"Me gustaría ser el primer ministro de Economía y Finanzas indígena"
Felipe Alonso Males Lema, un joven indígena Kichwa de Otavalo de 32 años, construyó una trayectoria inusual y poderosa que lo ha llevado desde su pequeña comunidad en Ecuador hasta los organismos internacionales más influyentes, como USAID, la OEA, la ONU y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Su historia es una mezcla de perseverancia, superación personal y un profundo compromiso con su herencia indígena, pero también con un Ecuador mejor. Con estudios en la Escuela Politécnica Nacional y la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur, Males está a punto de dar un paso más hacia su sueño de crear un Ecuador más inclusivo.

Felipe Alonso Males Lema creció en un hogar marcado por la separación de sus padres. "Yo soy resultado de padres divorciados", menciona. Desde pequeño, vivió con su madre y la familia materna en Otavalo. Aunque provenía de una comunidad Kichwa, su vida no fue del todo tradicional. Al ser hijo único, muchas veces se vio rodeado de adultos y la responsabilidad de ser un referente para la familia recayó sobre él desde muy joven. En el año 2000, su madre emigró a España, buscando mejores oportunidades debido a la demanda por artesanías ecuatorianas en Europa, mientras él se quedó bajo el cuidado de sus abuelos y tíos. 

Desde una temprana edad, Males se destacó por su amor por la música. Recuerda con claridad cómo fue que se interesó en los instrumentos tradicionales: "En los recreos, los estudiantes traían los instrumentos musicales para bailar el Inti Raymi. Había guitarras, rondines... Allí sentí que una cosa era bailar y otra cosa era bailar y tocar un instrumento". A los 11 años, comenzó a tocar el rondín, la mandolina peruana y el bandolín ecuatoriano de 15 cuerdas, lo que le abrió las puertas a un universo cultural que lo llevaría a conocer el mundo.

La música, más que una simple afición, se convirtió en una herramienta de conexión con sus raíces y su comunidad. "Mi habilidad para la música despertó a esa edad y pronto me di cuenta de que era una habilidad que venía de familia", recuerda. Su abuelo y tíos también fueron músicos, y en la comunidad indígena Kichwa, la música siempre ha tenido un rol crucial. En su adolescencia, formó parte de varios grupos musicales. Con 19 años, se unió al 'Proyecto Coraza', donde tocaba la mandolina peruana. 

En ese mismo período, fundó el grupo 'Takisay', dedicado a rescatar el estilo de música tradicional indígena conocido como fandango. "El fandango es la música tradicional de matrimonios y velorios en las comunidades indígenas. De hecho, compuse un álbum completo dedicado a los velorios. Escribí un libro junto a mis amigos llamado 'El matrimonio Kichwa en las comunidades de Quinchuquí y Peguche'", señala. Esta pasión por la música lo llevó a viajar por el mundo, dando clases de bandolín en Japón y tocando en Boston mientras estudiaba inglés.

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Sin embargo, aunque la música lo definió en su juventud, Males siempre tuvo una inquietud por la educación. A los 15 años, motivado por su deseo de ayudar, ahorró US$ 100 para organizar un pequeño proyecto navideño en comunidades rurales que duró un par de años. "Compré fundas de caramelos y dulces, y junto con mis amigos, fuimos a distribuirlas en varias comunidades". Esta iniciativa fue el punto de partida de un proyecto más grande que evolucionó a los 17 años. "Quería que los niños de las zonas rurales vean algo que pudiera inspirarlos, así que, organizamos giras para que visiten la Escuela Politécnica Nacional. La idea era que vieran cómo se construyen robots, cómo funciona un motor, etc, y así quizá un día dijeran 'de pequeño vi esto y cuando sea grande quiero ser astronauta, quiero ser ingeniero'".

Este compromiso con la educación y el desarrollo social creció con el tiempo. En 2012, la Embajada de los Estados Unidos premió su proyecto "Incentivando a las mentes brillantes del mañana". Para Males, este premio fue un reconocimiento a sus años de trabajo organizando actividades educativas y culturales para niños de las zonas más desfavorecidas. "Siempre he soñado muy alto, y detrás de cada uno de mis proyectos estaba mi madre, apoyándome", confiesa.

Fotos: Pavel Calahorrano Betancourt

Mientras cursaba la secundaria en el Pensionado Atahualpa de Ibarra era el único indígena y su padre le dijo algo que lo marcaría: "Si quieres que te hagan caso en este mundo mestizo tú tienes que ser el mejor estudiante". Además, había un par de materias que le llamaban mucho la atención: realidad socioeconómica y estadística. En esas clases aprendió sobre la pobreza y la desigualdad en Ecuador. Este interés lo llevó a la Escuela Politécnica Nacional, donde se graduó como economista.

Con un título de tercer nivel en mano, Males decidió que su siguiente paso debía ser ampliar sus horizontes. "Un día, mi primo me contó sobre un país pequeño que en poco tiempo había logrado desarrollarse y convertirse en un referente mundial. Ese país era Singapur", recuerda. Intrigado, se sumergió en la lectura del libro 'Del tercer mundo al primer mundo: la historia de Singapur (1965 - 2000)", escrito por Lee Kuan Yew, el arquitecto de la transformación de Singapur. La frase con la que comienza el libro lo impactó: "Hay libros que te enseñan a construir motores o casas, pero nunca había encontrado un libro que te enseñe cómo construir una nación".

A partir de entonces, decidió que quería aprender directamente del modelo de Singapur, por lo que aplicó a la Universidad Tecnológica de Nanyang, donde fue aceptado para realizar una maestría en Economía Aplicada. Su experiencia en ese país lo marcó profundamente. "Una cosa es leer sobre el éxito de Singapur, pero otra cosa es vivirlo", afirma. Allí entendió que el secreto de Singapur residía en dos pilares: "La educación y el buen gobierno son las claves. Tuvieron que invertir en lo único que tenían: el capital humano, y eso les permitió avanzar".

El choque cultural fue intenso. Felipe recuerda cómo en su primer día de clases, sus compañeros no sabían de dónde era. "Pensaban que era chino o filipino, pero cuando les conté que era ecuatoriano, muchos no sabían siquiera dónde quedaba Ecuador". Para hacer frente a la falta de conocimiento sobre su país y su cultura, organizó varios talleres donde enseñaba a sus compañeros sobre la música y la tradición indígena Kichwa. "Llevé mi bandolín, mis artesanías y organicé un taller con TEDx Singapur para promocionar a nuestro país", relata.

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A pesar de los desafíos, la experiencia académica y cultural en Singapur fue un éxito. Males se graduó en 2019 y, con una nueva perspectiva sobre el desarrollo económico, regresó a Ecuador con una misión clara: aplicar los conocimientos adquiridos para transformar a su país.

Al volver a Ecuador, se encontró con una nación convulsionada, después de las protestas sociales de octubre de ese año. Su ceremonia de graduación también se aplazó hasta el 2021 por el inicio de la pandemia. Entre tanto, su "primera chamba" fue como subdirector de Desarrollo Económico en el cantón Guamote, para Delfín Quishpe. "El contraste fue de lo más rico a lo más pobre. Fui a trabajar tres meses y luego ingresé al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), donde ocupé el cargo de analista dentro de la Dirección Nacional de Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD)". 

Durante su tiempo en el ministerio, se enfrentó a una dura realidad: "Una gran parte de las transferencias que hace el Estado a los municipios se va en salarios, y no en obras públicas", comenta. Este descubrimiento reafirmó su deseo de trabajar en la transformación de la administración pública. Después, ingresó como director de Cooperación Internacional en la Secretaría de Pueblos y Nacionalidades Indígenas.

La carrera de Felipe no tardó en escalar a nivel internacional. En 2023, fue contratado como consultor en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), también sumó experiencia en un proyecto junto a Naciones Unidas sobre el Censo y en la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), donde actualmente trabaja como especialista en proyectos y desarrollo inclusivo. En su rol en USAID, Males se enfoca en temas de inclusión económica junto a pueblos indígenas, afroecuatorianos, personas con discapacidad y la comunidad LGBTIQ+, asegurando que estos grupos tengan acceso a los proyectos y programas que la agencia financia.

El trabajo en el BID le ha permitido también participar en iniciativas de alto impacto, como el fortalecimiento de los Centros de Desarrollo Empresarial en Ecuador, un proyecto que busca replicar el exitoso modelo chileno de apoyo a micro y pequeñas empresas. El objetivo de este proyecto es que estos centros sean incubadoras y aceleradoras, para que las Mipymes tengan acceso a la tecnología y se conviertan en motores de desarrollo en sus comunidades.

Pero, Males no se detiene. En 2024, fue aceptado en la Universidad de Chicago, en el epicentro del pensamiento económico que moldeó el neoliberalismo. "Será un reto enorme. La Universidad de Chicago es famosa por sus economistas y su enfoque neoliberal, pero creo que estar allí, como un indígena de Ecuador, me permitirá abrir nuevas conversaciones. Lo que busco a futuro es formarme bajo la experticia de premios nobel de economía y especializarme en políticas de desarrollo", reflexiona.

Su objetivo no es solo personal. Él quiere convertirse en un referente para otros jóvenes, demostrando que es posible acceder a las mejores oportunidades académicas y profesionales del mundo. Para Felipe Males, el camino está claro. Con una mezcla de tradición, innovación y educación, está decidido a transformar a Ecuador desde sus raíces, abriendo las puertas a un futuro más inclusivo, equitativo y conectado con el mundo, quizás algún día desde el despacho del Ministerio de Economía y Finanzas. "Me gustaría ser el primer ministro de Economía y Finanzas indígena". Pero, por lo pronto, su último logro se cristaliza en que fue aceptado por la Organización de los Estados Americanos (OEA) para formar parte de un comité que dará seguimiento y evaluación al cumplimiento de los derechos de los pueblos indígenas de toda América. (I)