, pero resultaron ser parches temporales. Todo el equipo debió dedicarse a otras cosas y con la incertidumbre de los indeterminados plazos pusieron un freno al proyecto. "Estábamos en lo alto de la ola y, de repente, nos hundimos completamente (...) Pero, todos entendieron, todos nos dimos cuenta de que era algo que estaba fuera de nuestras manos y que había que seguir porque si no sigues es peor".
Aunque, no todo fue reactivo. En la pandemia empezaron a 'cranear' el retorno a la cancha, "queremos volver a un deporte diferente", es así como nace 'Goles con Valores'. "Aquí todo nace en el ejemplo, el ejemplo del entrenador, del padre, ellos son los que guían a los niños porque ellos no crecen con viveza criolla. El niño nace con la intención de jugar, de divertirse, de hacer amigos, de pasarla bien, de aprender y luego nosotros los incentivamos a ganar". Implementaron una nueva herramienta llamada 'VAR de la afición', Ver, Animar y Respetar para regular el rol de los padres durante los partidos. Además, desarrollaron el concepto de la tarjeta blanca que, a diferencia de su hermanas amarilla y roja, cumple otra función.
"Cuando un niño lo golpea sin querer a otro y en lugar de seguir la jugada lo levanta y le pide perdón, esa es una acción que se merece una tarjeta blanca. Son acciones que deben ser recompensadas porque demuestran los valores y el buen ejemplo para los demás. Dejemos un rato de lado la amarilla y la roja en edades tempranas porque solo castigan, no te enseñan nada". De la misma forma empezaron a forjar su camino, de la mano de la empresa privada, para financiar su programa y crear un ecosistema de juego limpio. "Empezamos a golpear puertas, a invitar a las empresas a que se vinculen bajo tres consignas como la responsabilidad social, el respeto y que, de esta forma, también puedan acceder al incentivo tributario que da el Ministerio del Deporte, a través de la deducción del 150 % aportado en el valor del Impuesto a la Renta".
Hoy en día, están impulsando el proyecto llamado 'Un gol por la inclusión' junto a la Fundación El Triángulo para ayudar a decenas de niños, desde los cinco años, que tienen algún tipo de discapacidad intelectual. "Cuando juegas con ellos y ves su alegría, su felicidad, su sonrisa, te das cuenta que todo el esfuerzo que hacemos vale la pena". A la par, también promueven otro programa llamado 'Peace and Sport' en alianza con una ONG internacional, que es apoyada por el príncipe de Mónaco, con el objetivo de utilizar el deporte como un catalizador para la paz.
Desde 2022, a través de Goles, se han beneficiado 5.200 niños y niñas. A finales de 2023, se convirtieron en una Fundación oficialmente, cuya meta es levantar al año mínimo US$ 40.000 para ejecutar sus diferentes proyectos. "Siempre me preguntan, ¿por qué a tus 38 años hiciste una fundación? Y yo les digo que en la vida siento que tenemos que dar a la comunidad un poquito de lo que somos y es lo que me motiva todos los días. Siento que estoy cumpliendo mi razón de ser. Los invito a que se unan, a que conozcan mucho más de lo que hacemos y que juntos podamos trabajar por un país de paz". (I)