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Los inventores lojanos Under 30 que quieren domar el plástico

Esteban Vivar

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Desde los andes bajos ecuatorianos, tres jóvenes innovadores y un docente universitario brillaron en Brasil con su nuevo invento sostenible. Una iniciativa, cultivada en el centro de investigación I²TEC de la Universidad Nacional de Loja (UNL), que busca revolucionar el multimillonario mercado de las impresoras 3D.

17 Septiembre de 2024 10.26

Kevin Loja, Hernán Rivera y Alberto Rivera son un claro ejemplo de cómo la juventud lojana está rompiendo paradigmas a través de la innovación tecnológica. Junto al docente universitario, Jonathan González, representaron a nuestro país, a través de la Universidad Nacional de Loja (UNL), en un prestigioso concurso internacional en São Paulo, Brasil: La III Feria Tecnológica Centro Paula Souza, junto a una idea que tiene el potencial de cambiar la forma en la que reciclamos plástico. 

Alberto está cursando el último ciclo de la carrera de Electromecánica en la UNL: "Siempre fui un chico bastante dedicado al estudio, siempre tuve buenas calificaciones. Desde pequeño me gustaba ver las cosas, desarmarlas, me atraían los temas de arquitectura, hacía estadios, maquetas de edificios medio mal hechos, medio chuecos pero igual los hacía (risas)". Pero, al final, la balanza de su destino se inclinó por el mundo tecnológico. 

Por su parte, Kevin se convirtió hace poco en ingeniero en Telecomunicaciones por la misma alma máter. Cuenta que desde su infancia le gustaba mucho el arte, "de hecho tengo recuerdos de haber ganado muchos concursos de pintura y de dibujo", pese a esta inclinación, su curiosidad lo llevó por otros mundos. Gracias a una vocación de servicio, los tres inventores se conocieron en las aulas del gobierno estudiantil. "Fui presidente de mi carrera, tuve inspiración de mi familia, de otras personas y siempre he buscado una guía, incluso en los cómics. Siempre pongo el caso de Superman quien con un golpe puede destruir el mundo, pero que también baja un gato de un árbol porque una ancianita se lo pidió". 

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El tercer mosquetero es Hernán, otro recién graduado de ingeniero en Telecomunicaciones, quien nació en el cantón Paltas de la provincia de Loja. "Desde mi infancia me interesé mucho por las matemáticas porque mi papá es profesor de esa materia en un colegio. Mi mamá también estudió Contabilidad en la universidad, por lo tanto, desde pequeño se me facilitó trabajar con números". En su tercer nivel decidió aplicar al mundo de la ingeniería y con eso el equipo estuvo completo. 

El proyecto, desarrollado en el centro de investigación I²TEC de la UNL, consiste en un dispositivo que convierte botellas plásticas comunes en filamentos para impresoras 3D. Con esta tecnología, el equipo no solo está contribuyendo a la economía circular, sino también abriendo un nuevo horizonte para el reciclaje y la creación de prototipos a bajo costo. "La universidad está comprometida con el desarrollo de la juventud. Nuestro objetivo es pulir tanto las habilidades blandas como las duras de los estudiantes", comentó González. 

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El dispositivo creado por el equipo corta botellas de plástico en tiras, las funde a una temperatura de 260 grados y las transforma en filamentos de 1.75 mm de grosor, listos para ser usados en impresoras 3D comerciales. "Las aplicaciones son vastas. Mientras un carrete de filamento comercial ronda los US$ 30 - US$ 40, el nuestro bordeará los US$ 5. Desde ropa hasta prótesis, el filamento tiene múltiples usos y es más resistente que el filamento comercial gracias a la temperatura de fusión más alta del plástico reciclado", explica Kevin. Según cifras recopiladas por Forbes, el mercado global de impresoras 3D cerró 2023 con una valuación de US$ 14.700 millones. Más importante aún, se estima que está en camino de alcanzar los US$ 58.000 millones para 2032, gracias a iniciativas globales clave.

Al ser un mercado en pleno 'Boom', existen exitosos casos como 1000 Kelvin, fundada por ex empleados de Siemens con un respaldo de US$ 3 millones. Ellos se dieron cuenta de que nadie estaba abordando la oportunidad de fusionar este nicho con Inteligencia Artificial por lo que decidieron entrar de lleno. A su vez, esta startup desarrolló su software AMAIZE para lograr una impresión 3D correcta por primera vez hace pocos meses. Para poner en contexto este mercado, casi un millón de impresoras 3D de escritorio, con un precio inferior a US$ 2.500, se enviaron a todo el mundo a finales de 2023, un nuevo récord, según la firma de análisis de mercado de la industria Context.

Uno de los aspectos más destacados de este proyecto es su enfoque colaborativo y multidisciplinario. El equipo está compuesto por ingenieros en telecomunicaciones y electromecánicos, lo que permitió combinar diversas áreas del conocimiento para desarrollar un dispositivo robusto y altamente funcional. "Este proyecto nació como una necesidad académica, pero rápidamente se transformó en algo mucho más grande", mencionó Alberto, quien destacó cómo la colaboración entre diferentes disciplinas fue clave para mejorar el prototipo. "Logramos crear un dispositivo que no solo recicla, sino que también innova en la creación de filamentos mucho más resistentes que los comerciales".

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Para participar en el concurso en Sao Paulo debieron competir contra más de 1.000 proyectos en la preselección y luego con más de 50 proyectos de diversos países. Lo que hizo destacar al equipo lojano fue la capacidad de su dispositivo para abordar múltiples Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), desde la acción por el clima hasta la salud y el bienestar. La aplicación móvil que desarrollaron para controlar el dispositivo, junto con su diseño estético y funcional, captó la atención de evaluadores y empresarios, llevándolos a obtener un espacio en el podio de la competencia.

"Fue una gran alegría representar a nuestro país y demostrar que las ideas innovadoras no solo pueden estar a nivel internacional, sino que incluso pueden superarlo", mencionó Alberto, quien también resaltó la importancia de cambiar la mentalidad y creer en el valor de las ideas locales. El éxito en Sao Paulo es solo el comienzo. El equipo tiene planes de escalar el proyecto y hacerlo más accesible para diferentes industrias y municipios. "Nuestro objetivo es que este dispositivo no solo se use en escuelas o universidades, sino que pueda implementarse a nivel industrial", comentó Kevin. A través de alianzas estratégicas y estudios de mercado, están evaluando la viabilidad de comercializar el dispositivo en Ecuador y otros países de la región. "Queremos demostrar que en Ecuador también podemos innovar y hacer frente a los desafíos globales. Este es solo el primer paso", concluyó Jonathan. (I)

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