La economía solidaria sí genera riqueza
La Fundación Maquita lidera una red de emprendimientos en 22 provincias de Ecuador. Su estructura se cimienta en un área comercial, que contempla tres giros de negocio, y un área social, que es una muestra de que la redistribución atrae a la riqueza. La integran 510 organizaciones y dentro de la red están 254.000 personas. En 40 años ha apoyado el comercio justo y la economía social, con el objetivo de lograr una sociedad de iguales. El año pasado cerró con ingresos por US$ 30 millones.

"Desde el principio buscamos precio justo, calidad y calidez. Relaciones de iguales". La hermana María Jesús Pérez describe a la Fundación Maquita en pocas palabras. Ella, como directora, y Lizbeth Pérez Albuja, gerenta comercial, hablaron con Forbes en las oficinas ubicadas en Chillogallo. Juntas narraron la historia de la fundación.

Los inicios se remontan 40 años atrás, pero el espíritu de esta organización se empezó a forjar desde mucho antes. Uno de los fundadores, el padre Graziano Mason, nació en 1945 en Torreselle, Italia. De padres campesinos y escasos recursos, desde pequeño sintió el llamado de servir a los pobres. Entró al Seminario del Obispado de Treviso y, una vez ordenado como sacerdote, viajó a Chile a los 25 años. Residió como misionero en San Clemente, en la provincia de Talca, por cuatro años. Por la dictadura de Augusto Pinochet, junto a otros sacerdotes, tuvo que salir del territorio chileno para salvaguardar su vida. Era 1976 cuando llegó a Ecuador y empezó a trabajar con campesinos, jóvenes y mujeres del cantón Muisne, provincia de Esmeraldas. Se organizaron para luchar por la tierra y por programas de salud. 

Durante el gobierno de León Febres Cordero le acusaron de guerrillero por defender los derechos de estas personas y estuvo en la cárcel en seis ocasiones. Por esta persecución, decidió mudarse al sur de Quito, donde lo acogió el padre José Carollo, quien desde los años setenta se estableció en el sector de la Quito Sur, liderando procesos sociales para mejorar las condiciones de vida de los pobladores, en especial en temas de salud, al ser el precursor de la Fundación Tierra Nueva. Él le dijo al padre Graziano: "Aquí también hay mucha pobreza y mucho trabajo por hacer".

En los años ochenta existían constantes fluctuaciones de los precios de la canasta básica y en los barrios periféricos de la capital del Ecuador muchos hogares pasaban hambre. Fue en este contexto donde se cruzaron los caminos con la hermana María Jesús Pérez. Ella nació en León, España. Inspirada por su familia campesina, decidió iniciar su formación con las Franciscanas Estigmatinas de Astorga, así siguió los pasos de Francisco de Asís. "Siempre estuvo muy presente en mí el trabajo por la justicia, la igualdad de las mujeres y de los más pobres".

La hermana Pérez ejerció como educadora por seis años, pero su corazón sentía el impulso de compartir las luchas y esperanzas de otros pueblos. "En esa época estaba muy fuerte la teología de la liberación y yo quise ejercerla en Ecuador". Se trata de una ideología que cree en la libertad de las personas oprimidas con compromiso por los derechos humanos. En 1984 llegó a Quito, donde trabajó con comunidades, mujeres y jóvenes en el barrio Santa Rita, en la zona austral de la capital. "Yo ya vine a un semillero", afirma, porque los procesos sociales ya estaban encaminados con el padre Graziano y el padre Carollo, a quienes conoció poco tiempo después. "Trabajamos mucho con la gente, casa por casa y viendo las necesidades. Es decir, una fe vivida en el día a día", apunta Pérez.

Las desigualdades afectaban a muchas familias ecuatorianas, y desde las organizaciones barriales, las organizaciones campesinas, de mujeres, jóvenes y comunidades eclesiales de base crearon mercados solidarios, como un puente entre el campo y la ciudad, para comercializar productos de la canasta básica sin intermediación que mermara los ingresos de los productores y sin que incrementara el precio para los consumidores. De este modo surge el movimiento Maquita Chushunchic Comercializando como Hermanos, en 1985.

María Jesus Pérez y Lizbeth Pérez Albuja. 

Un proyecto que echó raíces

Rápidamente se corrió la voz y se crearon más mercados que funcionaron los sábados; allí se comercializaban productos de primera necesidad traídos por campesinos de Cotopaxi, Riobamba, Tungurahua, Imbabura y más provincias. Se ubicaron en barrios como la Quito Sur, Marco Pamba, Chilibulo, Santiago, Santa Rita, La Mena Dos y La Gatazo. "Eran productores que venían a las puertas de las iglesias para los mercaditos.

Se vendía directamente, hacían colas y, como no teníamos balanza, al principio medíamos con tazas. Fue una experiencia muy espontánea, muy nacida desde el corazón y nos dio respuestas, pues se difundió enseguida por varias provincias", cuenta la hermana María Jesús. Luego se crearon tiendas comunitarias que vendían productos básicos a precios justos. "Tuvimos un préstamo con intereses bajos del Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP), que nos ayudaba para comprar los productos. Se vendían y devolvíamos el dinero. Después nos dio un capital semilla la Fundación Swissaid. Fueron como US$ 10.000 para la comercialización", indica la hermana María Jesús. Hasta 1990, se extendieron a nueve provincias con programas de seguridad alimentaria, contabilidad y organización.

Cinco años después abrieron tres supermercados en los barrios periféricos, uno en Quito y dos en Guayaquil, y se inauguró la sede matriz en la capital. Para 1996 la red de tiendas comunitarias superó los 700 centros a nivel nacional. A la par, la coordinación de mujeres generó un plan de capacitación en equidad de género que fue transversal para la fundación. Asimismo, este grupo inició exportaciones de artesanías y productos agroindustriales con trazabilidad social, económica y ambiental. Lo que luego se convertiría en una de sus áreas comerciales, Maquita Productos.

Esta expansión a otras latitudes fue posible gracias a que en los años noventa Maquita fue parte de la Asociación Internacional de Comercio Justo (IFTA), que actualmente es la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO por sus siglas en inglés). Maquita supo sortear varios desafíos, entre ellos la crisis económica del feriado bancario de 1999, y siguió creciendo. Actualmente, Maquita Productos se divide en dos áreas: la línea comercial de alimentos y la artesanal. La primera en 2024 tuvo ingresos por US$ 2 millones. Esta área trabaja en red con 78 emprendimientos agroindustriales, organizaciones y talleres en 11 provincias del país. En total son 2.304 personas involucradas en todo el proceso.

Los alimentos que se exportan son la quinua, panela y artesanías, mientras los principales productos de consumo nacional son los granos andinos, harinas, panela y chocolate. Los destinos son Alemania, Italia, Holanda, España, Reino Unido, Estados Unidos y Chile. Esta forma de trabajar en Red de la Economía Social y Solidaria les permite diversificar la oferta, garantizar productos de calidad, tener volumen y trazabilidad.

Por su parte, la línea de artesanías mantiene cuatro categorías de productos: joyería, textiles, accesorios y hogar. El objetivo principal es preservar las técnicas y materiales ancestrales de las diferentes regiones de Ecuador. La WFTO les permite llegar con los productos a Francia, Bélgica y Estados Unidos.

 

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