Nuno Acosta ha creado una nueva civilización llamada Tercerícolas, los primeros habitantes del Tercer Mundo. Es el tercer planeta después del Sol, con una población de creadores y artesanos con habilidades milenarias, cuyos vestigios empiezan a desenterrarse en 2021. Los personajes son figuras artesanales originales, inspiradas en la cultura Valdivia, con 4.000 años de antigüedad, que se transforman en el producto de origen Picaia box y que sale al mundo para exponer la cultura ecuatoriana.
La primera serie de 36 figuras Tercerícolas ya está lista. Son fabricadas en edición limitada de colores negro (o noir) y arcilla de las manos de Juan Orrala, un artesano de 78 años de la comuna Valdivia, en la provincia de Santa Elena. Los personajes son La Portadora y el heredero; el Vidente, con tres ojos en su cuerpo que ven el pasado, el presente y el futuro; y la Vinculadora, una líder de su pueblo. Cada personaje está acompañado de una base, un accesorio, un sello de originalidad y están empacados en una caja.
Nuno, un creativo guayaquileño con más de 20 años de experiencia en diseño y comunicación, es el fundador de Picaia junto a su esposa María Gabriela Campoverde, una especialista en propiedad intelectual. Juntos crearon una marca que permite empacar artesanías originales que conectan a diseñadores con artesanos del Ecuador. Picaia box se basa en el comercio justo, con nuevo storytelling, que lleva al producto artesanal ecuatoriano a competir en el mercado global, con responsabilidad creativa y cultural.
La historia de los Tercerícolas parece un libreto de ciencia ficción y comenzó a escribirse en los meses del confinamiento de la pandemia. La pareja de esposos, con sus dos hijos, se convirtió en nómada digital. Y cuando estaban en Miami, se dieron cuenta de que Wynwood, el conocido distrito de arte y diseño, seguía activo. La gente iba y retiraba los productos de autor que se hacían bajo pedido. Él pensó en el talento del artesano ecuatoriano y en cómo estaba vendiendo sus creaciones. “No es un problema de branding, de cómo se gestiona la marca, sino de marketing, no se está mercadeando bien. El artesano no le está vendiendo su producto a la gente que debería comprarle, porque en el mundo hay mercado para quienes compran un traje Gucci de miles de dólares o gafas de US$ 5.000 y hay gente que no se mide para comprar un sombrero de US$ 500”, explica. Eso ya lo habían notado con el proyecto Mi nombre es Montecristi.org, antes de la pandemia y lo reafirmaron meses después.
Nuno cree que el problema es que la artesanía no la vende el que la produce, sino un intermediario. Por trazabilidad el comprador debe conocer el origen, al artesano, y se debe pagar el precio justo. Entonces, pensó “qué tal si hago los diseños y busco al artesano que fabrique las ideas”.
De vuelta al país, la familia se instaló en Salinas y visitó la comuna Valdivia donde descubrió a Juan Orrala, un artesano con habilidad innata para elaborar figuras de arcilla con las técnicas milenarias. Desde que tenía seis años comenzó a crear las figurillas de la Venus de Valdivia. También conoció a su hija Jennifer, una millenial graduada en Turismo, quien se encarga de la comunicación y logística del negocio.
“Yo le doy mis diseños y usted los fabrica, con un acuerdo de confidencialidad”. Así comenzaron a trabajar en el prototipo que estuvo listo en abril de este año. El primer muñeco era “gordo”. Luego se fue secando a medida que se deshidrataba el agua que contiene la arcilla, quedó compacto y pasó a pulirse. Don Juan le puso sus patrones valdivios y entró al horno a alta temperatura. Ninguna figura es igual, son piezas únicas e irrepetibles. Todo el proceso artesanal en Valdivia, que tarda entre seis y ocho semanas, está documentado.
“Hemos creado un nuevo tipo de arte contemporáneo. Tercerícolas es una innovación artesanal, es un nuevo aporte a la cultura ecuatoriana de la que soy fanático”, señala Nuno. “Todo está bajo un metaconcepto que se llama Bienvenidos al Tercer Mundo. Estoy orgulloso de mi gente y si usamos las mismas herramientas de marketing, branding, e-comerce el mundo se hace chiquito, eso es lo que necesitan nuestros artesanos y lo aprendí en 16 años de trabajar en publicidad; la diferencia está en ponerle un empaque, con un concepto y responsabilidad social”.
LABORATORIO ARTÍSTICO
Nuno no nació como Nuno hace 41 años. Nació como Edmundo, pero su hermana María Lissette no podía pronunciar su nombre. “Me puso el apodo cuando tenía un año. Soy producto del branding, Edmundo no era un nombre comercial, me puso Nuno y cambió mi vida”, bromea. Con el tiempo se convirtió en su nombre, marca personal y razón social. Empezó a trabajar en la industria de la publicidad y la comunicación en 2000. En 2020, como una “premonición”, se independizó y fundó Nuno Estudio que diseña experiencias creativas. Llegó la pandemia y tuvo que devolver la oficina que había alquilado. Ahora su estudio de arte está en un salón de su casa, junto al área de juegos de sus hijos. Está lleno de afiches, figuras, libros, dibujos y las muestras de otros dos emprendimientos que tiene, Chocosapiens y Tropicuo.
Ahí trabaja en las pruebas para encontrar la caja ideal para Picaia. “En mi trabajo como gestor, diseñador y vinculador nunca me detengo, siempre trato de mejorar el diseño, en probar empaques, entre menos cueste el empaque más utilidad dará”. Juan Orrala fija el precio de las figuras y le paga su labor. El artesano y el diseñador ganan lo mismo, pero Picaia menos, aunque el porcentaje está en estudio y dependerá de los costos operativos. Actualmente la caja con el producto está valorado en US$ 90. Si la demanda es buena, el valor se incrementará y la utilidad será repartida entre las partes.
Hasta ahora, sin cuantificar el aporte creativo y de diseño de este proyecto, Nuno ha realizado una inversión personal de US$ 16.000. “No he calculado, pero si tuviera que contratar a un diseñador, una agencia que maneje la comunicación, un director de fotografía, un redactor de la historia, creo que el precio se duplicaría o triplicaría”.
Destaca que lo bueno de crear es que comenzó a conocer a otros creadores y a hacer networking con emprendedores. En el proceso de Picaia box hay un artesano, un serigrafista, una fábrica que hace cartones y otra que hace empaques, otra que hizo el sello, una productora de audiovisuales. “Si te das cuenta es una industria creativa, yo tuve una idea pero necesité a más de nueve personas para plasmarla”.
Uno de ellos es Bio fábrik, un emprendimiento guayaquileño fundado por César Silva. Ha creado un material resistente y liviano con un hongo comestible, con el que se está probando el empaque interior de la caja. Eso permitirá obtener un producto de origen orgánico, ecológico, sostenible y biodegradable. Además, de los desarrolladores de las cajas, la producción audiovisual, la asesoría cultural y de propiedad intelectual.
LA HISTORIA CONTINÚA
Nuno ha creado en total 47 personajes de los Tercerícolas y solo tres se han fabricado. A partir de febrero y marzo de 2022 se producirán tres modelos más. La producción será limitada, no más de 100 de cada uno. También trabajará en una línea de joyas que ya está diseñada. Sus planes son contactar a artesanos de otras localidades del país para seguir produciendo otros habitantes del Tercer Mundo. San Antonio de Ibarra será la siguiente parada, un sitio conocido por sus artesanos en madera. También quiere conectar con artesanos de tejidos, de caña guadua, de la Amazonía, pescadores.
Los registros de marca en varias categorías ya se han realizado en Ecuador y en Estados Unidos, a medida que aumente la demanda hará lo mismo en Asia y Europa. Además, está desarrollado el sitio web e-commerce, el plan de marketing de nicho, el manejo de relaciones públicas. En la página https://es.picaia.com/ ya se puede pre-ordenar las figuras artesanales. Una línea de conexión inicial con los compradores serán los museos, como el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), de Guayaquil, los coleccionistas y gente amante de este tipo de arte.
¿QUÉ ES PICAIA?
Como para añadirle más ficción a los Tercerícolas, Nuno dice que el nombre del producto fue lo primero que creó y lo guardó durante 20 años. Recuerda que uno de esos días aburridos y soñolientos, cuando tenía 21 años, estaba viendo Discovery Channel en internet y un arqueólogo contaba una historia apasionante. Preguntó si estaban dispuestos a apostar a un pequeño gusanito sin cerebro ni ojos que conquistaría este planeta, luego respondió que ese animal era Picaia y era el origen del ser humano, aparentemente. Así cuenta que nació el concepto 'Picaia, el primero en su especie'. Según las publicaciones científicas, Pikaia (con k) es un animal extinto conocido a partir de los fósiles de invertebrados del Cámbrico Medio y que se encontró cerca del monte Pika, al que debe su nombre. El yacimiento de fósiles data de hace 505 millones de años llamado Burgess Shale, en la Columbia Británica. (I)